Tras su monumental exposición de paisajes en 2012, el artista regresa al Museo Guggenheim Bilbao con una intensa y envolvente instalación en torno al retrato.

Todas las obras son del mismo tamaño, fueron pintadas en un marco temporal de tres días y muestran al modelo sentado en la misma silla, iluminado por la luz brillante del sur de California y con el mismo fondo de un azul intenso.

Gracias al virtuoso tratamiento del artista, la uniformidad de los elementos de cada pintura acentúa las diferencias entre los distintos modelos, permitiendo que sus personalidades surjan del lienzo con una cálida inmediatez.

El Museo Guggenheim Bilbao presenta David Hockney: 82 retratos y 1 bodegón, una exposición que reúne un nuevo y destacado conjunto de obras en las que el artista británico retoma el retrato con renovado vigor creativo y ofrece una visión íntima del panorama artístico de Los Ángeles y de las personas que se han cruzado en su camino a lo largo de los últimos años.

Tras David Hockney: Una visión más amplia, la monumental y exitosa exposición de paisajes realizada en el Museo Guggenheim Bilbao en 2012, el artista abandonó la pintura y su Yorkshire natal para regresar a Los Ángeles. Poco a poco, regresó a la sosegada contemplación del retrato y en el verano de 2013 pintó el primero de lo que acabaría convirtiéndose en un extenso grupo de más de 90 retratos, 82 de los cuales pueden contemplarse en esta exposición.

Hockney concibe estos retratos de forma colectiva, como un solo corpus artístico. La instalación plantea un recorrido cuasi-cronológico que permite realizar otro estudio psicológico: el del propio artista. Su estado emocional parece aligerarse a medida que avanza la serie, al igual que su convicción en el formato y el medio.

Entre los modelos, todos ellos elegidos entre sus amigos, familiares y conocidos, se encuentran personas de su estudio, otros artistas como John Baldessari, y comisarios y galeristas como Larry Gagosian. “Los famosos están hechos para la fotografía”, afirma Hockney. “Yo no hago famosos; la fotografía sí. Mis famosos son mis amigos.” Cada retrato, resultado de una observación intensa, se convierte en una especie de análisis psicológico.

Todas las obras son del mismo tamaño y muestran al modelo sentado en la misma silla, iluminado por la luz brillante y diáfana del sur de California y con el mismo fondo de un azul intenso. Fueron pintadas en un mismo marco temporal de tres días. Gracias al virtuoso tratamiento de Hockney, la uniformidad de los elementos clave de cada pintura acentúa las diferencias entre los distintos modelos, permitiendo que sus personalidades surjan del lienzo con una cálida inmediatez. Mediante esta exposición, en un momento de proliferación de los selfies y los retratos fotográficos en las redes sociales, Hockney reexamina el papel del retrato pintado en una instalación intensa y envolvente.

La nota diferente de la misma, el bodegón, obedece a que en una ocasión uno de los modelos no pudo acudir a la cita y el artista, deseoso de pintar, recurrió a lo que tenía más a mano en su estudio, una selección de frutas y hortalizas, para realizar su retrato.

Posar para David Hockney. Retrato de Edith Devaney, comisaria de la exposición.
El director del estudio del artista, Jean-Pierre Gonçalves de Lima, asumió la formidable tarea de programar todos los retratos a lo largo de un período de más de dos años. Hockney pintó a Edith Devaney en dos ocasiones, primero en septiembre de 2015, y de nuevo en febrero de 2016. Este último retrato está incluido en la muestra, tras un proceso en el que se eliminaron algunos retratos de personas a quienes había pintado más de una vez.

Relato de Edith Devaney:
La segunda vez que posé para él fue hacia el final del proyecto y ya había tenido la oportunidad de analizar las poses y la vestimenta de quienes habían pasado por allí antes que yo. La única indicación que recibí fue que me recogiera el cabello; a mitad del primer retrato, Hockney decidió que así la imagen sería mejor. Muchas de las modelos femeninas se habían puesto elegantes para su retrato, así que, para variar, decidí vestirme con un atuendo más informal.

