En 1682, Luis XIV trasladó a Versalles la corte de Francia. La ciudad se convirtió durante un siglo en el centro político y administrativo del reino. A lo largo de los veinte años anteriores, Versalles había vivido en una obra permanente que permitió remodelar el parque, multiplicar los edificios y adornar los aposentos con grandes ciclos decorativos dedicados a la gloria del monarca.
Le Brun fue el responsable de planificar esta obra, a la que confirió un tratamiento orquestal: participaron en ella cientos de artistas y artesanos, los mejores de cada disciplina. Le Brun elaboró personalmente algunas piezas, entre las que destacan dos impresionantes composiciones: la Escalera de los Embajadores y la Galería de los Espejos, un conjunto de pinturas de su época madura que son de una belleza conmovedora.
Hasta el 19 de junio CaixaForum Madrid (Paseo del Prado, 36) expone un conjunto extraordinario de cartones. Algunos de ellos se muestran al público por primera vez aquí, en horizontal, sin montar, como se encontraban en el propio estudio de Le Brun. Además, tres de los cartones se muestran por ambas caras, lo que permite contemplar las, técnicas con los que se dibujaba sobre ellos.
El término cartón se emplea para designar un modelo a escala natural de ejecución, o escala 1:1, realizado para ser reproducido en otro soporte o con otra técnica. Los cartones pueden usarse como preparación tanto de tapices como de vidrieras, cuadros, pinturas murales… En general, es un recurso que viene justificado por las grandes dimensiones de la obra final.
En el caso de la decoración de la Escalera de los Embajadores y de la Galería de los Espejos, los cartones tienen como soporte varias hojas de papel de gran formato ensambladas, en las que el artista traza su dibujo con lápiz negro y tiza blanca, y excepcionalmente con añadidos de sanguina.
Antes de usarlos para la trasferencia de los contornos, a veces los cartones se colocaban en la pared para verificar in situ la exactitud de las proporciones y del claroscuro. Esto explica la presencia de sombras y luces, y la de numerosos arrepentimientos que, en esta última fase de la preparación gráfica, hacen que se desplace una cabeza, un brazo, una pierna…
Después, los cartones se usaban para poder trasladar el modelo a la pared ya enlucida o a un lienzo que debía ser encolado, mediante dos técnicas: la incisión y el picado. En el momento de estas operaciones, a menudo quedaban manchados y deteriorados, a veces incluso desgarrados. Ése es el motivo de que se hayan conservado tan pocos.
En la época de Charles Le Brun, los papeles eran muy diferentes de los que conocemos en la actualidad. Se fabricaban a mano, sumergiendo un formador (es decir, un molde de madera con hilos metálicos tensados) en una cuba para sacar la pasta de papel, hecha a base de trapos usados, de modo que sus dimensiones eran limitadas. Los papeles que empleó el primer pintor del rey tienen un tamaño excepcional. A pesar de eso, no era infrecuente que tuvieran que ensamblarlos hasta obtener el tamaño adecuado.
Cuando las hojas están enteras y se miran al trasluz, se percibe no sólo la trama del tamiz, sino también una contramarca y una filigrana. La primera da el nombre de la familia de los papeleros que las fabricaron, los «Lebloys», cuyo molino se encontraba en una zona central de Francia, en el Limusín. En cuanto a la filigrana, pueden identificarse cuatro motivos diferentes, todos de dimensiones muy poco habituales: un águila bicéfala, un delfín coronado, una gran flor de lis en un escudo y un gran sol con las siglas IHS. Aunque eran caros, estos papeles se usaban por las dos caras muy pocas veces porque su empleo como cartones los hacía muy frágiles. Los cartones para El Franco Condado conquistado por segunda vez que pueden verse en la sala siguiente constituyen una excepción tan sorprendente que nos preguntamos si Le Brun se vio en la necesidad de hacer frente a un problema de existencias de papel
La exposición propone explorar la génesis de esas grandes decoraciones a través del testimonio único que constituyen los cartones decomisados por la Corona a la muerte de Le Brun. Esas obras, a la escala de las pinturas que sirvieron para trazar los contornos de los modelos, permiten observar el método de trabajo del artista y a sus asistentes en plena labor, dado que la utilización de las herramientas es muy perceptible en los cartones.
Los dibujos de Le Brun nos brindan ahora la oportunidad de ver la decoración ya desaparecida de la Escalera de los Embajadores, con figuras a escala natural y con la gravedad y el dramatismo del dibujo realizado a lápiz negro.
