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La exhibición de la Sábana Santa, una razón más para viajar a Turín

Cientos de miles de españoles pueden descubrir los encantos de esta activa ciudad y de toda la región de Piamonte, gracias a las posibilidades de viajes que ofrece el potente buscador de vuelos y hoteles Jetcost (www.jetcost.es). No parece tarea fácil hacer convivir en un solo territorio el esplendor de los Saboya y la fábrica de Fiat, los poemas de Cesare Pavese y la pasión de los “tifosi” de la Juventus, los mejores vinos y… los mejores chocolates de Italia.

Pero ese pequeño milagro se produce cada día en la Región de Piamonte, a los pies de los Alpes italianos. Claro que no es raro hablar de milagros en esta tierra, cuya capital, Turín, acoge la milagrosa sábana que acogió el cuerpo de Cristo tras su muerte en la cruz, según la tradición católica.

Hasta el 24 de junio Turín tiene una razón más para ser visitada. Una más a las muchas que ya ofrece la capital del Piamonte, entre las ciudades más bellas de Italia. La Sábana Santa o Santo Sudario se exhibe al público en la catedral de Juan Bautista y más de un millón de personas se han apresurado a reservar plaza para verla en directo.

El lienzo con el que supuestamente se amortajó el cuerpo de Cristo es una de las reliquias más veneradas de la cristiandad… pese a que numerosos estudios han demostrado científicamente que la tela tiene menos de mil años de antigüedad. Pero no importa, cientos de miles de fieles harán largas colas cada día de los dos meses en que se muestra al público y entre ellos estará el papa Francisco el 21 y 22 de junio, como en 2010 lo hizo Benedicto XVI o Juan Pablo II en 1998.

La ostensión de la Síndone (del griego «sindon», mortaja), como formalmente se llama a esta exhibición, se ha abierto al público en contadas ocasiones. La última vez que se pudo ver fue en el año 2010, y solamente se exhibió durante dos semanas. A pesar de ello, hasta dos millones de peregrinos se desplazaron a Turín para apreciar la considerada mortaja sagrada. Esta vez también se espera un aluvión de visitantes, y se ha habilitado un sitio web y un número de teléfono para solicitar fecha y hora, y así evitar aglomeraciones. Asimismo, 4.500 voluntarios se han movilizado para ayudar a los peregrinos.

El sudario mide 4,36 metros de largo por 1,13 de ancho, y tiene sobreimpresa la imagen de un hombre con marcas físicas como si hubiera sido golpeado, azotado y crucificado, también hay huellas de heridas en la cabeza, por lo que se considera que podría ser Jesucristo. La tela de lino y de color sepia fue descubierta a mediados del siglo XIV en la iglesia de Nuestra Señora en Lirey, en Francia. La familia real de Saboya, que reinó en Italia hasta 1946, regaló la sábana al Vaticano en 1983.

Múltiples estudios científicos cuestionan la autenticidad de la mortaja. En 1988, los laboratorios de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, la Universidad de Oxford y la de Arizona llevaron a cabo, de forma separada, una prueba de datación de la sábana por radiocarbono, utilizando pequeños fragmentos del sudario. Los tres equipos de investigación llegaron a la misma conclusión, que la Sábana Santa no sería tal, ya que dataría de la Edad Media, entre los años 1260 y 1390. Los resultados se publicaron en la revista científica Nature. El Vaticano no se ha pronunciado oficialmente sobre el Santo Sudario.

Una ciudad fascinante

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Residencias saboyanas, museos cívicos y estatales, museos etnográficos, ecomuseos y fortalezas son parte de la amplia oferta cultural de Piamonte. Una propuesta que comprende la arqueología, el arte contemporáneo, las ciencias naturales, el cine, la artes decorativas, la gastronomía, los vinos o la antropología. Hay mucho por ver y recorrer en Piamonte, pero al menos hay que dar una pincelada sobre su capital, Turín, conocida por su pasado industrial, por su fábrica Fiat, su equipo de fútbol y la Sábana Santa.