La sesión comenzaba en torno a las nueve de la mañana. El estudio estaba muy ordenado, con el lienzo imprimado listo en el caballete y todas las pinturas, pinceles y paletas dispuestos sobre una mesa situada a la derecha de este. La plataforma con la silla estaba a la izquierda, frente al caballete. Sentada en la silla, probé varias posturas distintas y me incliné hacia adelante con la cabeza apoyada en la mano, en la que se me antojó una postura natural y familiar. A Hockney le gustó, esperando que fuera capaz de mantenerla durante tres días.

La primera parte del proceso, y tal vez la más intensa, fue el dibujo al carboncillo que Hockney trazó directamente sobre el lienzo imprimado. Él describe ese boceto de cabeza, cuerpo y silla como “fijar la pose”, afirmando que pinta lo que ve, y se asegura de verlo todo. La perspicacia y concentración de su mirada eran notables, su cabeza moviéndose constantemente de la modelo al lienzo.

Una vez completado el dibujo, comienza la pintura. Todos los retratos están hechos con pintura acrílica, un medio que Hockney no había utilizado en veinte años. Tras las primeras obras, comenzó a utilizar una nueva marca que tiene un mayor contenido de gel y, por tanto, permanece húmeda más tiempo, lo que le permitía, a lo largo de tres días, ir añadiendo pequeños matices al rostro de su modelo.

Tras una hora de pausa para un buen almuerzo y un rato de animada conversación, las sesiones continuaban hasta bien entrada la tarde. Durante los descansos de la mañana y la tarde, Hockney se sentaba en un sillón a cierta distancia del lienzo, analizando su progreso mientras fumaba un cigarrillo. Durante esas pausas, comentaba diversos aspectos de la pintura, pero mientras estaba pintando permanecía en el más absoluto silencio.

El proceso es sumamente físico para Hockney, que se mueve continuamente adelante y atrás para observar el lienzo de cerca y desde cierta distancia. Hay una enorme sensación de fluidez en sus movimientos cuando extiende la mano para cargar el pincel de pintura, mezclar nuevos colores o seleccionar un pincel diferente.

Puede subir y bajar el caballete con ayuda de un motor eléctrico, de manera que el trabajo minucioso, de detalle, lo realiza siempre a la altura perfecta. A lo largo de todo el proceso, la intensidad de su concentración no disminuye ni un ápice. Cualquier atisbo de fatiga que sienta más tarde se ve compensado por el placer de la creación.

Los modelos participan de ese placer a medida que va surgiendo la imagen. Por algún motivo, mi retrato me pareció a un tiempo familiar y extraño. Hockney dice que pinta “lo que ve”, admitiendo que todos vemos de forma distinta, ya que nuestra visión viene determinada por nuestras numerosas experiencias. Verte sometida a tan minucioso escrutinio te hace plantearte el efecto de los propios procesos de pensamiento sobre tu aspecto físico, y la consumada destreza de Hockney para reflejar esa complejidad interior acentúa la intensidad psicológica de la exposición.

Una vez que hubo completado mi retrato, le pregunté si creía que había captado mi personalidad. “He captado un aspecto de ti”, repuso. “El primer retrato captó un aspecto diferente y, si hiciera un tercero, volvería a ser distinto”. La fascinación de Hockney por el retrato está indisolublemente unida a su profunda simpatía por el ser humano y por todas las fragilidades que encarnamos, “la comedia humana”, como él mismo la describe.

Selección de modelos

Margaret Hockney
David Hockney tiene tres hermanos y una hermana, y todos ellos están muy unidos. Sin embargo, siempre ha mantenido un vínculo muy especial con Margaret, enfermera jubilada a la que ha dibujado en varias ocasiones en los últimos años, cuando ella y David pasaron mucho tiempo juntos en Bridlington mientras él trabajaba en sus paisajes de Yorkshire. El año pasado, ella viajó a Los Ángeles con una amiga íntima, Pauline Ling, que también posó para uno de los retratos. Rufus Hale En 2015 la artista británica Tacita Dean pasó algún tiempo en Los Ángeles, investigando en el Getty Institute. Durante ese período visitó a Hockney, al que más tarde filmaría fumando en actitud contemplativa para su obra Retratos (Portraits), de 2016. En su visita, la acompañó su hijo de once años, Rufus. Hockney, a quien el joven le recordó a sí mismo a tan tierna edad, sintió la necesidad de pintar a Rufus, que demostró ser un excelente modelo y se involucró por completo en el proceso.

