La Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional han presentado esta mañana la antología poética “Aunque dure un instante” de Claribel Alegría, XXVI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, publicada por Ediciones Universidad de Salamanca con motivo de la entrega de este galardón a la poeta nicaragüense en el Palacio Real.
En el encuentro con los medios de comunicación para presentar la obra han intervenido la propia galardonada, Claribel Alegría; Cristina Pita, vicerrectora de Atención al Estudiante y Extensión Universitaria de la Universidad de Salamanca; Eduardo Azofra, director de Ediciones Universidad de Salamanca; Alfredo Pérez de Armiñán, presidente de Patrimonio Nacional; y Eva Guerrero, profesora del Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana y responsable de la antología.
La antología tiene una extensa introducción, bibliografía y noticia biográfica preparada por la profesora Guerrero dando como resultado una magnífica pauta en el conjunto de una cabal trayectoria literaria. Además, incorpora dos poemas inéditos, manuscritos por la propia poeta. También destaca de la obra la imagen de la cubierta, que muestra el volcán de Masaya (Nicaragua), que vincula las hondas raíces que la poeta siente con Centroamérica, llenando de pleno simbolismo doloroso un rasgo importante de su poesía.
Eva Guerrero ha dicho sobre Claribel Alegría
Claribel Alegría (Estelí, Nicaragua, 1924), de padre nicaragüense y de madre salvadoreña, tiene una sólida trayectoria en poesía y prosa; sus siete décadas de producción poética la convierten como una de las voces de mayor prestigio en el ámbito de las letras centroamericanas; en esas siete décadas destaca por encima de todo en la poesía, en la que ha mantenido el rigor y el respeto por la palabra aprendidos, desde la adolescencia, de su admirado Rilke y perfeccionado bajo el magisterio de Juan Ramón Jiménez.
Dan cuenta de ello títulos bien conocidos como Anillo de silencio (1948) Vigilias (1953); Acuario (1955); Huésped de mi tiempo (1961); Vía Única (1965); Pagaré a cobrar (1973); Raíces (1973-1975); Sobrevivo (1978); Luisa en el país de la realidad (1987); Y este Poema-Río (1989); Variaciones en clave de mí (1993); Umbrales (1996); Saudade (1999); Soltando amarras (2005); Mitos y Delitos (2008); Otredad (2011); Voces (2014) y Amor sin fin (2016).
Su incursión en las letras comienza en los años cuarenta del siglo XX a través del libro Anillo de silencio (1948) bajo la tutela de Juan Ramón Jiménez, mientras residía en Estados Unidos y, en sus numerosos títulos mantendrá su búsqueda personal, el amor por sus dos tierras, la denuncia de la realidad centroamericana; todo ello muy ligado a su entorno familiar. A medida que la pérdida de los suyos y la lacerante ausencia del ser amado se hace más presente se incluye en su obra la aceptación de la muerte, para concluir en un tema que siempre ha estado presente: el amor, en el intenso poema-libro Amor sin fin (2016).
A partir de Vía Única (1965) con la inflexión de la revolución cubana- la profundización en la realización centroamericana se hace más fuerte, y continúa, con matices muy distintos, de modo más intenso en Pagaré a cobrar y otros poemas (1973), Raíces (1973-1975), Sobrevivo (1978, Premio Casa de las Américas), Y este Poema-Río (1989) y Variaciones en clave de mí (1993).
En los años sesenta (y setenta) surge con más intensidad la prosa en colaboración con su marido, el periodista Darwin J. Flakoll (Bud), su colaboración profesional fue estrecha, tanto en la traducción de su obra (muchas de sus traducciones las hizo Darwin J. Flakoll), como en la producción conjunta de multitud de obras sobre la realidad política de Nicaragua y El Salvador; juntos publican entre otras la novela Cenizas de Izalco (1966) y otras obras de testimonio.
La poesía de Claribel Alegría hizo suyo el lema de Juan Ramón Jiménez: “La transparencia, Dios, la transparencia”; sin embargo, esa “transparencia, esconde claves a las que es difícil acceder en una primera lectura, (véase el penetrante poema/libro Umbrales (1996), clara reflexión metapoética sobre toda su trayectoria del que en esta Antología se recogen los dos poemas finales).
Las modulaciones de su trayectoria son importantes (otra deriva estaría protagonizada por los libros Saudade (1999) y Soltando amarras (2003); en el primero encontramos el intenso desgarro tras la muerte de Darwin J. Flakoll.
Ambos libros, estremecedores, tienen como protagonista a la muerte, pero ahora en dolor más agudo y cercano. A pesar de todo ello, sobre todo en Soltando amarras, se produce al final un profundo aferrarse a la vida con la calma que da la madurez, valiéndose en muchos casos de la mitología para paliar su dolor. Y esto la une a su siguiente libro Mitos y Delitos (2008) donde aparece la mitología, pero de la que se sirve, a veces con un pulso claramente acendrado (véase “Orfeo”) dándole a su situación personal un carácter universal.
Sus siguientes poemarios Otredad (2011), Voces (2014), de matiz muy distinto, nos muestran a una poeta, que no ha abandonado el tema de la muerte y la vejez; pero aparece la aceptación con un tono de epicureísmo, sobre todo en Voces (donde la poeta está alerta y asume las “voces” de la naturaleza, de todo lo que le rodea y puede comunicarle belleza y vida, a pesar de que es consciente de un cuerpo que ha llegado a la vejez y ansía regresar al origen).
Amor sin fin (2016), su último libro, es un viaje de versos precisos, directos; es un poema pleno, de una sonora intensidad; que en esta Antología va completo porque no tendría sentido fragmentarlo, va dedicado a Bud, su marido, pero es también un tránsito por toda su obra. Consta de siete apartados, que recorren la vida y la poesía de Claribel que, en definitiva, han sido una y la misma cosa. Va precedido de una cita de Muerte sin fin de Gorostiza, y, como en el amor, como en la muerte, contiene todos los elementos que obsesionan a la poeta.
Claribel Alegría concluye, por el momento, su trayectoria poética con Amor sin fin. El amor recorre las páginas de sus libros y triunfa siempre en medio del horror. Por ello para este libro he elegido un título de un poema dedicado a Bud “Aunque dure un instante”, inserto en uno de los primeros libros que se aproximan a la realidad centroamericana (Vía Única, 1965) y que muestran el horror, de ahí el bálsamo de Bud.
Todos estos aspectos de su trayectoria reafirman una voz en perpetua crisis pero a la que siempre ha acompañado la poesía, de ahí el título seleccionado para la Introducción “A pesar de todo surge el canto” tomado de un verso de “Datos personales” incluido en la Antología; en ella la esperanza renace siempre y con ella el amor a la vida.