El Ministerio de Cultura y Deporte, a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), pone en marcha una nueva edición de ‘Abierto por restauración’, un programa de visitas a bienes culturales en proceso de restauración.
En la edición de este año se visitarán las obras de la iglesia de San Miguel de Lillo (Oviedo) y el monasterio de San Pedro de Arlanza (Hortigüela, Burgos). Ambos monumentos, han sido seleccionados por su especial valor patrimonial, así como por la singularidad del proceso de conservación que se está desarrollando en ellos.
Las visitas comenzarán el 2 de julio en San Miguel de Lillo y el 5 de julio en San Pedro de Arlanza. Serán de carácter gratuito y se celebrarán los meses de julio, agosto y septiembre en Lillo, prolongándose durante el mes de octubre en San Pedro de Arlanza.
Tendrán una hora de duración, serán conducidas por guías especializados en patrimonio cultural y estarán formadas por grupos reducidos con el fin de garantizar el mayor disfrute de esta experiencia y la conservación de los bienes. Para participar es necesaria la inscripción previa a través de la página web: www.abiertoporrestauracion2018.es
El programa es una oportunidad excepcional para conocer de primera mano la labor de investigación, conservación y restauración realizada por el Ministerio de Cultura y Deporte en estos bienes culturales, en colaboración con sus titulares y gestores. Con ello se acerca a los ciudadanos los criterios y metodologías de trabajo empleados, haciéndoles partícipes del esfuerzo realizado por las Administraciones Públicas.
Monasterio de San Pedro de Arlanza
El monasterio fue uno de los centros monásticos más importantes del condado de Castilla, recibiendo el apelativo de “cuna de Castilla”. La congregación fue fundada en 912 como un eremitorio, cuyas ruinas son aún visibles en las paredes que flanquean el valle del Arlanza. La iglesia del conjunto es posterior, fechándose en el 1080.
A partir de 1835, con la desamortización de Mendizábal, el monasterio sufrió un paulatino proceso de deterioro y saqueo de sus bienes, favorecido en este caso por el aislamiento del edificio. A pesar de todo ello el conjunto fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931.
En los años 50 del siglo pasado, el conjunto estuvo a punto de desaparecer con el proyecto de embalse en el valle de Arlanza. En 1952 se determinó el traslado de la iglesia y parte del claustro procesional, y en 1964 se iniciaron las obras del embalse. Finalmente, sin embargo, el proyecto fue paralizado.
Actualmente, el monasterio consta de tres espacios principales: la iglesia, el claustro procesional, y el claustro menor o de monjes. Entre los dos claustros existen una serie de estancias como son la torre de la antigua Sala Capitular, la crujía transversal y la Sacristía, y adosada al muro norte de la iglesia una torre.
Entre 1980 y 1983 se emprendieron las primeras obras de restauración del monasterio, que se encontraba muy deteriorado. Como continuación de estos trabajos de conservación, en 2013, el Instituto de Patrimonio Cultural de España encarga la realización de un informe que expone la necesidad de acometer una serie de medidas correctoras que garanticen la estabilidad y la estanqueidad del edificio.
En la actualidad las tareas de restauración que se están desarrollando se centran en consolidar la estabilidad del monumento y mejorar la estanqueidad a fin de paralizar el avance del estado de ruina. También se están poniendo los medios para que las estancias situadas en planta baja sean accesibles al público. Asimismo, se incorporarán elementos explicativos que contribuirán al entendimiento histórico del inmueble.
Con una inversión total de casi dos millones de euros las actuaciones previstas supondrán una mejora en las condiciones de acceso al monasterio haciendo que sea visitable y a la vez garantizando una conservación duradera.
San Miguel de Lillo
Situado en el monte Naranco, la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo fue mandada edificar hacia el 842 por el rey Ramiro I. El edificio actual corresponde a un tercio aproximadamente de la edificación primitiva, ya que la cabecera y parte de las naves se derrumbaron, posiblemente en el siglo XI, por un desplazamiento de tierras causado por un arroyo cercano. Hoy en día, están en pie el primitivo pórtico y uno de los tramos de la nave original.
En 2009 se advirtió la amenaza de derrumbe de la estructura y de un deterioro generalizado, especialmente de las pinturas murales, debido a la gran humedad que soportaban. Estos daños han sido comunes a lo largo de la existencia del conjunto, que ha sufrido numerosas intervenciones para consolidar su estructura. Actualmente, la iglesia sigue presentando problemas de humedad, complicaciones en su estabilidad estructural y evidentes síntomas de falta de adherencia de las pinturas murales.
A partir de un estudio realizado en 2014, el Instituto de Patrimonio Cultural de España acaba de iniciar en 2018 un proyecto que se centrará en los trabajos de restauración de las pinturas murales y paramentos, con una inversión prevista de 664.000 euros.
En el marco de esta labor se realizarán trabajos iniciales de documentación gráfica, caracterización de materiales, investigación de biodeterioro y estudio microclimático, para proceder posteriormente a la eliminación de revestimientos no originales, revisión estructural de paramentos y bóvedas, y revisión de la estanqueidad de los muros exteriores y de la efectividad del tratamiento hidrofugante aplicado en 2011.
Durante estos trabajos de restauración, que se desarrollarán a lo largo de un año y medio, la iglesia de San Miguel de Lillo continuará abierta al público permitiendo la visita a este monumento declarado en 1985 por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, siendo a su vez una oportunidad única para conocer tanto las obras en curso como los proyectos de restauración realizados con anterioridad.