En las cercanías de Ciudad Real capital se pueden contar hasta veinticuatro molinos harineros, situados en las márgenes del río Guadiana, en los que aún pueden apreciarse las distintas técnicas constructivas que fueron utilizadas según la época en la que fueron construidos, que va desde la época Omeya (molino de Calatrava) hasta el siglo XIX (Molino del Pedregoso).
La mayor parte de ellos vienen citados en sentencias de Alfonso XI y otros aparecen descritos en las Relaciones Topográficas de Felipe II y/o en el Catastro de Ensenada. De origen árabe, como la mayor parte de los ingenios hidráulicos relacionados con la irrigación, los molinos harineros de agua fueron utilizados durante siglos, llegando, algunos de ellos, a moler el grano hasta la década de los años 60 del siglo XX; otros dieron paso a las “fábricas de luz”; finalmente, el abandono de sus instalaciones está llevando, irremisiblemente, a la desaparición física de todos ellos y, por tanto, a la supresión de una parte fundamental de la memoria colectiva y del paisaje ribereño del Campo de Calatrava.
Salvo los molinos de Zuacorta (recuperado por iniciativa privada), Molemocho (rehabilitado para centro de interpretación sobre la molienda en el ámbito del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel) y Puente Navarro (parcialmente restaurado por iniciativa privada), los restantes molinos integrantes del sistema se encuentran muy arruinados o desaparecidos. Abandonados a partir de mediados del siglo XX, muchos de ellos fueron desmantelados intencionadamente y algunos incluso demolidos.
Aparecieron en Tomelloso ante las grandes necesidades de elaboración y almacenamiento de vino en el siglo XIX. Fueron elegidas por su capacidad y por la buena conservación del vino. Sus condiciones son óptimas, como poca iluminación y temperatura adecuada. Las primeras que están datadas son sobre 1800 y 1850. Tomelloso tuvo en su subsuelo cerca de 2.000 cuevas horadadas.
De las 606 casas de Tomelloso, unas 167 tienen cueva. Actualmente han quedado en desuso debido a la moderna tecnología de la industria vinícola y la existencia de las cooperativas. Además su número ha descendido espectacularmente debido, entre otros motivos, a la construcción de nuevos bloques de viviendas. Las casas que preservan su cueva no superan las 200.
Algunas están bien conservadas y mantenidas. Otras abandonadas. Otras cegadas con tierra por seguridad y otras destruidas por nuevas construcciones. El número de cuevas-bodega ha descendido espectacularmente debido, entre otros motivos, a la construcción de nuevos bloques de viviendas, o se han inutilizado por su uso como depósito de escombros. La conservación de estos elementos singulares en muchas de las poblaciones vitivinícolas debería establecerse como obligación urbanística que puede convivir adecuadamente con los nuevos desarrollos.
La Asociación Hispania Nostra es una asociación no lucrativa, declarada de utilidad pública, constituida en 1976 con la finalidad de defender, salvaguardar y poner en valor el Patrimonio Cultural español, en el entorno de participación de la sociedad civil. Se trata de la única asociación que vela por el Patrimonio a nivel de todo el país.
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