Casi diez años después, al imaginar un curso nuevo, recordamos lo que ha cambiado nuestra manera de ver las cosas. Entonces, el trabajo de educación en un museo se limitaba a explicar exposiciones y hacer talleres. Ahora grabamos una película, caminamos durante un día entero o tejemos un toldo. Estas prácticas podrían parecer ajenas a un departamento de educación pero cada vez toman más protagonismo y repercuten en todos nuestros proyectos educativos.

Tejer un toldo para dar sombra a nuestro huerto resultó ser un proyecto clave para imaginar el curso que comienza. En primer lugar porque las tejedoras nos enseñaron a tejer, es decir, nos pusimos en una posición no experta, lugar desde donde nos gustaría pensar este año para ver los mecanismos de aprendizaje que provoca. Tejer nos hizo pensar en todas las técnicas que desconocemos y en el placer de situarnos en la inexperiencia.

Al mismo tiempo, al ser un objeto hecho por mucha gente de manera espontánea e irregular, el toldo nos hizo preguntarnos por la estética establecida en un museo. Por eso este año, en la institución tradicionalmente legitimadora de la belleza y el saber, queremos seguir ampliando sus posibilidades de acción y volcar luz a otras prácticas consideradas menores, que quedan en los márgenes y que cuestionan ciertas ideas que tienen que ver con un único modo de hacer. Nuevamente lo haremos desde las pedagogías y las prácticas queer, incluyendo este año un taller dirigido a profesores, para que sean ellos también los que multipliquen en sus aulas las posibilidades de ser y estar en el mundo. Así, con estas actividades, invitamos a cualquier persona que quiera unirse a ser amateur, maruja y monstruo, entendiendo estas como maneras de estar en resistencia ante las imágenes y los saberes hegemónicos. Amateurs que se mueven por las ganas de hacer y la pasión, y no por las lógicas del éxito; marujas reivindicadoras de los saberes domésticos y populares; y monstruos provocadores de desplazamientos en el deseo y la belleza.

Un año más queremos que este programa que presentamos sea un espacio abierto a la experimentación y alternativo a las dinámicas que buscan la eficacia y la productividad. Que sea un recurso para trabajar a ritmos más lentos, con el error como motor creativo y con la emoción de trabajar con lo que no se puede explicar del todo. Un espacio de encuentro de personas que harán muebles para el museo, construirán hamacas para transformar un parque de Móstoles o formarán parte de un coro. Todo ello en constante diálogo con las miradas que nos ofrecen los artistas y las exposiciones, que son fuente inagotable de pensamiento para nuestros proyectos. Nos centraremos, más aún, en el trabajo con el entorno más cercano. Continuaremos con nuestros proyectos con el bachillerato artístico del I.E.S. Europa, el proyecto extraescolar Bailar el barrio y ampliaremos la colaboración con el UFIL Pablo Neruda de Móstoles empezando allí una residencia para artistas. También comenzamos El Triángulo, un proyecto que unirá, a través del sonido, la música y la escucha al colegio de primaria Beato Simón de Rojas, el conservatorio Rodolfo Halffter y al propio Centro, y que generará una investigación sobre nuevas formas de relacionarnos.

Al mismo tiempo que cerrábamos las actividades del curso 2017 — 2018 aprendimos a hacer papel marmolado e incluimos una hoja en cada uno de los programas. Después de una década de experiencias, queremos trabajar como si empezáramos de nuevo, con la emoción de todo lo que todavía está por aprender y por imaginar, para construir entre muchas lo que puede ser un departamento de educación. (Equipo de educación del CA2M).

Descargar programa educativo 2017 – 2018