Jean-Pierre Gonçalves de Lima
Jean-Pierre Gonçalves de Lima conoció a Hockney cuando trabajó para él en su taller de Londres. Músico parisino de origen portugués, pasó a dirigir el gran estudio de Hockney en Bridlington durante la creación de la serie de pinturas de paisajes de Yorkshire. También ayudó a Hockney durante la realización de estos retratos, planificando cada sesión, preparando el material de pintura para el artista y creando un extraordinario archivo de fotografías que documentan las diversas fases de cada retrato.

Gregory Evans
Gregory Evans ha sido compañero íntimo de Hockney durante varias décadas y posee un profundo conocimiento de su obra. Junto con el artista, ha fundado y continúa dirigiendo el David Hockney Studio, que supervisa la obra y los archivos del artista. Desde que se conocieran por vez primera en Los Ángeles en 1971, Evans ha posado con asiduidad para Hockney. Su buena relación y la considerable experiencia de Evans a la hora de posar para Hockney hacen que su retrato sea uno de los más distendidos del grupo.

Celia Birtwell
Desde que se conocieran por vez primera en la década de 1960, la diseñadora textil Celia Birtwell ha sido una de las más íntimas amigas de Hockney. Birtwell y su anterior marido, el diseñador de moda Ossie Clark, posaron para el célebre retrato doble del artista titulado El Sr. y la Sra. Clark, y Percy (Mr and Mrs Clark and Percy) (1970–71, Tate). Desde entonces, Birtwell ha sido su modelo femenina más habitual. Cuando esta visitó a Hockney en el verano de 2015, iba acompañada de su marido, Andy Palmer, y su nieta, Isabelle Clark, cuyos retratos también se pueden ver en la muestra.

Bing McGilvray
Bing McGilvray, artista radicado en Boston, es amigo de Hockney desde hace varias décadas. Hockney valora y disfruta de su relajada compañía y su vivo ingenio, y ambos comparten la pasión por el tabaco. Visitante habitual en Los Ángeles, McGilvray suele hacer compañía al artista cuando los miembros de su equipo se encuentran de viaje. Hockney lo ha pintado en varias ocasiones, y cada retrato capta un aspecto distinto de su persona.

John Baldessari
Hace tiempo que el artista conceptual John Baldessari, nacido y criado en California, es uno de los artistas contemporáneos más célebres de la Costa Oeste. Algunos años mayor que Hockney, ha sido amigo suyo durante varias décadas.

Datos de interés:
David Hockney: 82 retratos y 1 bodegón
Fechas: del 10 de noviembre, 2017 al 25 de febrero, 2018
Comisaria: Edith Devaney
Exposición organizada por la Royal Academy of Arts de Londres en colaboración con el Museo Guggenheim Bilbao

Imagenes:
-David Hockney, Los Angeles, 9 de marzo de 2016 © David Hockney. Crédito de la foto: Jean-Pierre Goncavles de Lima
-Fruta sobre una banqueta, 6, 7 y 8 de marzo de 2014 (Fruit on a Bench, 6th, 7th, 8th March 2014) de 82 retratos y 1 bodegón. Acrílico sobre lienzo (de un conjunto de 82). 121,92 x 91,44 cm. © David Hockney. Crédito de la foto: Richard Schmidt
-Edith Devaney, 11, 12 y 13 de febrero de 2016 (Edith Devaney, 11th, 12th, 13th February 2016) de 82 retratos y 1 bodegón. Acrílico sobre lienzo (de un conjunto de 82). 121,92 x 91,44 cm. © David Hockney.Crédito de la foto: Richard Schmidt.
-David Hockney,Margaret Hockney, 14, 15 y 16 de agosto de 2015 (Margaret Hockney, 14th, 15th, 16th August 2015) de 82 retratos y 1 bodegón. Acrílico sobre lienzo (de un conjunto de 82).121,92 x 91,44 cm. © David Hockney.Crédito de la foto: Richard Schmidt
-Celia Birtwell, 31 de agosto, 1 y 2 de septiembre de 2015 (Celia Birtwell, 31st August, 1st, 2nd September 2015) de 82 retratos y 1 bodegón Acrílico sobre lienzo (de un conjunto de 82) 121,92 x 91,44 cm © David Hockney Crédito de la foto: Richard Schmidt