El Museo Guggenheim Bilbao presenta la exposición Chagall. Los años decisivos, 1911–1919, una selección de más de 80 pinturas y dibujos realizados en los inicios de su carrera por un pintor singular e inconfundible, cuyo universo en apariencia sencillo encierra una realidad compleja en la que se entrelazan mundos antagónicos. Esta exposición, organizada por Kunstmuseum Basel en colaboración con el Museo Guggenheim Bilbao, está patrocinada por la Fundación BBVA.
Nacido en 1887 el seno de una familia judía jasídica en la pequeña ciudad de Vitebsk, vinculada entonces a la Rusia de los zares, Chagall crece en un entorno confinado, donde las limitaciones para acceder al arte y a la cultura rusa vienen dadas tanto por su comunidad como por las políticas de la época que marginan en guetos a los judíos y les privan de sus derechos. Aún así, el joven Marc Chagall pronto rompe con lo establecido accediendo a la escuela rusa, después estudiando arte con Yuri Pen en Vitebsk y más tarde trasladándose a San Petersburgo, una gran urbe a la que los judíos solo pueden acceder con un permiso especial.
Sin embargo, es en 1911 cuando se produce la ruptura decisiva para Marc Chagall, a raíz de su traslado a París y de su nueva vida allí. Durante tres años, hasta mayo de 1914, Chagall trabaja en la capital francesa creando un conjunto de obras en las que se combinan los recuerdos de la vida en de la comunidad jasídica de Vitebsk con los iconos de la metrópolis moderna. Así, las reminiscencias del arte popular ruso y de su cultura familiar se mezclan con los experimentos estilísticos más avanzados que le ofrece la vanguardia parisina, incluyendo a Pablo Picasso, Robert y Sonia Delaunay, y Jacques Lipchitz.
En 1914, en su regreso a casa para asistir a la boda de su hermana y para ver a su prometida, Bella Rosenfeld, , la primera contienda mundial sorprende a Chagall y le confina allí durante ocho años. El artista vive entonces una fase de auto-búsqueda que se refleja en la obra de este periodo, constituida por autorretratos, representaciones cotidianas con su familia y su comunidad, dibujos sobre los estragos de la guerra y representaciones de la nueva Rusia que surge tras la Revolución.
Sala 305. París, colmena de artistas
“El impresionismo y el cubismo me resultan extraños”. Marc Chagall
En mayo de 1911, tras pasar por la escuela de León Bakst y recibir el apoyo económico de Maxim Vinaver, un importante mecenas y abogado judío que luchó por los derechos de esta comunidad, Marc Chagall abandona San Petersburgo rumbo a París. Si bien ya había tenido un primer contacto con el arte moderno de Cézanne, Manet, Monet o Matisse de la mano de Bakst, es en la urbe parisina donde Chagall descubre el arte de las primeras vanguardias y los grandes maestros que colgaban en las paredes del Louvre.
Durante una breve estancia en su Vitebsk natal, antes de abandonar Rusia, Chagall realiza una serie de dibujos de su ciudad y la de sus padres, de sus familiares y de su prometida, así como pinturas sobre la vida en la comunidad judía donde se aprecia la impronta del arte popular ruso y un uso del color que ya había “liberado” durante su estancia en San Petersburgo. Muestra de ellos son Mi prometida con guantes negros (1909), El barrendero y el aguador (1910-11), o los dibujos dedicados a su familia.
A su llegada a París Chagall vive unos meses en un estudio en Montparnasse, pero pronto se traslada a La Ruche, o La Colmena, ubicada por la misma zona, donde, en palabras del propio artista, se concentraba “la bohemia artística de todas las tierras”. Es en este gran enjambre de habitaciones y estudios a precios módicos para creadores, donde entabla amistad con Blaise Cendrars y Sonia y Robert Delaunay, quienes a su vez le presentan al poeta Guillaume Apollinaire. Éste pronto se convierte en valedor de la obra de Chagall, que denomina como “sobrenatural”, y que en esta etapa revela experimentos con los colores, las formas abstractas y geométricas, el movimiento y las propias ensoñaciones.
Aunque en su pintura se aprecia la influencia de los “ismos” que le rodean, Chagall narra su mundo personal, compuesto de diferentes universos. Al igual que ocurre con el Yiddish, la obra de Chagall constituye un lenguaje de fusión, singular, que no puede percibirse solo como cubista, expresionista, órfico o surrealista, sino como una amalgama de estilos que él emplea de forma personal para contar su propia historia.
En esta sala pueden observarse obras de su llegada a París, como La habitación amarilla (1911), o Yo y la aldea (1911), y otras pintadas desde su estudio en La Ruche como el El Poeta Mazin (1911-12), El vendedor de ganado (1912) o París a través de la ventana (1913), claro ejemplo de su percepción de la urbe parisina, en el que, sin embargo, se incluyen recuerdos e imágenes de su Vitebsk natal.