Pero gracias a la voluntad de los turineses de ofrecer lo mejor de sí mismos, la ciudad se ha modernizado convirtiéndose en una interesante propuesta hacia el arte y la cultura donde además se puede disfrutar de uno de los mayores eventos gastronómicos, su maravillosa EatItaly —una antigua fábrica reconvertida en la mayor tienda gastronómica de Europa–. Cafés, locales de copas, arquitectura de vanguardia y pequeños rincones con encanto al más puro estilo piamontés completan la propuesta.

VALENTINO 1

Para sumergirse en el alma de la ciudad www.jetcost.es recomienda respetar las tradiciones y comenzar degustando un bicerin, un chocolate caliente con café y nata que sirven en Al Bicerin, una antigua confitería con un encanto especial situada en la piazza de la Consolata frente a la bonita iglesia del mismo nombre. El chocolate es uno de los condicionantes de la vida diaria de un turinés. Desde los tiempos del reinado de los Saboya, cuando la capital se trasladó aquí desde Chambery, ya se introdujo el gusto por este deliciosos producto que era traído desde México vía Marsella hasta la capital.

La tradición se ha perpetuado y prueba de ello son las numerosas confiterías, bombonerías y chocolaterías artesanales que pueblan las calles. No hay un habitante de la ciudad que pase un día sin degustar su chocolate en alguna de sus múltiples variantes como los famosos guiandujos, unos bomboncitos hechos de cacao y avellanas (mezcla que proviene de la escasez de cacao en época de guerra y que luego se ha convertido en una especialidad local).

Desde aquí se puede tomar la concurrida Via Garibaldi hasta la Piazza Castello, un gran cuadrilátero barroco creado con el fin de establecer la sede del poder dinástico de los Saboya. Destacan las edificaciones la gran construcción del Palacio Madama, en parte medieval y en parte barroco, construido en el s.XIII en el lugar de una antigua puerta romana y que en el XVII adoptó este nombre por ser la residencia de María Cristina, viuda de Amadeo I.

La rica fachada barroca fue añadida por Juvarra entre 1718 y 1721, así como la escalera interior. Se cuenta que una de las razones para las reformas del palacio que tuvieron lugar en el siglo XVIII fue acomodar las proporciones de las estancias y sobre todo de la escalera a las grandes faldas que portaban las mujeres de la época.

Los cafés y el aperitivo (aquí nació Martini) son dos de las costumbres más arraigadas en la población junto con el chocolate. La hora sagrada del cóctel junto con un bufé de tapas es la cita obligada en los cafés más populares como el Mulassano, una joya del art nouveau, el Café Torino, uno de los más elegantes de la ciudad con sus arañas de cristal y los frescos de sus paredes o el Café San Carlo, que ha sido el lugar donde se citaban los nacionalistas del Resorgimento. Los entendidos de café son habituales de San Tomaso 10 donde degustar café Lavazza en alguna de sus variedades más sorprendentes como un capuchino a la naranja o un espresso al tiramisú.

De los faraones a Sofía Loren

“La carretera para Menfis y Tebas pasa por Turín” escribía Jean-Francois Champollion, egiptólogo francés de renombre internacional que fue el primer europeo en descifrar el lenguaje de los jeroglíficos. Una afirmación que se remonta a 1825 cuando el padre de la egiptología llegó a Turín para estudiar el fondo del Museo Egipcio, en particular los fragmentos del Papiro de Turín que contiene la lista de los nombres de los faraones redactada durante XVII dinastía.

El museo, que guarda la más importante colección del mundo después de la de El Cairo con unas treinta mil piezas, fue fundado por Carlo Felice en 1824 con la adquisición del fondo del cónsul arqueólogo Bernardino Drovetti cuyo símbolo es la estatua del faraón Ramés II.

La colección se amplió a lo largo de los años con los restos de nuevas excavaciones y con la adquisición del fondo de Ernesto Schiaparelli. Con ocasión de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006, se realizó una instalación muy sugestiva de la sala de las estatuas, tenuemente iluminada y con juegos de espejos, por parte del escenógrafo Dante Ferretti.

