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Lucha libre, circo y toros, programas favoritos de Picasso en TV

Fundación Bancaja presenta la exposición Picasso TV, que podrá visitarse hasta el 14 de junio en el Centro Cultural Bancaja de Valencia. La muestra reúne una selección de 103 obras, que reflejan la atracción que Pablo Picasso sintió por la televisión en los años 60, cuando ya tenía más de 80 años y el aparato de televisión entró en su residencia, así como los vínculos entre los programas y emisiones que el artista veía en la pantalla del televisor y su obra de dicha época.

La exposición, organizada por Fundación Bancaja en Valencia y el Museo Picasso Málaga con la colaboración del Kunstmuseum Pablo Picasso Münster, está comisariada por Laurence Madeline, responsable de Bellas Artes del Museo de Arte e Historia de Ginebra, y llega al Centro Cultural Bancaja tras su paso por el Museo Picasso de Málaga y el Kunstmuseum Pablo Picasso Münster.

La exposición presenta 99 grabados procedentes en su mayoría de la Suite 347 de Picasso, aunque incluye también obra procedente de la Suite 60, perteneciente en ambos casos a la colección de la Fundación Bancaja. La muestra se completa con un óleo cedido por el museo Artium de Álava, dos fotografías de Roberto Otero pertenecientes al Museo Picasso Málaga, así como fragmentos de cuatro audiovisuales con imágenes de la televisión francesa que veía Picasso en aquella época y que han sido cedidas por el Institut National de l’Audiovisuel (INA).

La televisión se incorporó al universo de Picasso a principios de la década de los 60, cuando su mujer Jacqueline Roque compró un aparato para entretenerse durante las horas que el artista trabajaba en su estudio. La televisión se instaló al principio en su residencia de La Californie (Cannes, Francia) y después en la de Notre-Dame-de-Vie (Mouguins, Francia). Los programas de lucha libre, los noticieros que cubrían las protestas de mayo del 68, la retransmisión de espectáculos circenses y las películas clásicas son algunas de las emisiones que interesaron a Picasso y que se pueden descubrir en su producción artística de la época.

Esta influencia de la televisión supone en la obra de Picasso el resurgir del grabado y algunos cambios en su trabajo como el encuadre, la narración o el movimiento. Temas como el circo y los luchadores que Picasso revisita a través de los programas televisivos vuelven en algunas de las escenas de la Suite 347, aunque también se refleja esta temática en algunas piezas de la Suite 60. Además, aparecen personajes como el piel roja, un producto de la industria televisiva y del mundo de Hollywood, o el presidente francés Charles de Gaulle caricaturizado, que coincide con los acontecimientos de mayo del 68 y su emisión televisiva.

La exposición Picasso TV permanecerá en el Centro Cultural Bancaja del 10 de febrero al 14 de junio de 2015. El horario de visita es de martes a sábado, de 10 a 14 y de 17 a 21 horas, con una entrada de 2 euros, y los domingos de 10 a 14 horas con entrada gratuita.

La televisión en Francia

En la historia mediática de Francia, los años 1948 y 1950 marcaron un tiempo de cambio. En el marco del ‘plan Monne’, que debía preparar la reestructuración económica de Francia, se hicieron inversiones estatales masivas en la ampliación de la red televisiva y de radio. Los televisores representaban un bien de lujo, pero acontecimientos como la primera emisión televisiva de la etapa final del Tour de France en julio de 1948 cautivaron a los espectadores, aunque sólo en el área de París a la que se limitaba entonces la emisión de la Telévision Française de posguerra. A partir de 1950 se pusieron en funcionamiento, aparte de la Tour Eiffel, otras antenas de comunicación, garantizando así la retransmisión a un número mayor de viviendas.

Picasso y la televisión

En el año 1962, el fotógrafo Brassaï citó a Paulo, el hijo del artista: “Ahora (Picasso) está apasionado por la televisión. La tiene en la Californie desde hace año y medio. Al principio más bien la despreciaba: ‘Estas caras no me dicen nada’, decía. Después vio su exposición en Londres y la boda de la princesa Margarita… Le conquistó”.

