Los paleomerícidos y las jirafas comparten un ancestro común.
Los registros fósiles son escasos y bastantes fragmentarios.
Los paleomerícidos (en griego “rumiante antiguo”) son unos enigmáticos ungulados que vivieron durante el Mioceno, hace entre aproximadamente 17 y 11 millones de años. Fueron animales exclusivamente euroasiáticos que se extendían desde la Península Ibérica hasta lo que hoy es China. Se podrían describir como una especie de mezcla entre ciervos y jirafas.
Un equipo integrado principalmente por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha estudiado un conjunto de fósiles de un paleoméricido procedente del yacimiento mioceno de La Retama, en Cuenca (con unos 16 millones de años de antigüedad).
Ambas líneas evolutivas, que juntas forman un gran grupo al que hemos llamado Giraffomorpha (los rumiantes con aspecto de jirafa), se separaron hace mucho tiempo, hace unos 27 millones de años. Xenokeryx no sólo nos ha permitido saber más acerca del grupo de rumiantes al que pertenece, los paleomerícidos, sino que además nos ha proporcionado datos de gran importancia acerca del origen y la historia temprana de la línea evolutiva de una de las familias de rumiantes más extrañas de la actualidad: las jirafas”, destaca Israel Sánchez, colaborador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC.
Los machos de los paleomerícidos tenían grandes colmillos y un par de osiconos, un tipo especial de cuerno o apéndice craneal cubierto de pelo, sobre los ojos, igual que las jirafas actuales. Lo más extraño de su anatomía era una estructura ósea bifurcada que les sobresalía de la parte posterior del cráneo a modo de peineta. La función de este apéndice occipital sigue siendo un misterio para los paleontólogos.
Para analizar los datos anatómicos de Xenokeryx y comprobar cuál de las hipótesis evolutivas propuestas hasta ahora era la más acertada, los científicos han utilizado un análisis que compara la morfología de Xenokeryx y otros paleomerícidos con la de todos los grupos de rumiantes conocidos. Además han añadido información de secuencias de ADN de los grupos actuales al modelo, así como información temporal.
Juan López Cantalapiedra, investigador en el Museo de Historia Natural de Berlín, destaca: “Con toda esta información se ha podido por fin descifrar el misterio de los paleomerícidos y colocarlos en el lugar que les corresponde en el árbol de la vida. Xenokeryx amidalae, al igual que muchos otros descubrimientos paleontológicos, ejemplifica una de las cosas más fascinantes y excitantes de la paleontología: el hecho de que un nuevo fósil sea capaz de cambiar de forma significativa nuestras ideas sobre la evolución de linajes enteros y que de la noche a la mañana pueda dar solución a preguntas de las que no se conocía con certeza su respuesta”.
El trabajo propone que los apéndices craneales de los rumiantes aparecieron mucho antes del registro más antiguo. Otra novedad es que el pariente más cercano de los paleomerícidos, que sólo vivieron en Eurasia, es un rumiante africano llamado Propalaeoryx. “Por tanto, la relación histórica de los jirafomorfos con África es profunda y compleja, además de antigua”, concluye López Cantalapiedra.
Israel M. Sánchez, Juan L. Cantalapiedra, María Ríos, Victoria Quiralte, Jorge Morales. Systematics and Evolution of the Miocene Three-Horned Palaeomerycid Ruminants (Mammalia, Cetartiodactyla). PLOS ONE. DOI: 10.1371/journal.pone.0143034
Imágenes CSIC
El Museo Nacional del Prado ha recibido en depósito dos lienzos cuatrocentistas dedicados a la…
Dos libros de bolsillo sobre Wassily Kandinsky "Los años de Múnich" y "Forma, composición y…
El artista Pedro Torres, nacido en Brasil (Gloria de Dourados, Mato Grosso, 1982) y afincado…
Feriarte 2024 vuelve a consolidarte como el encuentro de referencia para los amantes del arte…
Bajo el título Make America Weird Again, el autor de cómics, Daniel Clowes, dialogará en…
La exposición ‘Nuestra Señora de las Mercedes. Una historia común’ continúa en Chile su itinerancia.…