El trabajo de Ignasi Aballí desafía permanentemente la atención y percepción del espectador. Utilizando estrategias características del arte conceptual, como el texto, el archivo y el documento, sus proyectos subvierten las distinciones entre géneros artísticos como la pintura, la literatura, la fotografía, la instalación, el cine y el vídeo y cuestionan, asimismo, el sistema de convenciones de la representación de la obra de arte y el valor cultural o económico de los objetos.
Desde los inicios de su trayectoria en los años 80, una serie de constantes y preocupaciones han centrado su labor: la invención y reorganización de textos, imágenes, materiales y procesos, confrontando la presencia y la ausencia, lo material y lo inmaterial, lo visible y lo invisible, la transparencia y la opacidad, la apropiación y la creación. Así, relaciona el exceso de imágenes en la sociedad actual con la escasez de significados que se les atribuye.
Entre las cuestiones abordadas por su obra, destacan el análisis del lenguaje y, más concretamente, la relación entre texto e imagen, las palabras y los objetos y los términos que los definen. Otra preocupación habitual en su trabajo es la dicotomía entre presencia y ausencia, la especulación en torno a las nociones de desaparición, transparencia, invisibilidad e ilegibilidad.
Por otro lado, la necesidad de clasificar y ordenar destaca como un elemento característico de este artista. Aballí es un creador que colecciona, inventaría y dispone meticulosamente las informaciones de los periódicos o recoge las imágenes reproducidas hasta el infinito.
En esta exposición el artista ha construido de un modo sutil un proceso de cuestionamiento del museo, como lugar de un conflicto entre la mirada y el conocimiento.
Asimismo, el tiempo se revela como un agente constructor de la materialidad del discurso artístico de Ignasi. Algunos de sus trabajos surgen de procesos en los que el tiempo deja sus huellas por una acción continuada del artista o de los visitantes de sus exposiciones. Es ese tiempo “sin principio” y “sin final” que se ofrece al visitante en su «fluir» por la exposición.
La muestra
A modo de espejo de su propio título, la antológica de Aballí se distribuye en una docena de salas y espacios de la tercera planta del edificio Sabatini del Museo Reina Sofía en un recorrido que no tiene ni una sucesión cronológica ni un itinerario establecidos. Tampoco posee un acceso y una salida determinados. Pero lejos de carecer de un orden definido, cada uno de todos esos espacios constituyen una constelación particular que, en conjunto, reúnen y entrecruzan las diferentes y más características facetas de la forma de trabajar del artista y los diversos campos y temáticas que ha venido abordando en su trayectoria.
Así, en toda la exposición, el artista interroga a la obra de arte al tiempo que señala las contradicciones entre apariencia, realidad, simulación y valor. Asimismo, cuestiona tanto las convenciones propias del arte como las relativas a sus valores culturales o económicos para poner en tela de juicio las oposiciones entre lo efímero y lo permanente, lo invisible, lo perceptible y lo conocible. Sus materiales y procesos pueden haber sido poco o nada utilizados en la historia del arte, aunque con frecuencia proceden de la más inmediata cotidianidad, como ocurre con el polvo, los libros, los recortes de periódicos, los jirones de ropa o, entre otros, los restos triturados de billetes de euros o las huellas.
De esta forma, en otra de sus constantes, cuestiona las reglas de las instituciones museológicas. Este asunto está presente como obra nueva (Rótulos, 2014) en toda la exposición a través de una serie de carteles de información y de restricciones fotografiados en diversos museos del mundo. Éstos están distribuidos por él para parodiar -la ironía subyace en toda su obra- las relaciones convencionales que se establecen entre un museo y sus públicos.
El trabajo con textos y palabras, no escritos por Aballí sino extraídos por él mismo de libros y periódicos, es otro elemento permanente en los espacios de la muestra. El resultado es una serie de obras en las que, pretendiendo insinuar más que afirmar, la presencia de los objetos es tan solo evocada. El artista plantea así un singular juego con el espectador que consiste en la búsqueda de la realidad y la ficción, de lo visible y lo invisible, de lo transparente y lo opaco o de lo que se muestra y lo que se esconde. Ejemplo claro de esta práctica son, entre otras series, Tomar medidas (2010), donde los aparatos de medición son los protagonistas; Entre líneas (2011), instalación basada en el espacio vacío e ilegible de los textos; o la dedicada a las Dobles lecturas (2010), con alusiones a autores como Bernhard o Joyce.
En otras series, como Listados, Mapamundi o Inventarios, realizadas todas entre 1998 y 2015, la repetición insistente de motivos a primera vista aparentemente iguales lleva a la aparición posterior de la diferencia. Las palabras aisladas, los textos o las páginas de índices de libros como Art en théorie o de actos, capítulos, prólogos y epílogos separados de la estructura de sus volúmenes le sirven también a Ignasi Aballí para realizar, en diversas salas, referencias al arte y alusiones – según sus propias palabras- a la dimensión infinita y circular del tiempo.
Otras obras presentes en este espacio son Mis manos después de tocar cosas sucias (2015) o Papel Moneda (2010), una serie realizada con restos de billetes de euro trituradas por una entidad bancaria que alude al tiempo y también al color. El poso del tiempo aparece nuevamente más adelante en obras como la serie Soplidos (1998-2011) donde el autor ha vuelto a recurrir al polvo como materia creativa, o en Secuencias temporales (2010-15) o Esquinas (2002).
Por otra parte, Aballí no cesa de conjugar simultáneamente el pensamiento y la clasificación mediante la reunión de datos, colores y formas, como ocurre con la serie Vitrinas CMYK (2011), unos “contenedores sin contenido” donde, además de recurrir a elementos habituales como los textos, emerge otra de las temáticas importantes ya mencionadas de Aballí relativas al arte: el color como elemento constitutivo de la pintura. Su protagonismo, por ejemplo, es absoluto en la serie de dípticos Clasificados (2008), aunque se introduce de nuevo el texto para dar a conocer la enorme variedad de denominaciones que puede tener un color.
Sabatini para realizar un ejercicio de poesía visual. Por último, esta antológica aporta también como novedad los propios archivos originales del artista de recortes de textos e imágenes de periódicos, libros, fotografías y maquetas de las obras que ha venido realizando a lo largo de su carrera.
Libro de Artista
Con motivo de esta exposición se ha editado un Libro de Artista diseñado por Ignasi Aballí, completamente visual, de más de 300 páginas, que se acompaña de un texto que recoge una conversación teórica del propio creador con el comisario de la muestra y subdirector del Museo Reina Sofía, João Fernandes.
Ignasi Aballí. sin principio / sin final
FECHAS: 28 octubre, 2015 – 14 marzo, 2016
LUGAR Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Edificio Sabatini.
Planta 3ª
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
COMISARIADO: João Fernandes
COORDINACIÓN: Gemma Bayón
ACTIVIDADES
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