Las imágenes expuestas reflejan el ambiente de los estudios y diversos espacios de creación de pintores y escultores, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX.

‘El taller del artista. Una mirada desde los archivos fotográficos del Instituto del Patrimonio Cultural de España’ es el título de la exposición que abrirá mañana, 6 de julio, a las 13:30 horas, sus puertas al público en la Escuela de Patrimonio Histórico de Nájera y que se podrá visitar hasta el 31 de octubre.

La muestra, comisariada por Óscar Muñoz e Isabel Argerich, quienes realizarán una visita guiada, pertenece al programa de exposiciones itinerantes de la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes, y ha sido organizada por el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), ambas dependientes del Ministerio de Cultura y Deporte.

Espacios de creación de pintores y escultores

El taller del artista comprende noventa fotografías que reflejan diversos espacios de creación de pintores y escultores, en un arco cronológico que abarca desde la última década del siglo XIX hasta los años cincuenta del siglo XX. Han sido seleccionadas entre los archivos fotográficos conservados en el Instituto del Patrimonio Cultural de España, especialmente del archivo Moreno, que cuenta con un importante y numeroso fondo dedicado a esta temática.

Las imágenes de la muestra -ya fueran realizadas por Mariano y Vicente Moreno, por Ruiz Vernacci, Conde de Polentinos, Cabré, Wunderlich o Pando- unen su valor documental al estético. Reflejan la maestría técnica de estos fotógrafos en el dominio de la luz y la composición, junto con una sensibilidad capaz de captar la personalidad del pintor o escultor en simbiosis con el interior del estudio o taller en que trabaja.

La exposición se articula en cinco bloques, conforme a un criterio de ordenación que conjuga factores cronológicos, temáticos y estilísticos. El primer ámbito de la exposición refleja el bagaje artístico decimonónico de los autores seleccionados a través de la pintura de historia y de paisaje, de la que fueron exponentes Moreno Carbonero y Beruete; así como la herencia del academicismo y del arte clásico.

Agrupa el segundo bloque, ‘Costumbrismos y Modernismos’, una serie de artistas cuyo mundo creativo se inspira en el folklore, las costumbres, indumentarias y tradiciones de las regiones y pueblos de España; entre ellos, López Mezquita, Sorolla, Chicharro, Pla, Romero de Torres, etc. Artistas que adoptaron un enfoque sobre la realidad nacional que, en algunos aspectos, sintoniza con la obra literaria de la denominada Generación del 98, con cuyos miembros mantuvieron relación a través de tertulias y encuentros.

El apartado ‘Artistas de Sociedad’ se compone de retratistas cuya clientela pertenecía a familias adineradas, burguesas o aristocráticas, a la alta jerarquía funcionarial, eclesial o militar, o a la Casa Real. Algunos de ellos cultivaron el género del retrato al mismo tiempo que, con gran versatilidad, realizaron pinturas de historia y asunto literario o escenas costumbristas, como ocurre con Moreno Carbonero, López Mezquita o Caprotti.

De la agitación al ‘arte oficial’

El bloque ‘Aires de renovación’ incluye artistas en quienes se advierte un estilo y una actitud más moderna y desenfadada, ajena tanto a las normas académicas como a la temática castiza. Sus obras viran hacia otros asuntos y estilos más definitorios del siglo XX, llegando en algunos casos, como Maruja Mallo y Jorge Oteiza, a transitar el terreno de la vanguardia.

La exposición concluye con un grupo de imágenes tomadas durante la guerra civil española y la primera década posterior, hasta llegar aproximadamente a la mitad del siglo. Durante la guerra vemos cómo se producía el arte de agitación, en el que la autoría quedaba supeditada al mensaje. Y la realidad paralela, de simulación de ausencia del drama en el estudio de Metallo.

Las fotografías de posguerra nos muestran la vuelta a la ‘normalidad’, alternándose ejemplos del arte oficial y conmemorativo de la dictadura franquista, de la pintura norteafricana, el retrato burgués y militar, el retrato de la alta sociedad y, por último, el incipiente resurgir de una cierta modernidad visible en el estudio de Javier Clavo, con su pintura reminiscente de Picasso o Antoni Clavé.

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