A diferencia de los ilustradores más famosos del poema de Poe, como Édouard Manet o Gustave Doré, Bores elimina cualquier elemento narrativo. Sus imágenes del cuervo -solo o en compañía de Eleonore- recuerdan a las del pintor simbolista Odilon Redon, pero con un lenguaje más lírico y sensual.
Su aproximación al poema se aleja del tópico romántico y se sitúa en el contexto de la relectura del escritor americano por parte de autores como Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé o Paul Valéry, para quienes Poe había abierto el camino a la consideración de la obra literaria como un ente autónomo, un artificio.
Al igual que en Paisaje de verano, en los gouaches de “El Cuervo” Bores se acerca a la abstracción pero sin renunciar a la realidad visual. Los motivos se estilizan fruto de la sumisión a un espacio constreñido y a una disposición centrípeta. Gruesos arabescos negros disocian los planos de color que, ordenados en valores armónicos -en lugar de en contrastes de tono-, sugieren diferentes profundidades espaciales.
Francisco Bores. Gouaches para «El Cuervo» de Poe
Francisco Bores (Madrid, 1898-París, 1972)
Nacido en una familia de la alta burguesía madrileña, Bores se forma en la academia del pintor valenciano Cecilio Pla. Desde 1922 ilustra revistas modernas y ultraístas como Horizonte, Tobogán, Plural, Alfar, España y Revista de Occidente, dirigida esta última por Ortega y Gasset. La primera gran presentación de su obra es en la Exposición de Artistas Ibéricos de 1925. Para entonces, cansado ya del desinterés del público madrileño hacia el Arte Nuevo, el artista había decidido marcharse a París, donde residiría hasta el final de su vida.
Considerado ya por entonces por la crítica francesa como uno de los referentes de la Escuela de París, Bores resumiría en las siguientes palabras su concepción del arte como jouissance –o disfrute de los sentidos–: “La pintura es un acto sensual, se la puede considerar como una fruta que saboreamos con los dedos, su piel se identifica con la nuestra”.
A partir de 1934 la obra de Bores adquiere un carácter más intimista. Incluso durante los difíciles años de la ocupación alemana de París, en los que se vio obligado a separarse de su mujer y de su hija, continúa trabajando en escenas de interior de calculada luminosidad.
El final de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta constituyen un periodo fructífero. Tras adquirir cierta solidez económica, puede dedicarse de manera intensa a la pintura y a reflexionar sobre su labor artística. En esta época, Bores reduce la consistencia de figuras y objetos en favor de una mayor luminosidad y transparencia espacial. El resultado es una pintura de una pureza formal cercana a la abstracción, pero sin renunciar a la “verdad visual”.
De hecho, para el artista, la pintura fue siempre, ante todo, “un medio para conocer el mundo exterior y en particular las relaciones de orden espacial que no se pueden explicar más que por el lenguaje pictórico”.
FICHA DE LA EXPOSICIÓN E INFORMACIÓN PRÁCTICA
Título: Francisco Bores. Gouaches para “El Cuervo” de Poe
Fechas: Del 15 de diciembre de 2016 al 5 de febrero de 2017
Organiza: Museo Thyssen-Bornemisza
Comisario: Juan Ángel López, conservador del Museo Thyssen-Bornemisza
Horario: Lunes, de 12.00 a 16.00 horas; de martes a domingos, de 10.00 a 19.00 horas.
Lugar: Museo Thyssen-Bornemisza, Paseo del Prado, 8. Madrid. Balcón-mirador de la primera planta, acceso directo desde el hall.
Acceso gratuito
Imagen: Francisco Bores. El Cuervo, hacia 1960-1965. Colección privada © Francisco Bores, 2016
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