Clara Peeters, la mujer que pintó bodegones por no poder pintar desnudos, en el Prado

Coorganizada con el Koninklijk Museum voor Schone Kunsten Antwerpen (Museo Real de Bellas Artes de Amberes) en colaboración con el Gobierno de Flandes y con el patrocinio de la Fundación AXA, el Museo del Prado presenta, en la sala D y hasta el 19 de febrero, su primera exposición dedicada a una mujer pintora: Clara Peeters, pionera en el campo de la naturaleza muerta y una de las pocas mujeres que se dedicaron a la pintura en Europa en la Edad Moderna.

Esta exposición reúne las quince mejores obras, procedentes de diferentes instituciones y colecciones privadas, de la escasa producción conocida de Clara Peeters, que se cifra en torno a cuarenta pinturas. Entre ellas se incluyen los cuatro importantes cuadros de esta pintora que conserva el Prado y que convierten a esta institución en una referencia internacional para el estudio de su obra.

Tras su exhibición en Amberes, el Museo del Prado recibe en su sede una muestra dedicada a Clara Peeters, pintora flamenca perteneciente a la primera generación de artistas europeos especializados en naturalezas muertas y una de las escasas mujeres que pudo dedicarse profesionalmente a la pintura en Europa en la Edad Moderna.

La presencia de este grupo de quince obras relevantes de Clara Peeters en el Prado quiere destacar los logros de esta dotada y delicada artista, de la que se conocen apenas cuarenta obras de su mano.

Tanto la exposición como el catálogo que la acompaña suponen el estudio más actualizado hasta la fecha sobre su vida y su obra situando a Clara Peeters en el contexto cultural y artístico de Amberes y poniendo también el foco de atención en la situación de las mujeres artistas a principios de la Europa Moderna, cuando los prejuicios generalizados les cerraban muchos caminos.

La exposición

Clara Peeters cultivó el género del bodegón y un estilo que insiste en la apariencia real de las cosas, premisas que revelan un espíritu emprendedor y una mentalidad vanguardista, ya que, cuando comenzó a trabajar en este género, en la primera década del siglo XVII, solo unas cuantas obras de este tipo formaban parte de las colecciones de los Países Bajos Meridionales y el realismo se ofrecía como una alternativa al idealismo de la tradición renacentista.

Los bodegones expuestos, fechados entre 1611 y 1621, proceden de colecciones particulares (seis), instituciones del norte de Europa (tres), Inglaterra (uno), Estados Unidos (uno) y del propio Museo del Prado (cuatro). Quince obras que incluyen aves y pescados listos para ser cocinados; alimentos ya preparados y dispuestos sobre la mesa; y vajillas y objetos diversos, la mayoría de lujo, que se caracterizan por la minuciosa descripción de las formas y las texturas, y por el elegante contraste entre objetos luminosos y fondos oscuros, que contribuyen a crear una impresión general de sobriedad.

Estas obras revelan los gustos y costumbres de las clases más prósperas de los comienzos de la Edad Moderna, así se pueden observar productos importados como dulces, vinos, frutas o pescado -alimento este último que Peeters convirtió en protagonista de alguna de sus composiciones siendo la primera artista en hacerlo- como en Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas; gavilanes o halcones peregrinos junto a aves muertas -los primeros bodegones dedicados al tema de la caza, actividad asociada a la vida aristocrática- en Bodegón con halcón peregrino y su presa-; y conchas -cuyo origen exótico y peculiar belleza las hacían valiosas- representadas en Bodegón con pastel,
taza de plata con dulces, porcelana, conchas y ostras.

También en sus pinturas aparecen otros muchos tipos de objetos que podrían asociarse a la riqueza, el buen gusto, la educación o la cultura. Entre ellos están la porcelana; las copas y tazas de plata dorada; el vidrio soplado; y los contenedores de plata para la sal.

Clara Peeters a menudo incluyó, en sus cuadros, autorretratos reflejados en las superficies de jarras y copas. Estos retratos, apenas visibles, aparecen en al menos ocho de sus obras, de las cuales, seis se pueden contemplar en esta exposición. En Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre los reflejos en la copa de plata y la jarra de peltre muestran a la artista con un tocado, un gran cuello y un vestido de hombros altos. Otros como Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas, Bodegón con arenque, cerezas, alcachofa, jarra y plato de porcelana con mantequilla, Bodegón con quesos, almendras y panecillos, y Bodegón con quesos, gambas y cangrejos de río muestran tan solo la cabeza de la artista reflejada en las tapas de las jarras. Bodegón con flores, copas doras, monedas y conchas refleja, en la superficie de la copa de la derecha, hasta seis autorretratos de Peeters en los que se muestra con pinceles y paleta reafirmando su condición de mujer pintora y animando al espectador a reconocer su existencia.

