Entre esas donaciones, están los archivos personales de los músicos José Luis de Delás y Antonio Iglesias; los archivos de los escritores Luis Goytisolo y Rosa Montero; la colección de dibujos de Juan José Guillén; la obra gráfica de Javier de Villota, de Alex Nogué, de José Antonio Loriga y de Paloma Esteban; un retrato realizado por Buero Vallejo ,el manuscrito de los Fueros de Aragón, la colección de ephemera del Restaurante Lhardy; la de menús cedida por Ramón García, o la de discos de Germán Coppini.
A estas se añaden el volumen tercero de Le vite de’ piu eccellenti pittori, scultori e architettori, de Giorgio Vasari, con anotaciones manuscritas del Greco, donado por la Fundación El Greco 2014.
La idea, tan extendida en el mundo anglosajón, de que las donaciones son importantes para incrementar el patrimonio del propio país, y de que es un orgullo ciudadano contribuir a ello, va cobrando fuerza en nuestro país. De esta forma, son cada vez más los ciudadanos que piensan que la BNE es el lugar idóneo para albergar, conservar y difundir no solo sus archivos literarios, musicales y artísticos, sino también sus monografías, revistas, discos, carteles, mapas, grabados, dibujos, etc.
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