A lo largo del 2017 se presentarán en el vestíbulo italiano de la Biblioteca Nacional de España diversas muestras bibliográficas en homenaje a varios escritores de habla hispana.
El año comenzará con Las Lecturas de José Luis Sampedro (1917- 2013): Amo los libros pero no me gusta coleccionarlos, una selección basada en el escritor, del que este año se cumple el centenario de su nacimiento. En el año 2007, José Luis Sampedro, dentro del ciclo La biblioteca de, organizado por la BNE, habló de las lecturas que, a lo largo de su vida, más le habían influido en su escritura, las cuales se han reflejado en esta muestra. Tendrá lugar en la antesala del Salón de Lectura desde el 1 de febrero al 16 de abril.
Sampedro, escritor y economista, estudió Ciencias Económicas en Madrid, carrera que terminó en 1947. Ha trabajado en el Banco Exterior de España, en el que ocupó diversos puestos, y ha sido Catedrático de Estructura Económica por la Universidad Complutense de Madrid, además de ejercer la docencia en las universidades de Salford y Liverpool. Entre 1977 y 1979 fue Senador por designación real y desde 1990 perteneció a la Real Academia Española hasta su muerte.
El resto de muestras que ofrecerá la BNE son las dedicadas a Gloria Fuertes (20 abril al 24 junio), Juan Rulfo (28 de junio al 9 de septiembre), y Francisco Umbral (13 septiembre al 18 noviembre).
La poetisa Gloria Fuertes (1917- 1998) inicia su interés por las letras a la temprana edad de cinco años, cuando ya escribía y dibujaba sus propios cuentos. Empezó a escribir versos a los catorce años, a los quince los leía en Radio España de Madrid, y a los diecisiete dio forma a su primer libro de poemas, Isla ignorada, que sería publicado en 1950. Al fallecer su madre en 1934, entró a trabajar con diecisiete años en Talleres Metalúrgicos, y al año siguiente publicó sus primeros versos y dio sus primeros recitales de poesía en Radio Madrid. Aunque siempre se definió como «autodidacta y poéticamente desescolarizada», su nombre ha quedado ligado a un movimiento literario, la generación del 50.
Por su parte, Juan Rulfo (1917-1986) fue un escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la generación del 52. Su reputación se asienta en dos libros: El Llano en llamas, compuesto de diecisiete relatos y publicado en 1953, y su única novela, Pedro Páramo, publicada en 1955. La contribución del autor a las letras hispanas fue premiada con el Príncipe de Asturias en 1983.
En el caso de Umbral (1932-2007), fue un poeta, periodista, novelista, biógrafo y ensayista español. Su calidad literaria viene dada por su fecundidad creativa, su sensibilidad lingüística y la extrema originalidad de su estilo, muy impresionista, de sintaxis muy suelta, metafóricamente muy elaborado y complejo, flexible para los matices más esquivos de la actualidad, abundante en neologismos y alusiones intertextuales y, en suma, de una exigente calidad lírica y estética. Esta particularidad le hace especialmente intraducible y en consecuencia es un autor apenas vertido a otros idiomas y casi desconocido en el extranjero. Francisco Umbral es «uno de los primeros prosistas de la lengua española del siglo XX», según Fernando Lázaro Carreter, y Miguel Delibes lo califica como «el escritor más renovador y original de la prosa hispánica actual».
Como columnista practicó una especie de costumbrismo desclasado y antiburgués que no renunciaba al yo más intensamente romántico, e intentaba dar a lo cotidiano, en palabras de Novalis, la dignidad de lo desconocido, mezclando calle y cultura e impregnándose a veces de una desolada ternura. Como cronista político, Umbral hizo gala, además, de una gran acidez y mordacidad y una increíble intuición para captar la epidermis oculta de los asuntos.
El año lo cerrará Carmen de Burgos (1867-1932), que fue conocida por el seudónimo Colombine), de la que se conmemora el 150 aniversario de su nacimiento, en la exposición que se ofrecerá entre el 22 noviembre, y el 13 enero de 2018.
Periodista, traductora y activista de los derechos de la mujer española, se la considera la primera periodista profesional en España y en lengua española, por su condición de redactora del madrileño Diario Universal en 1906, periódico que dirigía Augusto Figueroa. Entre sus obras podemos encontrar ensayos como La mujer en España, y novelas como La mujer fantástica, de 1924. Firmó también con seudónimos como Gabriel Luna, Perico el de los Palotes, Raquel, Honorine o Marianela.