Concluye la primera fase de las obras de rehabilitación del histórico edificio, que recupera elementos y estructura originales. Entre las labores más significativas destaca la recuperación de la fachada principal y la intervención en el cuerpo de gradas.

La primera fase de rehabilitación del frontón Beti Jai, realizada con el objetivo de respetar al máximo la estructura y elementos originales del edificio y garantizar su seguridad y estabilidad, ha concluido. Las obras, realizadas en los tres cuerpos del Beti Jai desde 2016, han tenido un presupuesto cercano a los 2.800.000 euros.

Fachada, arcos y gradas
Entre las labores más significativas destaca la recuperación de la fachada principal. Para ello ha sido necesario realizar moldes de escudos, guardapolvos, pilastras y balaustre con lo que poder reponer fielmente elementos perdidos. También se ha intervenido en el cuerpo de gradas, reforzando cimientos y cada una de las plantas. Se han eliminado los tabiques con los que se habían cerrado las gradas después de que dejara de ser frontón, de manera que la cerrajería queda ahora a la vista.

Descubrimientos
Durante la rehabilitación, las arquitectas encargadas han realizado algunos descubrimientos: un arco neomudéjar fue encontrado en buen estado detrás de un tabique, y unas tejas planas originales muy innovadoras para la época fueron descubiertas en una recámara.

Estos hallazgos han permitido acercarse aún más al objetivo de las obra; devolver al Beti Jai a su estado original. Con ese propósito también se ha realizado un minucioso trabajo de documentación e investigación, para el que se ha recurrido a periódicos de la época, fondos documentales de bibliotecas y la colaboración de asociaciones y expertos.

La vidas del Beti Jai
El Beti Jai comenzó a construirse en 1893, en pleno auge de los frontones en Madrid, con el diseño del arquitecto Joaquín Rucoba y la utilización de técnicas y materiales innovadores para esa época. A partir de 1919 dejó de emplearse como instalación deportiva.

Desde entonces fue utilizado de manera sucesiva como comisaría de policía y cárcel, espacio de ensayos para las bandas de música de la Falange Española, escuela militar o taller de coches, entre otros.

Todos esos usos, las obras realizadas, la desidia y el paso del tiempo provocaron numerosos daños en el frontón y su supervivencia llegó a peligrar.

En mayo de 2015 el Ayuntamiento de Madrid finalizó el proceso de expropiación y adquirió Beti Jai. Comenzaron entonces los trabajos para recuperar un edificio acogido a las protecciones normativas del Conjunto Histórico de la Villa de Madrid con el rango superior de Monumento. El Beti Jai recibió además declaración de monumento nacional en 1991 y Bien de Interés Cultural en 2011 por la Comunidad de Madrid.

Historia
El Beti Jai es un edificio muy singular con alto valor patrimonial para Madrid situado en el distrito de Chamberí Comenzó a construirse en 1893, con el diseño del arquitecto Joaquín de Rucoba y la utilización de técnicas y materiales innovadores para esa época. A partir de 1919 dejó de emplearse como instalación deportiva.

Desde entonces fue utilizado de manera sucesiva como comisaría de policía y cárcel, espacio de ensayos para las bandas de música de la Falange Española, escuela militar o taller de coches, entre otros.

Todos esos usos, las obras realizadas, la desidia y el paso del tiempo provocaron numerosos daños en el frontón y su supervivencia llegó a peligrar.

Se encuentra acogido a las protecciones normativas del Conjunto Histórico de la Villa de Madrid con el rango superior de Monumento. Recibió declaración de monumento nacional en 1991 y Bien de Interés Cultural en 2011 por la Comunidad de Madrid.

En mayo de 2015 el Ayuntamiento de Madrid finalizó el proceso de expropiación y adquirió el recinto. En diciembre de ese mismo año comenzó una labor de investigación y recopilación de información para la que se contó con la colaboración de entidades, asociaciones y profesionales.

La Dirección General de Patrimonio emprendió en 2016 la primera fase de rehabilitación del Beti Jai con el objetivo de respetar al máximo la estructura y elementos originales del edificio y garantizar su seguridad y estabilidad.

