Where is Diana? Fotografía, performance y videoarte de Diana Coca en la Fragua de Tabacalera

Un proyecto de Diana Coca, en cuya práctica e investigación artísticas se conjugan fotografía, performance y videoarte. Su temática gira en torno a la relación entre el cuerpo y las herramientas de control construidas a su alrededor; un cuerpo objeto y sujeto de protocolos, convenciones, espacios sociales, políticos, culturales, religiosos…

Cuerpos que muestran el malestar por la opresión de un orden social, un orden marcado por dicotomías excluyentes que hacen imposible la integración de lo múltiple, y que niegan los estados fronterizos.

Where is Diana?’ investiga la relación entre el cuerpo y las herramientas de control construidas a su alrededor, un cuerpo que es objeto y sujeto de protocolos, convenciones sociales, políticas, culturales, religiosas… Me centro en la invasión del espacio público, localizaciones con fisuras y áreas que suponen un perjuicio y restricción para las libertades públicas y privadas en relación a la identidad individual, sus cuerpos y sexualidad.

Realizo performances para la cámara fotográfica y vídeo fuera del espacio de galerías, museos y distritos artísticos de Pekín y México, donde las reacciones de los transeúntes son más intensas, ya que no esperan que una acción artística suceda ahí. A través de la ironía y la descontextualización creo situaciones donde el espectador puede participar en estas experiencias en contextos de vida real, así hay un impacto mental y emocional sobre el público, envolviéndolo activamente en la propuesta. Inspirada por las Pussy Riots, a través del uso del pasamontañas represento la idea del miedo al otro, que está siendo usado globalmente como estrategia para limitar nuestras libertades.

Siguiendo a Rem Koolhaas en Generic City, la transformación urbana del entorno y las nuevas maneras de vivir están cambiando los modos de experimentar los afectos y la sociabilidad en las megapolis contemporáneas, incluyendo Pekín y Ciudad de México. Las personas están intentando comprender la nueva relación entre el espacio público y privado, cómo negociar estos nuevos escenarios, cambiando las antiguas formas espaciales por nuevas realidades que conllevan un proceso de homogeneización. El concepto de sociedad antiguo está siendo reemplazado por uno más individual y alienado, tan rápido que están aumentando los traumas y disfunciones entre los habitantes de las metrópolis. Especialmente la pérdida de lazos familiares, las raíces y la identidad personal, que han sido la fuente tradicionales de relación entre las personas y el territorio. Todo esto está causando una profunda confusión psicológica, dilemas morales y dislocaciones espaciales, que retrato a través de mis imágenes.

Nos estamos convirtiendo en seres fronterizos, cyborgs entre la tecnología y la animalidad, la apoteosis del límite en una sociedad multicultural, deshumanizada y monitorizada. Mi proyecto se desarrolla en la frontera de EEUU y México, donde seres humanos migrantes viven en el límite de la legalidad, en riesgo de exclusión social, perdiendo sus vidas debido a la deshidratación, hambre, disparos de las patrulleras estadounidenses, explotación de los narcotraficantes, traficantes de seres humanos… La frontera y sus habitantes son como heridas abiertas, viviendo dentro y fuera al mismo tiempo. Estas series de foto-performances son una articulación ético-estética, que cuestionan la situación en la que viven millones de personas alrededor del mundo. Sin ir más lejos tenemos una situación paralela en el Mediterráneo, la gran frontera entre África y Europa, o en China donde viví al borde de la legalidad debido a las nuevas estrategias de control ideológico, persecución y regulación gubernamental del gobierno chino para sabotear la estancia de extranjeros en el país, sobretodo enfocado a trabajadores freelance relacionados con profesiones creativas.

Como indica Vilem Flusser en A Philosophy of Photography, las nuevas herramientas de transmisión de información y máquinas de propaganda son los gobiernos, los medios de comunicación, internet, las redes sociales… produciendo una sensación de soledad en medio de la comunicación cósmica. La sociedad de la información dispersa los datos, que solo se reciben en el espacio privado a través de las máquinas. La ciudad como espacio público ya no existe, no existen espacios reales para la cohesión, diálogo, intercambio cultural, representación y expresión de una sociedad, por lo tanto la política en un sentido tradicional se ha vuelto imposible. Es por esto que afirmo que, para mí, el arte es un derecho, no un privilegio, que debe suceder en la calle, en el espacio público, como una herramienta de práctica, cohesión y disfrute social. Estas esferas de la vida – privado y público – que nos presentan como irreconciliables coexisten y se interpenetran una a otra, por eso es imposible entender la una sin la otra.

LA FRAGUA. TABACALERA | 22.06.2017 – 03.09.2017

Logopress - Editor

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