En las salas se exhiben cincuenta y tres cuadros, doce de ellos del maestro lombardo, procedentes de colecciones privadas, museos e instituciones como el Metropolitan Museum de Nueva York, la Galleria degli Uffizi de Florencia, el Museo del Ermitage de San Petersburgo, el Rijksmuseum de Ámsterdam o la iglesia de San Pietro in Montorio en Roma.
La exposición se abre con obras llenas de luz, sombras, y una paleta llena de color. Según se avanza en el recorrido se va transformando en oscuridad cerrando el círculo cromático con la última obra del pintor «El martirio de santa Úrsula» de 1610 (cat. 46), en el que Caravaggio se autorretrata sujetando una lanza en el momento en el que el rey de los hunos hiere con su flecha a la Santa. Pintado pocas semanas antes de su muerte, este cuadro constituye un punto culminante de la última parte del recorrido de la exposición.
Entre 1600 y 1630, se establecieron en Roma más de dos mil artistas de los cuales una tercera parte eran extranjeros que convirtieron la Ciudad Eterna en un crisol artístico.
Los pintores del norte de Europa estaban dispuestos, en igual e incluso mayor medida que los italianos, a seguir el estilo de Caravaggio, impulsados principalmente por dos motivos: la menor importancia del componente clásico en la tradición pictórica del norte y la facilidad para aplicar el estilo de Merisi fuera del contexto tradicional de un taller o una academia de dibujo.
En los Países Bajos y las regiones germánicas trabajar del natural, basándose en los motivos visibles a nuestro alrededor, era una costumbre muy arraigada. Esto establecía un vínculo con la forma de trabajar de Merisi, cuyo origen lombardo le predisponía a pintar ad vivum, un método que los pintores de formación clásica consideraban inadecuado porque suponía un obstáculo para alcanzar la perfección en el arte.
El arte de Caravaggio era atractivo para ellos, además de por la posibilidad de trabajar del natural, por el destacado uso de la luz, las sombras y el color. Los forasteros podían incorporar este estilo al suyo propio sin tener que ceñirse al corsé de un programa de estudios.
Caravaggio y los pintores del norte traslada al visitante a la época de Michelangelo Merisi y a las décadas que siguieron a su muerte, cuando su fama aún estaba en su punto más alto, un periodo especialmente rico en hitos pictóricos.
La exposición se abre con dos salas dedicadas a las obras que el pintor realizó durante sus años en Roma, en las que se pone de manifiesto su polifacética carrera. En las siguientes, se presentan cuadros de artistas del otro lado de los Alpes que contemplaron con sus propios ojos la obra de Caravaggio.
Datos de interés:
Caravaggio y los pintores del norte
Museo Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado, 8 – 28014, Madrid.)
Fechas: del 21 de junio al 18 de septiembre de 2016
Horario: de martes a viernes y domingos, de 10 a 19 horas; sábados, de 10 a 21.
Del 1 de Julio al 4 de septiembre: de martes a sábados, de 10 a 22 horas; domingos de 10 a 19. Último pase una hora antes del cierre.
Entrada única: Colección permanente y exposiciones temporales.
Precio entrada general: 12 €
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