Antes que el fútbol
Cuentan que la reina María Cristina y su corte conocieron y empezaron a apreciar el deporte de la pelota en San Sebastián. La moda se trasladó a Madrid y llegó a provocar grandes pasiones. Probablemente las apuestas que se hacían en torno al juego contribuyeron a alimentar la afición.

En 1891 se inauguró el primer frontón de la capital, el Jai Alai, y después le siguieron muchos más. Entre ellos destacaba el Beti Jai, al que llamaban “el Teatro Real de los frontones” y que contaba con un aforo de 4.000 personas.

Los mejores pelotaris del momento eran invitados a jugar en los frontones de Madrid, cuyas gradas se llenaban de aficionados de todas las clases y edades. La afición fue decayendo en los primeros años del siglo XX. Los problemas surgidos en torno a las apuestas provocaron prohibiciones y las grandes pasiones deportivas se fueron dirigiendo al fútbol.

La mayor parte de los frontones cubiertos se fueron adaptando a otro tipo de espectáculos o actividades. La presión inmobiliaria los hizo desaparecer después.

Como la Ópera de París
La construcción del Beti Jai fue rápida, no pasó ni un año entre el comienzo de las obras y la inauguración del frontón. Fue ideado con ganas de llamar la atención: de los planos de Joaquín Rucoba salió una fachada ecléctica inspirada en la Ópera de París, elementos de estilo neomudéjar y una estructura muy ligera gracias a las columnas de fundición y las vigas de acero.

El frontón ocupa una parcela de 3.609 metros cuadrados y la superficie construida alcanza los 10.800 metros cuadrados.

Cuenta con tres cuerpos: el principal, de tres alturas y con fachada a la calle del Marqués de Riscal, se destinaba a vestíbulo principal, salones de descanso, despachos de administración, taquillas. Otro cuerpo, situado en la parte posterior, albergaba los cuartos de los pelotaris, la enfermería y el café público.

El tercer cuerpo, el de las gradas, se ideó con una inclinación que permitiera la visibilidad desde cualquier punto. Por ello se emplearon vigas curvadas de forma que la estructura se adaptara al ángulo de las gradas.

Coches, cárcel o escayolas
El Beti Jai dejó de funcionar como frontón en 1919 y se tiene constancia de que ese mismo año se solicitó licencia para ensanchar una puerta, lo que llevó a la eliminación también de una parte de la zona de gradas. Comenzó a usarse entonces como taller de coches y garaje.

Durante la Guerra Civil, en la defensa de Madrid, el edificio fue utilizado como comisaría de policía y como cárcel. En los primeros años de la dictadura se empleó como edificio de ensayos para las bandas de música de la Falange Española. En los años posteriores fue recinto para la asamblea de alcoholeros y escuela militar particular.

En 1944 se convirtió en taller de objetos de escayola y cartón piedra, un uso que se mantuvo hasta los años setenta. Su último empleo conocido fue de nuevo como garaje y taller de automóviles.

En 1977 el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid preparó un estudio para que ante el abandono que sufría el edificio y basándose en la historia y objetivos que impulsaron la construcción de este edificio, se solicitara su conservación y uso público, obteniéndose en 1991 la catalogación de Monumento Nacional. Desde 1989 el inmueble permanece sin uso.

Corrosión, humedades
Tras la adquisición del Beti Jai por parte del Ayuntamiento y la decisión de garantizar su rehabilitación, la Dirección General de Patrimonio del Área de Economía y Hacienda realizó un análisis del estado del edificio. El listado de patologías y daños es largo.

La fachada principal
Se encontró en avanzado estado de deterioro. Habían desaparecido buena parte de los elementos originales, como la balaustrada superior, basas de columnas, remates curvos de balcones o capiteles. Los elementos que aún permanecían en la fachada estaban en grave riesgo.

En la zona de gradas la degradación también era generalizada. Una parte había desaparecido y las plantas se habían cerrado con paredes, lo que ocultaba la cerrajería tan característica del edificio.

Existían rampas y huecos no originales, se habían perdido carpinterías. En todos los cuerpos se detectó avanzada pudrición, corrosión, pérdida de verticalidad de las columnas.