Conviven, por tanto, el universo de Picasso ligado a un pasado clásico y los divertimentos de una generación y una nueva sociedad que rompe todas las reglas y que va a ser profundamente crítica en el transcurso de la primavera de 1968, y a estar muy presente en las pantallas de televisión.

Los códigos según los cuales se organizan las imágenes de Picasso son diferentes a los de la televisión de su tiempo. Sin embargo, existe una clara contaminación de este medio de comunicación en la obra de Picasso, que se establece como un nuevo modo de producción de imágenes y que alimentaba la mirada voyeur que caracterizaba al artista. Picasso encuentra en la televisión los elementos que siempre había amado en su vida y en su obra: gente y humanidad.

De este modo, temas y ambientes populares se convierten en asuntos principales en las obras de Pablo Picasso. La penetración de una cultura popular a través de la televisión crea un universo en expansión y en movimiento que impactó fuertemente a los primeros espectadores. Este universo televisivo entra también en las historias que el artista malagueño crea en esos años, compartiendo lugar con Velázquez, la mitología clásica, El Greco, el Papa o Manet.

Picasso revive una parte de su juventud a través de la pequeña pantalla: el boxeo, el circo, España, el amor, la carnalidad, la pasión, los hombres y mujeres, la política, la actualidad, etc. La Suite 347 es reflejo de ese retorno a la juventud y de la influencia de la televisión, que actúa como una cura rejuvenecedora reviviendo para el artista sensaciones y placeres de antaño.

La inspiración de lo cotidiano

La televisión inventa una nueva relación con la gente, algo que fascinó a Picasso, que siempre atestiguaba su atracción por el hombre. El aparato se enciende y las vidas ficticias se inscriben en la pantalla. Así, mientras Picasso graba las planchas de sus grabados, la televisión muestra imágenes de Demoiselles de Suresnes, serie moderna emitida todas las noches de la semana; La Caméra explore le temps, difundida hasta marzo de 1966; o centenares de historias sobre las vidas de las personas.

El circo, la lucha libre y las corridas de toros eran las pasiones de adolescencia de Picasso. Estas pasiones coinciden con las de la televisión joven a través de programas como los de lucha libre emitidos en Antenne 2, La Piste aux Étoiles o las imágenes circenses de la serie americana The greatest show on Earth. Si se comparan sus grandes escenas circenses de los años 1904 a 1920, cuando desaparecen de su repertorio para reaparecer esporádicamente entre 1936 y 1945, con aquellas grabadas en la segunda mitad de los años 60, se aprecia cómo se multiplican por la influencia de la televisión. La presencia del payaso también evoluciona con la Suite 347. Disfrazado de arlequín o bufón hasta los años 20, el payaso de los 60 viste chaqueta y pantalón contemporáneos pero demasiado grandes para él, un sombrero deslucido y una nariz redonda.

Las películas que emite la televisión son también estimulantes para Picasso. Entretienen en la vida diaria (se emitieron entre el 16 de marzo y el 15 de octubre de 1968 más de 140 películas en los tres canales accesibles a Picasso) con una atmósfera de ficción y lúdica que, por su cantidad y variedad, crean colisiones de épocas y estilos equivalentes a las de la Suite 347. Cuando la televisión en color aparece, la mayoría de las películas emitidas en la pequeña pantalla son todavía en blanco y negro, muchas veces realizadas entre finales de los años 30 y finales de los 50. Si estas superproducciones podían alimentar la imaginación creativa de Picasso, también jugaron su papel en esa influencia otras películas populares que se dejan ver en la Suite 347.

La televisión de los años 60 también se nutría del teatro con la retransmisión de grandes piezas de repertorio o de vodevil, adquiriendo especial importancia el programa Au théâtre ce soir, emitido a partir de agosto de 1966. En los grabados de Picasso se aprecian decorados, vestuarios u obras de teatro inspirados en estas imágenes.

Foto: Rafael Alcón, presidente de Fundación Bancaja; y José Lebrero, director del Museo Picasso Málaga.

Logopress - Editor

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