Aunque el grueso de visitas se ha registrado en abril, con 19.610 entradas expedidas, por Las Dueñas pasaron 11.033 personas tan sólo en sus dos primeras semanas de apertura, lo que supuso una media de casi mil visitantes al día.
Todos ellos, han podido disfrutar no sólo del edificio en sí mismo, ejemplo de la arquitectura nobiliaria sevillana y con una interesante mezcla de estilos gótico y mudéjar, sino de un interesante paseo por la historia de la capital andaluza durante los últimos cinco siglos, ya que Las Dueñas alberga una rica colección de obras pictóricas y escultóricas de distintas épocas.
Las entradas se han expedido mayoritariamente en taquilla, pero alrededor de un 20% se han comprado de forma online a través de la web www.lasduenas.es. Además, el 15% de ellas han sido gratuitas, ya que los lunes por la tarde se puede acceder al recinto sin coste alguno.
Predomina el turista nacional
Respecto a la procedencia de los visitantes, destaca el perfil del turista nacional. Además de los sevillanos que acuden con familiares y amigos de Sevilla u otras ciudades, son mayoritarios los grupos de andaluces provenientes de provincias como Huelva, Cádiz y Málaga, así como de Cataluña y Valencia.
Se ha cumplido así el objetivo del Duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, de abrir Las Dueñas a “todos los sevillanos en primer lugar, y luego, a todos los procedentes de otras tierras de España y países extranjeros que tienen el buen gusto de visitar Sevilla”, según aseguró durante el acto de inauguración de esta Casa Palacio.
La historia del edificio
Las Dueñas toma su nombre del desaparecido monasterio de Santa María de las Dueñas, ubicado en el solar colindante y demolido en 1868. Su origen fue la Casa-Palacio de los Pineda, señores de Casa Bermeja, que constituían uno de los linajes del patriciado de Sevilla.
Sus miembros ejercieron importantes oficios como la escribanía mayor del Cabildo de la ciudad y participaron en episodios bélicos de la Guerra de Granada.
Precisamente durante esta batalla, y con el objetivo de liberar a Juan de Pineda en 1483, la familia vende la vivienda en 1496 a Catalina de Ribera, cuyo hijo Fernando transforma la casa en palacio renacentista. Años más tarde, el segundo hijo de éste, don Fernando Enríquez de Ribera y Portocarrero, acomete importantes obras de restauración y ampliación de la vivienda tras casarse con Juana Cortés, hija del conquistador de Méjico.
En 1612, Antonia Enríquez de Ribera, heredera e hija de Fernando, se casa con Fernando Álvarez de Toledo, futuro VI duque de Alba. Desde esta fecha, Las Dueñas pertenece a la Casa de Alba.
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