Rosario Peiró, Directora del Área de Colecciones del Museo Reina Sofía invita a visitar el Museo comenzando a finales del siglo XIX. La irrupción del siglo XX: utopías y conflictos (1900-1945). Esta parte de la historia la podemos encontrar en el Edificio Sabatini, planta 2. El recorrido comienza con el principio de la Colección del museo, las obras plantean los conflictos entre una modernidad dominante entendida como progreso y sus múltiples descontentos, siendo una ideología en impugnación constante tanto en los frentes social y político, como cultural y artístico. La vanguardia, en su reinvención del sujeto, del público y del medio artístico, se convierte en síntoma del nuevo siglo XX.
Mientras que el Cubismo define la moderna mirada, temporal y múltiple, el Dadaísmo y el Surrealismo liberan al sujeto de la represión moral y social, dando vía libre al deseo y al subconsciente social e individual. Como respuesta a la naturaleza revolucionaria de las vanguardias, en los años veinte y treinta se producen diversos retornos que suponen una relectura compleja de los géneros tradicionales. En los años treinta, la vanguardia integra experimentación y construcción, individuo y colectividad, constituyéndose en una forma poética de reescribir el presente. Ante la amenaza de los fascismos, y su versión dogmática de la historia, se produce la vinculación entre vanguardia y política, culminada en el Pabellón de la República de 1937 y el Guernica, de Pablo Picasso. En esta planta 2ª se encuentra el Guernica y la exposición Piedad y terror en Picasso. El camino a Guernica (Sala 206).
Por ascensor o por las escaleras de piedra subiremos a la 4ª planta para encontrarnos con ¿La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido (1945-1968). Las obras nos hablarán de las transformaciones artísticas en la posguerra mientras empieza a conformarse una geopolítica internacional tensionada entre dos mundos y sistemas antagónicos, Estados Unidos y la Unión Soviética. Tras el revés que supusieron para las ambiciones utópicas de las vanguardias el Holocausto y la 2ª Guerra Mundial, de la cual la Guerra Civil española fue un ensayo general, la modernidad se aísla en su autonomía para explicar el mundo.
Frente a este repliegue en la abstracción gestual y expresiva, la sociedad de consumo cobra forma y una serie de cambios políticos avanzan el escenario polarizado entre el mundo individualista occidental y el colectivo soviético, dos polos enfrentados y complementarios a la vez. El arte, pese a su apariencia de aislamiento, se inserta en este complejo entramado discursivo, donde la batalla por la hegemonía ideológica se libra en la primacía cultural.
En el periodo de los 60 a los 80, nos esperan en la planta 0 y 1ª del Edificio Nouvel. De la revuelta a la posmodernidad (1962-1982). Los nuevos tiempos abren la puerta a los cambios políticos, sociales, culturales y tecnológicos que configuran el escenario global contemporáneo: la descolonización, las revueltas del 68, los movimientos feministas, la crisis económica, la expansión de la cultura popular y la eclosión de otras modernidades periféricas.
Este es también el momento en que el sistema del arte ve desbordado su campo específico para entrar directamente en la arena de todos esos procesos, aun a riesgo de perder la especificidad de sus medios convencionales – pintura o escultura – e incluso su misión estética. Bajo el signo de la «muerte del autor», el artista repudia la paternidad de la obra que produce, proclamando su apertura a lecturas y experiencias diversas. También se afirma su naturaleza procesual, colectiva, performativa y contingente. Sin embargo, paradójicamente se retrasa indefinidamente la “muerte del arte” como lugar de reflexión y de enunciación, aunque también, como se verá en los 80, como fetiche, mercancía y espectáculo.
El recorrido parte de la Batalla de Argel y de la Revolución Cubana, y se adentra en el campo en continua expansión de unas prácticas que ya no siguen una dirección única, sino que vienen enunciadas desde posiciones no solo marcadamente diferentes, como el Tropicalismo, sino también directamente antagónicas, como es el caso del arte feminista.
Textos: Rosario Peiró, Directora del Área de Colecciones
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