Pasear por los jardines del Buen Retiro, uno de los parques más emblemáticos de Madrid, que fueron creados en el siglo XVII por Felipe IV como lugar de recreo para los reyes de la Casa de Austria y que, después, fueron ampliados y enriquecidos por los reyes de la Casa de Borbón, es de una mejores distraciones en estos días de canícula estival. El Retiro, como pasó a denominarse posteriormente, sufrió el empobrecimiento derivado de los graves destrozos de la Guerra de la Independencia y en 1868 pasó a formar parte del patrimonio municipal, abriéndose al disfrute del pueblo de Madrid. En 1935 fue declarado Jardín Histórico Artístico.
El Parque del Retiro es una compensación por destruir el Convento de «El Paso», (en el camino hacia El Pardo). Eran terrenos que rodeaban y servían al Real Monasterio de los Jerónimos. El nombre de El Retiro, tiene su origen en el hecho de que junto al Monasterio, los Reyes tenían unos aposentos («El cuarto»), utilizados para luto y para recogimiento religioso. Estos aposentos seguirían siendo utilizados por Felipe II y sus sucesores, hasta que en 1630, el rey Felipe IV lo convierte en palacio. Para ampliar los terrenos, el Rey se hizo con las posesiones agrícolas del Conde Duque de Olivares. Este hecho hizo que todos los madrileños, incluidos poetas de la importancia de Quevedo, pasaran a denominar a la nueva posesión real «el gallinero». Denominación que prohibió el monarca, obligando a que se le diera el nombre de «El Buen Retiro».
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