Exposición sobre “La Victoria de Pernambuco”, en el Museo Naval de Madrid

El Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada, almirante general D. Teodoro López Calderón ha inaugurado la exposición “La Victoria de Pernambuco”, organizada por el Museo Naval de Madrid. La muestra, comisariada por Clara Zamora Meca, doctora en Historia del Arte y profesora de la Universidad Pablo de Olavide, reúne la serie de pinturas que se realizó para conmemorar la victoria de la Armada española frente a los holandeses en Pernambuco (Brasil) en 1631. La muestra permanecerá abierta hasta el 7 de enero de 2018.

Por primera vez se pueden ver integralmente los cuadros titulados Batalla naval de Pernambuco o de los Abrojos, pintados hacia 1632 por Juan de la Corte (Amberes, h. 1585- Madrid, 1662), y encargados por el almirante español Antonio de Oquendo (San Sebastián,1577- La Coruña, 1640)- que venció a la flota holandesa, a pesar de contar con menos naves y hombres que el almirante holandés- para regalárselos al rey Felipe IV y que decoraron una parte del Alcázar de Madrid hasta su incendio en la Nochebuena de 1734. En aquel incendio, los cuadros se salvaron arrojados por las ventanas, mientras otras obras de Velázquez o Tintoretto ardían en la inmensa llamarada.

Junto a esta serie de pinturas se exhibe otro cuadro de la misma época que el almirante Oquendo encargó para sí mismo. Esta obra, que se encuentra actualmente en una colección particular y es de autor anónimo, representa el momento cumbre de la batalla, protagonizado igualmente por el fuego.

La exposición cuenta, además, con el estandarte español (pendón) que llevó el almirante vasco y que constituye una pieza de gran valor histórico. Asimismo, se ha realizado un audiovisual con motivo de esta exposición para reflejar de forma didáctica y elocuente este momento histórico.

Dos de los valores intrínsecos de estas pinturas son: el ser una de las primeras batallas navales narradas en serie (al estilo de un cómic), a través de las cuatro escenas que, además, son un valioso testimonio para conocer la arquitectura naval de la época; y la perspicacia del almirante Oquendo para que, a través de la pintura, se reconociera históricamente su victoria, convirtiéndose así estas obras en un instrumento político y diplomático.

La trazabilidad de los cuadros es sinuosa, de manera que volver a reunir estas piezas es un notable acontecimiento cultural, puesto que ocupan un lugar destacado dentro de la pintura española de ese momento, gracias a la mano experta de un pintor como Juan de la Corte que cultivó cuadros de historia, arquitecturas y batallas navales. La muestra constituye una oportunidad única para contemplar juntos estas pinturas, que están diseminados en colecciones públicas, así como en distintas colecciones particulares españolas.

La batalla naval de Pernambuco

Durante el siglo XVII, los holandeses a través de sus Compañías de Indias Orientales y Occidentales se fueron estableciendo en el Caribe, América del Norte, el Océano Índico, la India y el Pacífico, con el objetivo de convertirse en la primera potencia comercial del mundo para superar al Imperio español que reinaba en ese período histórico.

Las Provincias Unidas de Holanda querían no solo monopolizar el comercio oriental y el tráfico de esclavos entre América y África, sino también ocupar las regiones productoras de azúcar. Y en ese empeño, los holandeses buscaban controlar puertos estratégicos como Pernambuco en la costa brasileña, algo que logró en 1630.

En 1631, una flota compuesta por 21 naves, 16 españolas y 5 portuguesas, lideradas por el almirante Antonio de Oquendo y Zandátegui, partió desde Lisboa con destino a las costas brasileñas, siguiendo el mandato del rey Felipe IV. Tardaron algo más de dos meses en cruzar el Atlántico y desembarcaron en Bahía de Todos los Santos. Unos días más tarde, entre el 12 y el 13 de septiembre, se enfrentaron la armada española contra la holandesa, que comandaba el almirante Adrian Hans-Pater.

