Esta instalación audiovisual está compuesta de ocho pantallas suspendidas en las que se proyecta la representación de una pieza musical de una duración de unos ocho minutos, creada específicamente para esta obra por la reconocida compositora Anne Dudley e interpretada por la Orquesta de Concierto de la BBC. El sonido es claramente audible, a pesar de que los intérpretes no tocan los instrumentos, sino que reproducen los gestos y movimientos que conlleva la ejecución musical. Este hecho genera una sensación de pérdida y vulnerabilidad, e enfatiza la importancia de las acciones corporales en la práctica de los instrumentos musicales.
Sam Taylor-Johnson (Londres, 1967), grabó la orquesta en diferentes tomas, dividiéndola en secciones de tal manera que, al proyectar todos estos filmes individuales en múltiples pantallas, el espectador tiene la percepción de estar en mitad de la orquesta. La obra recalca la relación entre la percepción auditiva de la música y la percepción visual de los músicos y del director, entre sonidos e imágenes, e implica al observador, que hace de vínculo entre estas dos percepciones fracturadas.
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