Joaquín Torres-García: Un Moderno en la Arcadia, en el Espacio Fundación Telefónica

El Espacio Fundación Telefónica presenta la retrospectiva Joaquín Torres-García: Un Moderno en la Arcadia, producida por el MoMA de Nueva York, donde pudo verse del 25 de octubre de 2015 al 15 de febrero de 2016, en colaboración con el Museo Picasso Málaga. La muestra abarca la primera mitad del siglo XX, repasando los extraordinarios logros de Joaquín Torres-García (Uruguay, 1874-1949) en la pintura, la escultura, el fresco, el dibujo y el collage, a través de más de 170 obras. La exhibición ha sido organizada por Luis Pérez-Oramas, comisario de arte latinoamericano de MoMA, y podrá verse del 19 de mayo al 11 de septiembre de 2016 en la planta 3 del Espacio Fundación Telefónica.

Joaquín Torres-García: un moderno en la Arcadia hace hincapié en la individualidad radical de un artista que elude clasificación. Un figura central en la historia del arte moderno y un protagonista clave en los intercambios culturales trasatlánticos que lo han informado, Torres-García ha fascinado a generaciones de artistas en ambos lados del Atlántico, pero especialmente en las Américas, incluyendo a importantes artistas norteamericanos, desde Barnett Newman hasta Louise Bourgeois, y a incontables artistas latinoamericanos. A medida que asimilaba y transformaba las invenciones formales del arte moderno, Torres-García se mantuvo fiel a una visión del tiempo como una colisión de distintos períodos, en vez de una progresión lineal -una distinción que es particularmente relevante al arte contemporáneo.

La exhibición se estructura cronológicamente en una serie de capítulos importantes abarcando la obra completa del artista, desde sus primeras obras en Barcelona a finales del siglo XIX hasta sus últimas obras realizadas en Montevideo en 1949. Destacan dos momentos claves: la época de 1923 a 1933, cuando Torres-García participó en varios de los primeros movimientos modernos de vanguardia europeos, a la vez que estableció su característico estilo pictográfico-constructivista; y de 1935 a 1943, cuando, habiendo regresado a Uruguay, produjo uno de los repertorios más contundentes de abstracción sintética.

Barcelona (1891 – 1920)

A los 17 años de edad, Joaquín Torres-García dejó su ciudad natal de Montevideo para ir a Barcelona, donde se educó como artista. Una ciudad moderna y una capital de renovación cultural, Barcelona inspiró a Torres-García a convertirse en un «pintor de la vida moderna» al estilo de Baudelaire, y estuvo activo dentro del grupo de intelectuales y artistas que promovieron el noucentisme, un movimiento artístico catalán que reaccionó en contra de la sofisticación decadente del art nouveau y estableció una relación con la naturaleza y la historia primitiva que se manifestaba en escenas pastorales de la edad de oro mediterránea. Como miembro de este influyente grupo, Torres-García se convirtió en uno de los pintores más reconocidos en Barcelona a principios del siglo XX.

La exposición comienza con sus obras tempranas en Barcelona, incluyendo bocetos para su primera comisión importante, una serie de frescos monumentales para el Saló de San Jordi en el Palau de la Generalitat de Barcelona, la silla del poder soberano catalán desde la Edad Media. Mostrando escenas de la civilización industrial junto a paisajes pastorales mediterráneos, los frescos de Torres-García fueron el manifiesto artístico más importante del noucentisme catalán. A pesar de la naturaleza arcádica de la mayoría de las obras en el Saló de San Jordi, en el último fresco, Lo temporal no es más que símbolo (1916), del que se expone un boceto, un inmenso fauno domina a una muchedumbre con soberana indiferencia. Esta temprana representación de una figura clásica en un estilo moderno fue duramente criticada por artistas académicos e intelectuales conservadores cuando fue presentada en 1916. El escándalo resultante y la muerte del líder político de Cataluña, Enric Prat de la Riba, conllevó a la destitución de Torres-García de la comisión.

En Barcelona, la confrontación con la realidad y el caos de la ciudad moderna condujo a Torres-García a una nueva forma de representación, a la yuxtaposición de planos y figuras, condensando profundidad como densidad, y aplanando sus planos, como se puede ver en obras como Figura con paisaje de ciudad (1917) y Composición vibracionista (1918). Repitiendo motivos como relojes para indicar el tiempo moderno, Torres-García comenzó a experimentar en obras en las que la pintura se encuentra con el collage, el lenguaje choca con figuras, y una multiplicidad de elementos se distribuyen verticalmente en la superficie -cualidades ejemplificadas en Ritmo de ciudad (1918).

