El ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, ha visitado el Museo Thyssen-Bornemisza para conocer de primera mano las exposiciones temporales programadas: ‘Edvard Munch. Arquetipos’, que finaliza el próximo 17 de enero, y ‘La Ilusión del Lejano Oeste’, que estará en el Museo hasta el 7 de febrero.
Acompañado por el director artístico del Museo, Guillermo Solana y la baronesa Tita Thyssen, el ministro ha iniciado su recorrido por la que es la primera exposición dedicada al artista noruego en Madrid desde 1984, realizada en colaboración con el Museo Munch Museet de Oslo.
La muestra, comisariada por Paloma Alarcó y Jon-Ove Steinaug, reúne una selección de ochenta obras que examina la larga y prolífica carrera del pintor y pone de manifiesto su capacidad de sintetizar las obsesiones existenciales del hombre contemporáneo como amor, deseo, celos, ansiedad o muerte; o estados anímicos como melancolía, pasión o sumisión.
Cada una de las secciones se configuran alrededor de estos arquetipos a través de la representación de la figura humana en diversos escenarios – como la costa, la habitación de la enferma, la habitación verde, el bosque, la noche o el estudio del artista-, combinando obras tempranas y versiones tardías, pinturas y obra gráfica, para subrayar la circularidad temática y existencia de la obra de Munch.
Seguidamente ha visitado la exposición ‘La Ilusión del Lejano Oeste’, un proyecto que congrega, por primera vez en España, la obra de artistas que en el siglo XIX abrieron el camino al Oeste estadounidense para representar sus paisajes y las formas de vida de sus pobladores, las tribus indias. A través de ellos se hizo visible el mito de un territorio salvaje, paradisíaco y peligroso, de una grandiosidad natural asombrosa.
Con un prólogo dedicado a los exploradores españoles que establecieron los primeros contactos con las tierras y las tribus al oeste del Mississippi, la exposición ilustrará las apasionantes aventuras artísticas de Karl Bodmer, George Catlin y Edward Curtis, que documentaron, entre la precisión y la licencia etnográficas, costumbres, rituales y fisionomías; o las de los paisajistas que, como Albert Bierstadt o Thomas Hill, pintaron con ambición escénica la tierra prometida.
Una noticia sorprendente… aunque debiera ser habitual. Desgraciadamente, los políticos en general, no prodigan mucha atención al mundo de las artes. Acaso sea un gesto, pero bienvenido sea. Tan abandonado está la cultura en este país.
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