Conoce la historia de Brígida del Río, la barbuda de Peñaranda que pintó Sánchez Cotán

El Museo del Prado acoge miles de obras sorprendentes, como el cuadro que pintó en 1590 Juan Sánzhez Cotán «Brígida del Río, la barbuda de Peñaranda» un óleo sobre lienzo de 102 x 61 cm. Se trata de un extraño retrato que, según Javier Portus Pérez, Jefe de Departamento de Pintura Española (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado, probablemente se trate del retrato de la barbuda de Peñaranda que aparece entre los cuadros que el pintor Juan Sánchez Cotán (1560-1627) dejó a Juan Gómez en 1603.

Otro retrato de la barbuda de Peñaranda se cita en 1629 en la colección de Pedro Salazar de Mendoza. Ambos cuadros estaban en Toledo y es muy probable que se tratara del mismo. Su identificación con el ejemplar del Museo del Prado se basa en razones estilísticas, pues la técnica minuciosa y detallada es cercana a la que caracteriza la pintura de Sánchez Cotán, quien, según revela el inventario ya citado de 1603, se dedicó con cierta asiduidad al género retratístico.

También el uso de la luz para modelar suavemente los rasgos es propio del pintor cartujo. Brígida del Río fue un personaje popular a finales del siglo XVI. Prueba de su fama es su mención en varias obras literarias y la creación de varias imágenes que la representan. Entre las primeras figuran títulos importantes y difundidos de la época, como el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (1599 y 1604), el Tesoro de la lengua castellana de Sebastián de Covarrubias (1611), o el Donado hablador de Jerónimo Alcalá (1624). En cuanto a sus retratos, se sabe que a finales del siglo XVI poseía uno el arzobispo Juan de Ribera y en 1659 se cita otro en la colección del marqués de Astorga.

El cuadro del Prado se difundió a través del grabado, pues fue el modelo que utilizó el citado Sebastián de Covarrubias para una de las imágenes de sus Emblemas morales (1610), donde se aclara que la figura es el retrato de la barbuda de Peñaranda.

Se trata de uno de los varios retratos de mujeres barbudas que han circulado por España. Algunos, como el de Ribera, han llegado hasta nosotros, y otros se conocen por sus referencias documentales.

El tema fue utilizado también por Miguel de Cervantes, quien se sirvió de él para construir uno de los episodios cómicos de la segunda parte del Quijote. Con frecuencia, a las mujeres barbudas se las incluye en el amplio catálogo de enanos, bufones y gentes de placer. Todos ellos comparten una anormalidad física o psíquica que invita a dejar constancia gráfica de su paso por este mundo.

El carácter documental de muchas obras de este tipo está atestiguado en este caso por la inscripción que aparece en la parte superior izquierda, en la que se identifica a la retratada, se indica su edad y se precisa la fecha en la que se pintó el cuadro. Todo ello sirve para afirmar la veracidad de la imagen. Sin embargo, como han señalado Fernando Rodríguez de la Flor y Jacobo Sanz, a las barbudas le estaba asociada una serie de valores específicos que trascienden los límites de la mera curiosidad natural y que afectan a esferas como la moral. Son connotaciones que hay que tener en cuenta para comprender mejor el origen y la función de estos retratos.

Los tratados de fisionomía y la literatura de carácter científico atribuían el crecimiento de la barba y otras características masculinas a la preponderancia en el hombre de humores de carácter cálido, que son los mismos que se atribuyen a las barbudas, y que justificarían el tópico acerca de la lujuria y las pésimas costumbres de estas mujeres a las que con frecuencia se asocian nociones demoníacas (Texto extractado de Portús, J. en: El retrato español en el Prado. Del Greco a Sorolla, Museo Nacional del Prado, 2010, p. 56).

Localización: El cuadro forma parte del recorrido que propone el Museo del Prado por sus salas con el programa Itinerarios expositivos “La mirada del otro. Escenarios para la diferencia” se encuentra expuesto en la 1ª Planta – Sala 008 del Museo del Prado

Imagen:
Sánchez Cotán, Juan
Brígida del Río, la barbuda de Peñaranda, 1590
Óleo sobre lienzo (Alto: 102 cm.; Ancho: 61 cm.)
Procedencia:Bienes de Juan Sánchez Cotán, 1603; Juan Gómez de Mora; Colección Real (Palacio de El Pardo, Madrid, antecámara, 1701, s.n.; colección Felipe V, Quinta del duque del Arco, El Pardo-Madrid, tercera pieza de invierno, 1745, nº 41; Quinta del duque del Arco, pieza tercera, 1794, nº 61)
Información Museo del Prado

 

María Jesús Burgueño

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