Nueva York (1921 – 1929)

En 1920, ante la creciente tensión política en España al final de la Primera Guerra Mundial, y fascinado con América como un territorio de la modernidad, Torres-García se mudó con su familia a Nueva York. Ahí comenzó la producción de Aladdin Toys (Juguetes Aladino) de los que se incluye una selección en la exhibición. Estos juguetes de madera exploran la noción de una estructura transformable, una idea que informaría gran parte de su arte por venir, tanto sus pinturas como sus esculturas. En Nueva York, Torres-García pronto se situó al centro de una comunidad de artistas trabajando en estilos modernos, incluyendo Joseph Stella, Walter Pach, y Max Weber.

Durante su breve pero formativa estadía ahí, Torres-García representó la ciudad caótica en una serie de sorprendentes collage, especialmente New York Street Scene (1920), en la que la publicidad está yuxtapuesta con el paisaje, el entretenimiento choca con el arte, y la aspiración de una «visión total» está plasmada en vistas aéreas de la «furiosa» metrópolis. Aunque exhibió en Nueva York y eventualmente vendió obras -notoriamente a Katherine Dreier y su Société Anonyme- Torres-García se fue desencantado cada vez más y, ante los apuros económicos, regresó con su familia a Europa en 1922, donde vivieron en Génova, Fiesole, Livorno, y Villefranche-sur-mer antes de establecerse en París en 1926.

París (1926 – 1932)

Durante el complejo período de entreguerras, la década de los años veinte en París estuvo caracterizada por un ecléctico panorama artístico en el que las primeras prácticas de vanguardia estuvieron acompañadas por un interés por lo primitivo, el retorno a la representación clásica coincidió con la emergencia del surrealismo, y un aire de melancolía generalizado conllevó a una nueva forma de figuración. Un escritor prolífico, Torres-García produjo varios manuscritos ilustrados, exhibidos en la muestra, haciendo hincapié en su propio entendimiento del arte moderno fundamentado en principios que presidieron a la civilización moderna, permitiendo una libertad experimental radical. Durante esta época practicaba la abstracción a la vez que simultáneamente fue ahondando en lo primitivo y produciendo sus Objets Plastiques -pequeños ensamblajes en madera pintada- para comprobar varias estrategias de composición en formas tridimensionales.

Durante este período de experimentación, Torres-García encontró su voz artística y cristalizó su estilo. Hacia 1929 ya había encontrado su estilo característico definitivo, ejemplificado por dos obras importantes realizadas ese año: Fresque constructif au grand pain y Physique. Estas pinturas están caracterizados por figuras esquemáticas trazadas simplemente sobre una cuadrícula densa en la que tonalidades sencillas resaltan campos geométricos. Palabras, letras y abreviaciones están grabadas al lado de figuras específicas: representaciones esquemáticas de mujeres y hombres, peces, caracoles, relojes, casas, anclas, corazones, espadas, barcos, templos, y cruces. Distribuidas verticalmente sobre la superficie del lienzo, las figuras enfatizan la superficie del plano y la materialidad de la pintura. Torres-García produjo incontables variaciones de este esquema -el cual ya no abandonaría- que pueden apreciarse en obras como Construcción en blanco (1931, su año más productivo). Más tarde este estilo característico sería definido como «universalismo constructivo». Sin embargo, nunca dejó de experimentar y de producir sorprendentes esculturas y pinturas abstractas que no se ajustaban a este estilo característico.

Montevideo (1934 – 1939)

En 1934, a medida que la Gran Depresión se sumaba al tenso clima político en Europa -la Guerra Civil Española, el ascenso del totalitarismo, y, eventualmente, la Segunda Guerra Mundial- Torres-García regresó a Uruguay. En Montevideo, donde vivió hasta su muerte en 1949, Torres-García se convirtió en una figura cultural central -dando charlas, dictando conferencias por radio, enseñando, y escribiendo- dejando una influencia duradera en el mundo del arte uruguayo.