Fue una batalla cruenta, en la que se destruyeron dos galeones hundidos y uno preso, y perdieron la vida más de 600 personas con 200 heridos. Los principales combates fueron protagonizados entre las capitanas y almirantas de ambas flotas, lo que ocasionó también la muerte del almirante holandés. El 21 de noviembre de 1631 el almirante Oquendo regresaba a Lisboa tras la liberación de Pernambuco.

Antonio de Oquendo y Zandátegui

El protagonista principal de esta batalla naval formaba parte de una familia muy arraigada y de las primeras que poblaron San Sebastián, llegando a ocupar cargos relevantes en la administración de dicha ciudad. El almirante general de la Real Armada y Ejército del Mar Océano y Caballero de la Orden de Santiago, Antonio de Oquendo y Zandátegui (San Sebastián, 1577- La Coruña, 1640) era hijo del también almirante general Miguel de Oquendo y Segura, que llegó a ser alcalde de San Sebastián, y de María de Zandátegui, que formaban un matrimonio tipo de las élites guipuzcoana de la Edad Moderna. Posteriormente el almirante Antonio de Oquendo se casó con María de Lazcano y Sarría, lo que contribuyó a que el almirante acrecentase su patrimonio familiar por la importancia del linaje nobiliario de su esposa.

El matrimonio tuvo dos hijos, Teresa de Oquendo, que murió joven poco después de casarse con el marqués de Oria, y Antonio Felipe, que falleció con 18 años el mismo año que su padre, el almirante. Además, el almirante tuvo un tercer hijo, Miguel de Oquendo y Molina, fruto de su relación con una joven andaluza, Ana de Molina, que conoció durante su estancia en Cádiz. Por la muerte temprana de sus dos hijos la herencia recayó en su tía Juana de Oquendo, y por ende en la hija de ésta, Teresa de San Millán y Oquendo, que se casó a su vez con el hijo ilegítimo del almirante, Miguel de Oquendo y Molina, de cuya unión nacieron once hijos. Uno de los nietos del almirante, Miguel Carlos de Oquendo (1659-1693) fue capitán de Mar y Guerra en la Real Armada y vizconde de Zandátegui y marqués de San Millán. Más tarde el apellido Oquendo se fue perdiendo hasta que se creó para José Antonio Narváez el marquesado de Oquendo, por decreto firmado en 1889 por la Reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena.

Arte y política en el Siglo de Oro español

Esta serie de marinas, las cuatro de Juan de la Corte y las que encargó el almirante Oquendo a un pintor anónimo para él, describen dos episodios de la batalla. Por un lado, la preparación de las líneas de combate, y por otro, el encuentro entre las naves capitanas y almirantas, en la vanguardia de la batalla. En algunas de las escenas recogidas por Juan de la Corte y el pintor anónimo que recrean la batalla podemos ver casi medio centenar de barcos enfrentados, entre los diferentes tipos de buques de las armadas holandesa e hispano-lusa. Es un tipo de composición de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, caracterizada por su linealidad, serenidad y escaso movimiento.

Sin embargo, estos óleos reflejan con fidelidad un acontecimiento histórico de primera magnitud, por lo que destaca el valor documental de lo plasmado por ambos pintores, que quizá por ello merezcan estar entre los cuadros de batallas más importantes de la Edad Moderna. En la representación de esta tipología de arquitectura naval de la primera parte del siglo XVII se observan galeones de diversos tipos, artillería, fanales y pavesadas, entre otros elementos.

Esta serie constituye un ejemplo muy definido de la estrecha conexión que existía entre arte y política en el siglo XVII. Como en épocas anteriores, las obras de arte fueron utilizadas con intencionalidad, mucho más allá de los valores artísticos. Muchos de los encargos, los intercambios y compras de pinturas y esculturas demuestran la historia común entre la Monarquía española y los antiguos Países Bajos en el siglo XVII. En la escuela española no existen demasiadas representaciones de estas marinas de batallas, salvo en el Museo del Prado, que atesora una representación aceptable de este género pictórico.

LA VICTORIA DE PERNAMBUCO
Museo Naval (Paseo del Prado, 5). Madrid
Del 27 de octubre al 8 de enero de 2018
Horario: de martes a domingo, de 10 a 19 horas. Lunes, cerrado.

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