Túnez fue el país que inició la primavera árabe en diciembre de 2010 y que ahora estaba en pleno proceso de transición democrática y de recuperación turística con un aumento en 2014 del 6,6% respecto al año anterior hasta llegar a los 6,4 millones de turistas y unos 1.500 millones de euros de ingresos. Sin duda Túnez es hoy un país más seguro que hace una semana y la muerte de 22 personas, la mayoría turistas extranjeros, hará que lo sea más y más. No hay que olvidar que el objetivo inicial de los terroristas era el Parlamento y solo al ser rechazados atacaron un autocar turístico y el Museo del Bardo. No viajar a Túnez es comparable a no hacerlo a París, por el salvaje atentado a Charlie Hebdo o no volver a pisar la estación de Atocha, donde murieron casi 200 personas. Como indica el Ministerio de Exteriores de España: «En estos momentos ninguna región del mundo y ningún país están a salvo de posibles actos terroristas».
Para los que quieran seguir haciendo caso a sus deseos más íntimos y no se dejen influir por las acciones de unos asesinos, aquí ofrecemos cinco imágenes idílicas de Túnez que deben animar a viajar al país.
Cinco imágenes idílicas de Túnez
PRIMERA. Sinfonía en blanco y azul
Poco podía imaginar el piadoso clérigo musulmán de nombre algo complicado, Abou Said ibn Khalef ibn Yahia Ettamini el Beji, a quienes sus fieles anteponían el calificativo de Sidi (señor), que el lugar que eligió para aislarse del mundo y dedicarse a la oración, la meditación y los debates teológicos junto a sus seguidores, acabaría convirtiéndose, con el paso de los años, en uno de los centros de peregrinación de artistas, escritores y bohemios de todo el mundo y también en lugar de encuentro de todo tipo de viajeros. Pero aunque ahora ya no sea ese sitio solitario y aislado en el que Sidi Bou Said, como solían llamarle de forma abreviada, y otros soufitas (místicos) se recluían para estar más en contacto directo con Alá, algunos de los atractivos que les llevaron a este lugar siguen inalterables. Aquí el mundo parece haber desaparecido, el firmamento está más cerca aupado sobre un acantilado vertical de 140 metros, incluso los colores azul y blanco que inundan toda la ciudad parecen reproducir los de ese cielo impoluto que se acaricia con la punta de los dedos.
SEGUNDA. Las ruinas de la memoria
Al otro lado de la colina en la que eleva Sidi Bou Said se conservan las ruinas de Cartago. Se trata, claro, del Cartago romanizado, ya que el cartaginés, como se recordará por los manuales de Historia, fue totalmente arrasado y cubierto de sal por un egregio miembro de la familia patricia de los Escipión tras la tercera guerra púnica. Aunque no queda gran cosa, el lugar ha merecido formar parte del Patrimonio de la Humanidad.
El anfiteatro romano en la parte occidental de Byrsa, a 15 minutos andando desde el museo, fue uno de los más grandes del Imperio, aunque hoy queda poco de su esplendor. La mayoría de sus piedras fueron extraídas para otros proyectos de construcción en siglos posteriores. El conjunto de enormes cisternas situado al noreste del anfiteatro constituía el principal suministro de agua de Cartago durante la era romana. Las termas de Antonino se localizan al Sur, en el frente marítimo, e impresionan básicamente por su tamaño y situación.
TERCERA. De la playa a la medina
Hammamet, a pocos kilómetros al sur de Túnez capital, es con toda certeza el más celebre símbolo del descanso en Túnez. Es aquí donde mar, cielo, sol, palmeras y naranjos combinan sus encantos para recrear la imagen que muchos tienen hoy en día del destino ideal para las vacaciones. Desde hace años, ha sido elegido por ilustres huéspedes para desconectar del mundo: Winston Churchill, Oscar Wilde, Andre Gide, Paul Klee Franck Lloyd Wright, Sofía Loren y muchos más.
Aquí se encuentran también sofisticados centros de talasoterapia, spas y lugares para el turismo de salud, belleza y medicina, fórmulas en las que Túnez está ocupando un lugar predominante.
Y a un paso está Susa que en principio parece una prolongación de lo anterior, con sus playas doradas y limpias, con sus modernos hoteles, con sus amplios paseos… Pero dentro de Susa hay otro Susa, el antiguo, la vieja medina encaramada a un montículo que se asoma al mar y al que se entra por la plaza Des Martyrs, junto a la plaza Farhat Hached, donde hay una brecha causada por los bombardeos del 43.
Esta puerta del mar Baba el Bahr permitía el acceso de los barcos al puerto interior. Y es que por entonces el mar golpeaba inclemente toda la cara este de las murallas de la medina. El color pardo de la piedra y la cal de las fachadas enjalbegadas definen los volúmenes de la medina de Susa frente a los azules del mar y el cielo, donde se ha remansado durante siglos la vida tradicional de la ciudad musulmana.
CUARTA. Espejismos reales
La capital de este espectacular paisaje es Tozeur, un lugar presidido por la arena y el agua, donde el horizonte desaparece para dejar espacio a tres desiertos entremezclados, el de arena, el erg, donde el viento esculpe incansablemente dunas móviles, el de los chott, serir, de cristales brillantes que devuelven sorprendentes espejismos y el de roca, el hamada, inmensidad pedregosa donde se pierde la mirada.
Un mundo por descubrir, para dejarse conquistar o para fundirse con él, en un viaje fuera del tiempo, lleno de sensaciones, donde se mezclan cultura, tradiciones y la hospitalidad se practica como el valor más enraizado y verdadero. Su palmeral único, regado por más de doscientos manantiales que suministran casi 60 millones de litros por día, y donde se cultivan los mejores dátiles del mundo y su insólita arquitectura de ladrillos compactos de originales dibujos geométricos de origen misterioso, le dan un encanto particular.
QUINTA. Rumbo a la aventura
El tren, los oasis de montaña y otros lugares de Túnez fueron los decorados elegidos para muchas de las escenas de la película El paciente ingles de Anthony Minghella que consiguió nueve Oscar. Aunque otros muchos directores han encontrado en Túnez el escenario ideal para sus historias. Además de la Guerra de las galaxias y El paciente ingles, por aquí se rodaron En busca del arca perdida, La vida de Brian, Piratas del Caribe, Quo Vadis, Jesús de Nazaret y hasta se logró recrear ambientes japoneses para Madame Butterfly.
En Chebika vale la pena acercarse a su pintoresco manantial con un pequeño palmeral y una cascada alimentada por pequeños
Por la noche se organizan cenas a la luz de miles de velas realmente espectaculares. Parecidas a las que pueden disfrutarse en pleno desierto, entre las dunas sinuosas y alumbrados por miles de estrellas. Un ambiente que hace soñar y recordar los antiguos versos bereberes: «Todo lo que quiero está aquí, la tribu en movimiento, los horizontes infinitos».
ENRIQUE SANCHO
Más información:
Oficina de Turismo de Túnez
Tel.: 91 548 14 35
www.turismodetunez.com
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