Francisco Leiro formó parte en la década de los setenta del grupo surrealista Foga, acentuándose en estos momentos en su escultura la mezcla de elementos surrealistas y de una figuración más lánguida que mostraba la parte más sarcástica de la condición humana.
En estos años, celebrará su primera exposición individual en la Sociedad Cultural de Cambados en 1975, con tan solo dieciocho años. A comienzos de los 80 participó en la última exposición colectiva de Atlántica. Surgió no como un movimiento, sino como un grupo de personas que pretendían “discutir el país”, y que protagonizaron un cambio de dirección en el arte español.
Leiro pertenece, pues, al grupo de artistas del siglo XX que protagonizó un cambio de dirección en el arte español de principios de la década de los ochenta. El clima de euforia que rodeó al nacimiento de la joven democracia española se manifestó en el arte en la forma de una explosión plural que incluía artistas como: Ferrán García Sevilla, Juan Muñoz, Manolo Quejido, Susana Solano, Juan Uslé y Miquel Barceló.
La obra de Leiro apareció en un clima dominado por las ideas de la Transvanguardia italiana y el Neoexpresionismo alemán, aunque existe un conjunto de relaciones mucho más complejo que incluiría el Surrealismo, el Manierismo gallego, la escultura románica, la tradición policromática; así como el impacto del arte popular y de escultores europeos contemporáneos. Su obra temprana mezcla elementos surrealistas a la vez que da muestras de una especie de Arte Pop ligero. En los años ochenta el artista se interesó por la mitología, las tradiciones culturales y los rasgos faciales o psicológicos peculiares de los gallegos para, posteriormente, centrarse en las relaciones entre cuerpo y mobiliario, siempre con su particular mirada mordaz.
A pesar de este marco conceptual, Leiro se inspira en las pautas de su vida cotidiana. Explota los gestos físicos de la gente que ve a su alrededor y se rinde a su lacónico sentido del humor, así como a su mirada irónica y a menudo exagerada hasta lo surreal. A finales de los ochenta Leiro se traslada a Nueva York donde reside desde entonces sin renunciar a largos periodos en su estudio de Cambados.
El critico de arte Fernando Castro, dice sobre la obra de Leiro, que “La radicalidad escultórica de Leiro le lleva a confluir con la idea del cuerpo como vestidura extraña, algo que podría prolongarse hasta una libido indumentaria donde puede surgir un excitación tan material como especulativa en la que el sujeto puede localizarse en lo anónimo”.
CUATRO OBRAS EN LA EXPOSICION
MEAT MARKET
2009
cedro.
350 x 150 x 130 cm
Se trata de un homenaje a los empleados del extinto mercado de la carne en Chelsea ,Nueva York. Es muy formalista en la pose y en la fuerza del personaje, muy clásica. El mandil que le cubre las piernas convierte al personaje en un poderoso volumen frontal que se prolonga en el torso. Mientras con la mano izquierda sostiene un machete lleva la mano derecha al hombro izquierdo para cargar sobre la espalda un cerdo abierto en canal. El gesto de la mano con el machete podría recordar al Perseo de Benvenuto Cellini. Todo pretexto permite profundizar en un tema para abordar los retos que impone la escultura.
BOUZAS
Vigo. 2009
madera de chopo teñida.
400 x 177 x 91 cm.
Es un homenaje a los trabajadores de los astilleros de Bouzas. En este caso es un soldador. Posee también algo de monumento, tal vez por las dimensiones. En todas las figuras de gremios o de oficios aparece un tratamiento formal que lo acerca a lo monumental, a una cierta escala monumental que queda rebajada a través de la temática de lo cotidiano.
MARISCADOR.
2011.
Madera de cedro y hierro.
350 x 140 110 cm.
Representa a un mariscador de la Ría de Arousa. Es muy importante la ropa en mi obra de los últimos años. En este caso se trata de la ropa que usan los “mariscadores de a pie”. El hombre aparece blandiendo un “raño”, que se utiliza para recolectar almejas y berberechos. A nivel formal destacaría la composición del sujeto y el objeto o instrumental.
AFRODITA
1997.
Pino amarillo pintado.
365 x 287 x366 cm.
Se sale fuera de esa línea. Fue una obra que realicé a mediados de los noventa (1994) y formaba parte de una exposición sobre los géneros que inauguré en la galería Marlborough de Nueva York en 1997. Se trata de una fantasía con zapatos que tienen tres tacones y con una gran cola de plumas que podría evocar los carnavales de Brasil o a una “drag queen” de las Islas Canarias. El propio título de la obra ya denota que se trata de una ironía. El humor tiene la función de poner límites a lo que pudiera parecer grotesco a algunas sensibilidades y de este modo se desvía cualquier discurso sobre la belleza.
De alguna manera Leiro también apunta a las relaciones casi siempre conflictivas, aunque no dramáticas entre hombres y mujeres. Estas afloran sustentadas en imágenes míticas o desquiciadas, llevadas a un extremo de formas disparatadas, como extraídas de los sueños.
La muestra se podrá visitar hasta el domingo el 1 de julio de 2018, siendo la entrada gratuita