Habían desaparecido ladrillos originales, los daños que se encontraron eran estructurales y graves.

Un plano en acuarela
Los daños detectados hacían necesaria una intervención con el objetivo de recuperar el edificio. Se inició una intensa labor de investigación y documentación con el fin de conocer al detalle la configuración original de este singular espacio y todos sus elementos.

Tras el repaso de periódicos de la época, visitas a la Biblioteca Nacional y otros archivos como el del Palacio Real, recuperación de planos originales, encuentros con historiadores y expertos, el equipo encargado de las obras de rehabilitación pudo obtener una imagen pormenorizada del Beti Jai tal y como fue construido a finales del siglo XIX.

Fue decisiva la colaboración de diferentes entidades, asociaciones y profesionales que han seguido de cerca los últimos años de este edificio tan singular y han contribuido decisivamente a protegerlo de la desaparición.

Una acuarela del plano de la fachada principal permitió estudiar todos los detalles y descubrir también que el arquitecto Joaquín Rucoba diseñó el frontón con una planta más de las que fueron construidas finalmente.

El encaje a la vista
En la primera fase de rehabilitación se han realizado los trabajos de recuperación de la fachada de Marqués de Riscal con la composición, estética y acabados originales. Se han recuperado aquellos elementos de los que quedaban restos, parte o completos, como los escudos, guardapolvos, pilastras, balaustre, para obtener moldes y reproducir todos los elementos.

Se hicieron también trabajos de remate en cornisas y labores de pintura en el cuerpo inferior y de limpieza del zócalo de granito. Se recuperó la verticalidad de los muros por su cara interior.

El procedimiento se repitió en el resto de fachadas, buscando la adaptación a la morfología de cada una y los materiales empleados. Se eliminaron las paredes con que se habían cerrado las gradas después de que dejara de ser frontón. Esto ha permitido dejar ver la cerrajería, una especie de encaje que caracterizaba al edificio original y vuelve a estar a la vista.

Se ha actuado planta por planta, reforzando primero la cimentación. Para poder sustituir fragmentos de las viguetas o reforzarlas, se han retirado entrevigados y se han reconstruido después. También se han introducido nervios de hormigón que garanticen una mayor carga.

Se han buscado y adaptado ladrillos idénticos a los originales para devolver los muros a un estado lo más cercano posible al original.

Un arco sorpresa
Al emprender la rehabilitación de la fachada posterior se confirmó que el arco principal, de estilo neomudéjar había desaparecido.

En el interior de ese cuerpo encontraron una zona tabicada y al retirar las paredes descubrieron un arco gemelo al que había desaparecido en la parte exterior. Gracias a ese arco escondido pudo hacerse una copia fiel y devolver esa fachada a su estado original.

Las tejas escondidas
Otro de los descubrimientos de esta primera fase de rehabilitación se refiere al tejado del edificio. En el bajocubierta apareció una recámara donde se encontraron unas pocas tejas originales. La singularidad es que se trata de tejas planas, muy poco comunes en la época en la que fue construido el Beti Jai.

Pudo localizarse la fábrica de Valladolid de la que procedían esas tejas y encargar que se realicen nuevas con los mismos elementos decorativos originales para poder emprender una recuperación fiel de la cubierta del frontón, que en la actualidad es de zinc.

El presupuesto de obras
Hasta la actualidad, la Dirección General de Patrimonio ha realizado tres actuaciones en el marco de la primera fase de rehabilitación. Las actuaciones previas, con presupuesto de 310.000 euros, concluyeron en julio de 2016.

Ese mes arrancó la consolidación estructural y estanqueidad de cubiertas del cuerpo principal del edificio Frontón Beti Jai, por un valor de 996.000 euros.

Actualmente se está tramitando la modificación del proyecto para incluir el cambio de cubierta con las tejas planas originales.

También en verano del año pasado se emprendió la consolidación estructural y estanqueidad de cubiertas del cuerpo posterior y de gradas del edificio Frontón Beti Jai, con un presupuesto de 1.500.000 euros. Resta una pequeña intervención en el cuerpo de gradas.