El restaurante, junto a la esquina de la calle Jorge Juan, ofrece 400 m2 divididos en dos plantas que acogen a más de 80 comensales. Los salones de comidas de arriba se caracterizan por una elegancia sobria y sofisticada. La Clave cuenta con un acogedor reservado para reuniones privadas y de empresa. Su terraza da cabida a más de 40 personas. En la planta baja, denominada El Secreto de Velázquez, nos espera un íntimo espacio de barra, coctelería y música ambiental, que respeta los antiguos arcos de ladrillo al fresco de una carbonería de principios del siglo XX.
La presentación de las Jornadas corren a cargo de Tomás Gutiérrez, propietario de La Clave y Presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Madrid «La Viña». Autor de la carta de las Jornadas de la Cocina Asturiana, el chef Pepe Filloa explica el origen de cada receta para proceder después a la degustación, con tres vinos de Madrid de Las Moradas (San Martín de Valdeiglesias).
Del interior y la costa
Del concejo de Tineo Pepe Filloa rescata el chosco, popular en todo restaurante que se precie de asturiano. Su intensa carne adobada de lomo de cerdo se equilibra con cachelos y berza. Receta de la villa pesquera de Luarca, la caldereta luarquesa versiona la gallega con merluza, rape y corvina. Su salsa se elabora con base de pimiento, cebolla, ajo y fumé, además de tomate natural.
Cachopos y postres
También de las aldeas del interior, La Clave recupera el repollo horneado, relleno de carne estofada de ternera. No falta el fuerte queso de Cabrales, con el que se preparan sendas raciones de croquetas y setas. Además, La Clave presenta sus dos versiones del cachopo, sin duda el plato asturiano de moda en Madrid. El de merluza emplea finas lonchas de la variedad gallega de pincho de Burela, rellenas de salmón, bacalao y queso de Vidiago. El de solomillo de vaca joven asturiana se rellena con jamón ibérico y también con esta tierna variedad de queso, que se derrite entre la carne.
Como colofón, los postres nos devuelven antiguos aromas y dulces sabores de los hogares del campo asturiano. Las casadielles son una masa de hojaldre frita que contiene una mezcla de nuez, canela, azúcar y anís. Los frisuelos, versión asturiana de la filloa gallega, consisten en obleas rellenas de crema de manzana. El arroz con leche a la asturiana se sirve quemado, previamente cocido a fuego lento durante dos horas. Por último, la tarta de queso Astur cuenta con la inconfundible personalidad del queso de vaca y oveja asturianas.
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