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También en Turín, el Museo Nazionale del Cinema, único en su género, tiene su sede en la Mole Antonelliana, símbolo de la ciudad. Sus colecciones incluyen curiosos y valiosos objetos de la prehistoria del cine y un abundante archivo fotográfico, así como aparatos, accesorios y carteles, material de escena y grabaciones sonoras.

El corazón del museo es la espectacular Aula del Templio, una bóveda de campana de 63 metros de altura cortada por un ascensor de cristal que lleva a los visitantes hasta la aguja a unos 160 metros de altura.

Alrededor del Aula, donde los visitantes pueden asistir a la proyección de dos breves películas cómodamente tendidos sobre unas chaises longues, diez “capillas” se dedican al culto del cine, mostrando entre otras cosas: Cabiria y el cine mudo turinés, el surrealismo, los géneros populares, la vanguardia… A intervalos regulares las proyecciones se interrumpen y la cúpula se anima gracias a una extraordinaria realización multimedia de la bóveda celeste.

La herencia de los Saboya

En el centro de la ciudad, en Piazza Castello se puede visitar el Palazzo Reale y admirar sus lujosas estancias, testigos de la evolución del gusto de los Saboya. Majestuosa construcción del siglo XVII, residencia de los Duques de Saboya, de los Reyes de Italia hasta 1865, constituye el centro tanto desde el punto de vista urbanístico como histórico, arquitectónico y artístico de la ciudad. Remodelado varias veces, guarda las huellas de las intervenciones de los artistas más significativos que han trabajado en Turín durante tres siglos.

Muebles preciosos, techos de madera taraceada y boiseries caracterizan los salones. Imponente es el Salón de los Suizos con los frescos que cuentan las historias genealógicas de los Saboya o la Galería de Daniel que celebra en su bóveda al rey Vittorio Amedeo II. Combinaciones entre barroco, rococó y neoclásico, el Palacio Real se amplía incluso durante el siglo XVIII.

Tras el edifico, en la parte interior, se abre el jardín real, proyectado por André Le Nôtre, el más importante arquitecto de jardines de Seiscientos, que también trabajó para el rey Sol. Hoy, el Palacio Real permite contemplar una de las más majestuosas mansiones reales de Europa.

¿Una ciudad mágica?

A los turineses no les gusta mucho hablar de ello, pero todo indica que en la capital del Piamonte italiano, en la que vivió Nostradamus, se encuentran una serie de energías que la convierten en uno de los lugares con mayor concentración de magia por metro cuadrado. Según la tradición esotérica, la bella ciudad que fue sede de los Saboya, sería uno de los tres vértices del triángulo de la magia blanca, junto a Praga y Lyon y también compondría con Londres y San Francisco otro temible triángulo, el de la magia negra.

La Piazza Statuto es el centro de la magia negra, un espacio oscuro donde en época romana se hallaba una necrópolis y luego pasó con el tiempo a ser el lugar donde se desarrollaban las ejecuciones públicas. Muchos cuerpos de aquellos desdichados ajusticiados, están aún bajo el pavimento del Corso Francia y la Vía Cibrario a donde los franceses trasladarían el patíbulo.

Esas calles dan a una plaza en cuyo jardín se dice que hay una alcantarilla que es en realidad la puerta del infierno. En el Museo Egipcio dicen que se libran encarnizadas luchas entre el bien y el mal, ya que en su interior hay objetos malditos y objetos protectores.

El corazón de la energía positiva está en la Piazza Castello y también en Palazzo Reale. Otro elemento relacionado con la magia blanca es la Mole Antonelliana, donde se encuentra el Museo del Cine, que fue construida con el propósito de absorber toda la energía negativa del subsuelo y transformarla en energía positiva e irradiarla desde la altura sobre la ciudad.

Cómo ir: El buscador de vuelos Jetcost propone diferentes opciones desde varias ciudades españolas. Desde Barcelona con vuelo directo a partir de 45 euros ida y vuelta, y desde Madrid con vuelo directo a partir de 182 euros ida y vuelta. También puede encontrar hoteles en Turín de cuatro estrellas precios que comienzan en 118 euros y de tres estrellas a partir de 70 euros.

Enrique Sancho

Logopress - Editor

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