Los años 50 fueron una etapa crucial para la alta costura francesa, muy mermada por el hundimiento financiero del año 1929 y, sobre todo, por la guerra. Durante esa década París volvió a ser la capital mundial de la moda, que experimentó un renacer protagonizado por grandes nombres como Jacques Heim, Chanel, Schiaparelli, Balenciaga –a quien el Museo de Bellas Artes de Bilbao dedicó la exposición monográfica Balenciaga.
El diseño del límite (2010)– o Jacques Fath, seguidos por Balmain, Christian Dior, Jacques Griffe, Hubert de Givenchy o Pierre Cardin. Todos contribuyeron al prestigio duradero de la moda francesa, sinónimo de lujo, elegancia y creatividad, y también al empeño de llevar sus logros al prêt-à-porter.
Esta exposición propone un recorrido por la evolución de la figura femenina a lo largo del decenio 1947–1957, desde el nacimiento del llamado New Look hasta la muerte de Christian Dior y la llegada de Yves Saint Laurent. Se presentó el año pasado en el Palais Galliera, museo de la moda de París, cuyo director, Olivier Saillard, seleccionó más de cien modelos y complementos, en su mayoría piezas excepcionales, pertenecientes al museo. Para su exhibición en Bilbao se ha contado como comisaria asociada con Miren Arzalluz, experta en historia del traje y de la moda.
Introducción. Christian Dior
El 12 de febrero de 1947 la presentación de la primera colección de Christian Dior, recién instalado en la avenida Montaigne, cambió para siempre el panorama de la moda con una nueva silueta femenina calificada por Carmel Snow, redactora jefe de la revista de moda Harper’s Bazaar, como New Look. Las maniquíes que desfilaban por los salones de la maison lucían trajes de largos y formas revolucionarios.
Las faldas amplias, largas y ahuecadas con enaguas impactan tras años de restricciones impuestas por la Segunda Guerra Mundial. Los talles ceñidos al máximo marcan el retorno de la corsetería. Los faldones exagerados aportan estilo a la silueta, que se rediseña. Los hombros estrechos y los escotes amplios representan una nueva feminidad, imagen de toda la década. A ambos lados del Atlántico, la colección causa escándalo.
La moda de los años cincuenta está dominada por diseñadores masculinos, que subliman la feminidad pero, también, la encorsetan. Jacques Fath es uno de sus artífices. Cristóbal Balenciaga, maestro de maestros, escribe la segunda mitad del siglo con sus tijeras y sus tejidos de volúmenes arquitectónicos. Y otros, como Jacques Heim, Jacques Griffe, Jean Dessès y Antonio del Castillo, a los que no tardarán en unirse Pierre Cardin o Hubert de Givenchy, colaboran en la construcción de una idea de elegancia, según algunos, jamás superada. Rebelada contra ese dominio de aire retrógrado, mademoiselle Chanel prepara su regreso. En 1954, con 71 años, su colección, primero ignorada y más tarde aplaudida, consagra su famoso traje de chaqueta como solución indumentaria de indiscutible contemporaneidad. Se afianza una silueta andrógina que anuncia las transformaciones de la década siguiente.
Con la repentina desaparición de monsieur Dior en 1957 concluye el repertorio idealizado de los años cincuenta. «Un rostro surge de las sombras. Yves, el delfín de 21 años», titula en 1957 Paris Match. Yves Mathieu Saint Laurent, al que Dior consideraba su heredero espiritual, es nombrado director artístico de la firma. Las cifras constatan la diferencia: de 106 casas en 1946, no quedan más que 60 en 1952 y 36 en 1958. Los años cincuenta preceden inmediatamente a la llegada del prêt-à-porter, propician su aparición y la «amenaza» de la democratización de la moda, fenómeno para el que la alta costura difícilmente podía encontrar una respuesta apropiada. Todo ello explica, sin duda, que la década de 1950 y su chic radical sean un hito en la historia de la moda.
Salas 1 a 12
10|03|15 • 31|08|15
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