Para 1935 había fundado la Asociación de Arte Constructivo, y entre 1935 y 1943 estableció uno de los repertorios más sorprendentes de abstracción sintética y concreta en las Américas. Estos cuadros arquitectónicos son, en su mayoría, cromáticamente reducidos a un contraste de blanco y negro. Luz y sombra conforman el plan de la superficie, mientras que elementos tubulares y la sugerencia de misteriosas profundidades crean una fuerza orgánica dentro de estructuras reticulares y ordenadas. La exhibición incluye varias de estas obras esenciales, tales como Composición abstracta tubular (1937), Forma abstracta en espiral modelada en blanco y negro (1938), y Construcción en blanco y negro (1938). El legado de su taller personal, el Taller Torres-García, ha contribuido a la propuesta del arte latinoamericano como un auténtico movimiento regional, no derivativo, libre del dominio europeo. Fue en este espíritu que creó una de las imágenes más emblemáticas del modernismo latinoamericano, un mapa invertido de América del Sur, que proclamaba el Sur como su propio Norte. Un primer dibujo de este concepto se muestra en Curso para formación de la consciencia artística (La Escuela del Sur) (c. 1934) y culmina en su famosa América invertida (1943).

La década final de la obra de Torres-García está caracterizada por un eclecticismo, a medida que fue revisando el repertorio entero de sus estilos característicos, abstracto y concreto, desde la figuración esquemática hasta el Universalismo Constructivo. Un notable regreso al color -especialmente colores primarios- se manifiesta durante este período, a medida que renovó su interés en obras públicas monumentales. Con el Taller Torres-García, creó una serie de históricos murales, frescos, y proyectos para monumentos de piedra y madera, muebles, y objetos decorativos. Algunas de sus obras abstractas de este período incorporan pictogramas en su estilo característico que recuerdan antiguos muros de piedra (Arte universal, 1943) o refieren a eventos contemporáneos como el descubrimiento de la energía atómica y la Guerra Fría (Energía atómica, 1946). La exhibición concluye con sus obras tardías, que cierran el círculo de su obra completa y resumen sus contribuciones al modernismo: la abstracta Estructura a cinco tonos con dos formas intercaladas (1948), y su última obra, Figuras con palomas (1949), una conmovedora representación de una escena de maternidad en arcadia, similar a sus obras tempranas, pero en términos esquemáticos concretos.

ACTIVIDADES PARALELAS

La exposición Joaquín Torres-García: Un Moderno en la Arcadia irá acompañada de una serie de actividades y talleres educativos gratuitos para todo tipo de públicos: general, familiar, infantil y escolar. Habrá además visitas comentadas libres sin reserva los martes a las 12:00 y 18:00 horas y los miércoles a las18:00 horas y, los sábados y domingos, a las 12:00, así como la posibilidad de reservar visitas concertadas y con guía propio con reserva.

La artista Carmen La Griega realizará dos talleres para público infantil. El primero de ellos, Dibujando como peces va dirigido a menores de 4 a 6 años y tendrá lugar los sábados 11 de junio y 3 de septiembre. El objetivo es entender el proceso de creación y la simbología de la obra del artista mediante el dibujo. El segundo, Dibujos de luna y sol, dirigido a niños de 7 a 10 años, se celebrará los sábados 25 de junio y 10 de septiembre. Los menores crearán un cuento ilustrado y, además de introducirse en la simbología de Torres García, se adentrarán en el imaginario simbólico del autor y las formas geométricas del cuerpo.

El taller Descubriendo a Torres García acercará y descubrirá a las familias, los días 21 y 28 de mayo y 4 de junio la trayectoria de Torres-García a través de sus viajes a Montevideo, Barcelona, Nueva York, París, sus juguetes y sus obras. Y a través de Moving Toys García el público familiar aprenderá el arte de la construcción de figuras con movimiento, en un taller impartido por César Fernández Arias, los domingos 29 de mayo y 12 de junio. Niños de 6 a 12 años conocerán, además, el interés de Torres-García por el mundo del juguete con un espíritu didáctico y no solo como una fuente de ingresos sino también un medio de unión entre innovación plástica y pedagógica, un diálogo con el arte moderno a través del juguete con formas, colores y movimiento.

Además, durante los meses de julio y agosto el programa ABIERTO POR VACACIONES se centrará en la exposición con actividades dirigidas a niños de 6 a 12 años, de martes a viernes, de 10.30 a 13.30.

La muestra podrá verse en el Espacio Fundación Telefónica del 19 de mayo al 11 de septiembre 2016

Imágenes: 

Torres-García in Montevideo, c. 1945-46. © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016 Photo: Rosell Cardoz
Torres-García in Montevideo, c. 1945-46. © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016 Photo: Rosell Cardoz

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