Sala 306. De París a Vitebsk, pasando por Berlín “Estoy tumbado entre dos mundos y miro por la ventana” “I lie between those two worlds, looking out of the window”
Si hay una obra que ejemplifica las relaciones que mantiene Chagall en la urbe parisina es, sin lugar a dudas, Homenaje a Apollinaire (1911-1912), que surge de la admiración del pintor por Guillaume Apollinaire. En esta pintura, cuyo núcleo central es el nacimiento de Adán y Eva según la tradición judía oral del génesis, por la cual Dios creó un hombre y una mujer en un solo cuerpo, el artista escribe el nombre de Apollinaire junto al de Blaise Cendrars, poeta y novelista suizo; Ricciotto Canudo, periodista y dramaturgo italiano considerado el iniciador de la teoría cinematográfica, y el galerista alemán Herwarth Walden, componentes todos elloas del circulo más cercano de Chagall.
Es el galerista Herwarth Walden (Georg Lewin) quien invita a Chagall a exponer en su galería de Berlin, Der Sturm en 1914, en la que será su primera gran exposición individual. Allí presenta un total de 40 pinturas y 160 dibujos, gouaches y acuarelas de su periodo parisino, que causan una gran impresión entre los expresionistas alemanes. Unos días después, cuando Chagall regresa a Vitebsk para asistir a la boda de su hermana, queda atrapado en Rusia durante ocho años a raíz del estallido de la primera contienda mundial.
En este periodo Chagall refleja en su obra lo que supone la guerra, en cuadros como Soldados (1914), La partida a la guerra (1914), o El soldado herido (1914), y por otro lado presenta paisajes y escenas cotidianas con un lenguaje más contenido y limitado en formas y colores, con asociaciones y escalas dentro de la “lógica”, como sucede con Maryasenka: Retrato de la hermana del artista (1914), Liozno (1914) o La barbería-Tío Sussy (1914). La obra de Chagall vuelve a volar en su representación del amor y su relación con Bella Rosenfeld como demuestran El cumpleaños (1915) o Amantes en azul (1914).
Sala 307. Tradición y revolución
“Pintaba todo lo que tenía ante los ojos. Pintaba en la ventana, jamás me paseaba por la calle con mi caja de pinturas”
Durante la primera guerra mundial un gran número de judíos son desplazados de sus hogares, situados en primera línea de frente, acusados de colaboracionismo por la Rusia zarista. Son años en los que el sionismo encuentra sus apoyos, siendo el hecho más significativo la Declaración Balfour, y también sus detractores. En este ambiente de confrontación internacional Marc Chagall retoma temas relacionados con su propia identidad, con el folclore y la etnografía de su pueblo. Obras destacadas de este periodo son los judíos en verde, rojo, y blanco y negro, conocidos erróneamente como “Cuatro grandes rabinos” aquí reunidos de forma excepcional, ya que tres de estas obras se encuentran depositadas en el KunstMuseum Basel, mientras que Judío rojo (1915) forma parte de las colecciones del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo.
Estas obras pertenecen a lo que Chagall denominó “documentos”, ya para su creación el artista no parte de sus recuerdos, como en París, sino que utiliza personajes y objetos que están a su alcance, desde un vendedor de periódicos hasta un mendigo, pasando por un reloj, o un espejo, a los que añade elementos cargados de significado como son el Talit, los Tefilín o textos en yiddish, hebreo o cirílico. En esta misma sala pueden contemplarse dos obras miméticas conocidas como El Rabino, separadas por más de una década a causa de la primera guerra mundial.
Atrapado en Rusia, algunos de los conocidos de Chagall le dan por muerto, entre ellos su galerista berlinés, que vende a coleccionistas privados gran parte de sus obras depositadas en Der Strum en 1914. Chagall lamentará la pérdida de estas obras, lo que le llevará a reproducir algunas de ellas y, a partir de entonces, a realizar varias versiones de las más significativas, como es el caso del Judio en blanco y negro (1914), del que hoy existen tres.
En estos años, desde la revolución de 1905, los intelectuales y las clases altas judías que habían ocupando cargos destacados en las ciudades van consiguiendo algunas libertades que hasta entonces les habían sido negadas. Así, Chagall entra a formar parte de la Sociedad Judía para el desarrollo de las artes (JSEFA) y participa activamente en sus exposiciones. Esta sociedad le encarga importantes proyectos, como los murales para una escuela secundaria, cuyos dibujos preparatorios El cochecito del niño o El carrito (1916-17) están presentes en esta exposición, la ilustración de libros en Yiddish como El Mago (1915) de Peretz, o el gran encargo de Alexander Granowsky para los decorados del Teatro Estatal Judío de Moscú, representado por Estudio para Música (Cuarto panel del Teatro Estatal Judío de Moscú) (1917). Participa asimismo en importantes eventos como la exposición de la Jota de Diamantes y forma parte del sindicato de artistas.
Así, Chagall, que como otros judíos veía en la revolución la solución a su falta de igualdad, toma parte activa en los primeras etapas de la nueva Rusia y es nombrado en 1918 Comisario de las Artes en Vitebsk, lo que le da autoridad sobre los museos, escuelas de arte o cualquier evento artístico de la región. En estos años vive con su mujer Bella y su hija Ida en su ciudad natal y crea la Escuela del Pueblo del Arte, a la que invita a formar parte a artistas como Lissitzky y Malévich. Los problemas no tardan en llegar y a principios de 1920 Chagall se ve desvinculado del proyecto, por lo que abandona Vitebsk cerrando así un importante periodo de su vida.