Estos autorretratos también descubren su calidad como artista, ya que, su diminuta escala es una demostración de su maestría.

Clara Peeters

La escasez de referencias documentales sobre Clara Peeters convierte su obra en una fuente de información extraordinaria para descubrir a esta pintora, contemporánea de Jan Brueghel el Viejo, Rubens, Snyders y Van Dyck, formando parte de un período de apogeo en la historia del arte europeo.

Clara Peeters fue pionera en el campo de la naturaleza muerta y una de las pocas mujeres que se dedicaron a la pintura en Europa en la Edad Moderna. Diversos testimonios permiten suponer que desarrolló su trabajo en Amberes, aunque pudo realizar algún viaje a Holanda. Aunque no aparece inscrita en el gremio de pintores de la ciudad, es citada en un documento como pintora de Amberes y al menos seis de los soportes que empleó para sus cuadros tienen marcas que indican que las tablas fueron preparadas para esa ciudad. Además, en la hoja de tres de los cuchillos de plata, que se incluyen en sus obras y en los que aparece escrito su nombre, se puede ver una marca de la ciudad de Amberes. Estos cuchillos, que los comensales llevaban a los banquetes, se empleaban como regalo de boda y al contener su firma, podrían ser un recuerdo de su propio matrimonio que, en cualquier caso, no está documentado.

Clara Peeters nació alrededor de 1588-90. Once de sus obras conocidas están fechadas y las más tempranas son de 1607 y 1608. Su momento de mayor actividad fue alrededor de 1611-1612, pero se desconoce si pintó después de 1621.

La amplia distribución de su obra en colecciones de Róterdam, Ámsterdam o Madrid sugiere que aspiraba a obtener beneficios de su obra y que trabajaba de forma altamente profesional exportando su arte a través de marchantes.

Por otro lado, las diferentes calidades de su pintura sugieren que trabajaba con la ayuda de un taller

La mujer artista en el siglo XVII

Aunque la costumbre y la ley no favorecían la integración de la mujer en el mundo profesional, un reducido número de mujeres consiguieron salvar las limitaciones existentes y convertirse en pintoras. Pero condicionantes como la dificultad del aprendizaje del dibujo anatómico a partir de modelos vivos, normalmente masculinos que posaban desnudos, a los que las mujeres no tenían acceso, limitaban su producción al género del bodegón o al retrato.

Catharina van Hemessen (1527/28-1560) es la primera mujer artista documentada en Flandes y una de las primeras en Europa. Nació en Amberes y fue la profesión de su padre, el pintor Jan Sanders van Hemessen, lo que le permitió aprender en casa. La mayor parte de los cuadros que se conocen de esta artista son retratos.

Para Sofonisba Anguissola (h. 1532-1625) fue su condición social lo que le permitió ser artista. Trabajó como dama de honor de Isabel de Valois y de su hija la infanta Isabel Clara Eugenia. Su talento artístico hizo que le encargaran retratos por los que nunca recibió un salario, pero sí joyas y vestidos.

Artemisia Gentileschi fue una de las mujeres pintoras más reconocidas al inicio de la Edad Moderna. Hija del famoso pintor Orazio Gentileschi, nació en Roma en 1593. Cultivó el género del bodegón, un aspecto poco conocido de su carrera, pero también pudo aprender con su padre a pintar otro tipo de obras.

Varias mujeres pintoras de los siglos XVI y XVII fueron también hijas de pintores, entre ellas Lavinia Fontana, Fede Galizia, Isabel Sánchez Coello, Levinia Teerlinc y
Elena Recco.

Catálogo

El responsable del catálogo, editado en castellano e inglés, es Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, comisario de esta exposición y autor del primero de los dos ensayos que contiene la publicación titulado: Reflejos de arte y cultura de Clara Peeters.

El segundo de los ensayos es obra de Anne Lenders, historiadora del arte, que analiza los objetos y alimentos bajo la mirada de un espectador del siglo XVII en Clara Peeters pone la mesa.

Las fichas de catálogo son obra de Alejandro Vergara (que ha contado con la colaboración de José Manuel Rodríguez-Villa, de la Asociación Internacional de Cetrería y Conservación de las Aves de Presa, para redactar las correspondientes a las obras Bodegón con halcón peregrino y su presa y Bodegón con gavilán, aves, porcelana y concha).

Sala D. Edificio Jerónimos
Comisario: Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado

Logopress - Editor

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