Diez imágenes realizadas por Marcos López recogen el espíritu crítico y combativo de la artista fallecida en 1994 y cuya obra acaba de entrar en el Museo Reina Sofía.
La obra de Liliana Maresca se desarrolló y brilló principalmente durante buena parte del periodo de la postdictadura argentina, desde mediados de los años ochenta hasta la muerte de la artista, a fines de 1994, víctima del sida. Artista de difícil clasificación, fue un icono de la intervención urbana en Argentina.
Su muerte temprana no impidió que siguiera siendo fuente de inspiración para muchos otros artistas. Diez de sus performances, retratadas por su amigo y también artista Marcos López, se exhiben en el festival La Mar de Músicas de Cartagena, España, dentro del Especial Sonidos Latinoamericanos, y donde queda reflejado su espíritu critico y combativo. Hasta el 31 de agosto, en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy.
Liliana Maresca fue una de las más importantes y controvertidas protagonistas de la escena cultural de América Latina. Una artista difícil de clasificar, que realizó una obra atrevida, potente y muy personal, en la que puso su cuerpo, la mayoría de las veces desnudo, de manera insistente dentro de su obra, y que se convirtió en emblema de la entusiasta bohemia porteña de los años 80.
Si algo la define es la intensidad, el espíritu crítico y combativo, y la fe en la transformación. Transformaciones que ella vivía en la vida y que vivía de forma acelerada también en su cuerpo, debido al sida que acabó con su ella el 13 de noviembre de 1994. Es una artista que utilizaba todos los medios de expresión a su alcance, y ponerle el cuerpo a su arte implica que no había fronteras entre su vida y su producción.
Las obras que en La Mar de Músicas se exhiben son diez “fotoperformances” registradas por su amigo y fotógrafo Marcos López. En ella hay una serie de fotografías tomada por Marcos López en 1983, donde se ve a la artista interactuando con sus objetos realizados con elementos reciclados, donde resulta evidente la idea de cargarlos con la impronta sensual y provocativa de su cuerpo desnudo, recorriendo una amplia gama de sugerencias emocionales desde el desenfado erótico, la actitud devota, la tensión, la fragilidad o la amenaza.
De 1984 es la que foto que muestra a Maresca en las escalinatas de ingreso al Museo Nacional de Bellas Artes, con una máscara y que se puede leer como una declaración de principios acerca de cuáles pueden ser los requerimientos y prejuicios que condicionan el acceso, particularmente de los creadores jóvenes, a tales instancias consagratorias.
En ese mismo año pasó de la crítica cultural a la política. La muestra en Cartagena recoge una fotografía de cuando organizó el ciclo frente a la Casa Rosada, sede del Gobierno Nacional argentino. Para esta ocasión Maresca seleccionó un vestuario más severo: capa, sombrero y lentes oscuros le otorgaron. En las imágenes, la compostura corporal y el ceño adusto la muestran como una señora respetable. Al travestirse en un personaje que estaba en las antípodas de su personalidad Maresca desafió límites que tienen que ver con apropiarse de la participación política recién reconquistada. A finales de 1983 asumió el primer presidente elegido democráticamente después de siete años de cruenta dictadura militar.
En la muestra de Cartagena también se pueden ver dos fotografías registradas por Marcos López en 1993, donde la sensualidad de la artista, al desnudo aparece recostada sobre enormes retratos de genocidas, rostros y símbolos del poder, la violencia, el dinero, la corrupción como Jorge Rafael Videla o Emilio Eduardo Massera.
Las “fotoperfomances” de Liliana Maresca se pueden ver en Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy hasta el 31 de agosto dentro de la sección de arte de La Mar de Músicas.