Era el primer espacio de representación del poder del rey en Versalles, la escalera que conducía a los Grandes Aposentos del Rey y de la Reina. Fue concebida alrededor de 1671, decorada entre 1674 y 1679, y desapareció en 1752, bajo el reinado de Luis XV. Le Brun sacó un partido extraordinario de un lugar estrecho que sólo recibía luz cenital. Dilató el espacio recurriendo a la ilusión óptica y mezcló ficción y realidad para crear un ambiente alegórico que representaba el regreso de Luis XIV tras una de sus victorias militares. Alrededor del rey dispuso las naciones de los cuatro continentes, los dioses de la Antigüedad, victorias, amorcillos y artes: una representación monumental en honor y gloria del monarca absoluto. Los cartones demuestran que Le Brun trabajó hasta el último momento en la Escalera de los Embajadores haciendo retoques y mejorando los dibujos.
La Galería de los Espejos
Podemos seguir paso a paso el proceso de trabajo del artista para las pinturas de la Galería de los Espejos, desde los primeros apuntes, en formatos pequeños y con la fuerza del trazo en movimiento, hasta los dibujos finales, del mismo tamaño que las pinturas.
También podemos contemplar una reproducción del techo de la Galería, con las distintas escenas de la Guerra de Holanda. Dos de las más importantes presentadas en esta ocasión: El Franco Condado conquistado por segunda vez, y uno de los episodios más famosos de esta guerra, el Paso del Rin (1672), que se muestra a través de los cartones sueltos y sin montar, tal como se encontraban en el estudio de Le Brun.
Los cartones, un material excepcional y en buena parte inédito
La exposición presenta estas dos famosas decoraciones a partir de un material original excepcional y poco conocido por el público: los cartones preparatorios del pintor, los enormes dibujos a escala 1:1 que sirvieron para trasladar los contornos de los modelos a paredes y bóvedas. Dichos cartones fueron de uso común entre los siglos XVI y XIX, pero pocos han llegado hasta nuestros días. Los de Le Brun son la excepción: el Museo del Louvre conserva 350 dentro de un fondo de 3.000 dibujos que fueron requisados del estudio del artista a su muerte en 1690, y añadidos a las colecciones reales.
Los cartones están constituidos por varias hojas de papel de gran formato unidas, sobre las cuales el artista traza su dibujo con lápiz negro y tiza blanca —y, excepcionalmente, añadidos de sanguina—, y sirven para trasladar el modelo a la pared o a la tela. Durante dicha operación, los cartones a menudo se manchaban y se estropeaban ―en ocasiones incluso se rompían―, lo que explica que pocos se hayan conservado cuando parece que su uso era común. Además, durante mucho tiempo se consideraron obras utilitarias que, a ese título, no merecían ser salvadas.
La exposición está formada por 74 obras, entre los que figuran 36 cartones. Algunos de ellos se muestran al público por primera vez aquí, en horizontal, sin montar, como se encontraban en el propio estudio de Le Brun. Además, tres de los cartones se muestran por ambas caras, lo que permite contemplar las, técnicas con los que se dibujaba sobre ellos.
Además, se incluyen 22 bocetos y dibujos preparatorios, así como 14 grabados sobre las dos estancias y el óleo El Franco Condado conquistado por segunda vez, única obra que no procede del Museo del Louvre y que ha sido cedida expresamente por el Musée National du Château de Versailles et de Trianon.
Datos de interés
Exposición: Dibujar Versalles. Los cartones de Charles Le Brun (1619-1690)
Fechas: Del 16 de marzo al 19 de junio de 2016
Lugar: CaixaForum Madrid (Paseo del Prado, 36)
Precio: 4 €.
Entrada gratuita clientes CaixaBank
Se ha editado un catálogo que acompaña a la exposión que reúne las principales aportaciones científicas y artículos sobre cada uno de los aspectos que trata la muestra. La exposición coorganizada por la Obra Social la Caixa y el Musée du Louvre explora la génesis de dos de las grandes decoraciones de Versalles, la del techo de la Galería de los Espejos y la de la desaparecida Escalera de los Embajadores mediante el testimonio de los cartones realizados por Charles Le Brun y sus colaboradores.
Datos de interés Catálogo
Nº de páginas: 232 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: Fundación Caixa de Pensions
Lengua: Castellano
ISBN: 9788499001425
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