La Biblioteca Nacional de España homenajea a León Felipe en el 50 aniversario de su muerte con una muestra bibliográfica, abierta desde el 11 de julio hasta el 15 de septiembre, en la que se recopilan las principales obras de una de las voces más representativas de la poesía española en el exilio.
En León Felipe (1884-1968): “El poeta del roto violín” se exponen más de treinta obras del autor zamorano como antologías, poesía, traducciones, teatro o adaptaciones teatrales y también biografías y libros sobre su vida y su trayectoria literaria. La muestra está situada en la antesala del Salón de Lectura y puede visitarse de lunes a viernes de 10.00 a 19.30 horas.
La BNE ya conmemoró los 50 años de la muerte del poeta el pasado enero, con una mesa redonda en la que participaron los expertos Jorge Urrutia, Fanny Rubio y Gonzalo Santoja. Además, ha colaborado con el Museo Etnográfico de Castilla y León de Zamora para la exposición León Felipe: ¿Quién soy yo?, que se puede visitar hasta el 30 de septiembre. Se han prestado nueve obras, entre las que está Israel, el manuscrito del discurso poemático que pronunció el escritor cuando le entregaron un bosque simbólico en agradecimiento por su compromiso con el pueblo judío.
Bautizado con el nombre de Felipe Camino Galicia, conocerá la historia y los paisajes castellanos acompañando a su familia por los distintos destinos que ocupa su padre, notario. Vive sus años juveniles en Santander. Con una incipiente vocación teatral y unas enormes ganas de conocer a sus ídolos literarios, decide irse a Madrid, pero su padre solo le sufragará los gastos a cambio de que continúe formándose. Estudia Farmacia, pero más que profundizar en los secretos de la botica, se empapa del ambiente teatral y sufre una auténtica conmoción al conocer la obra de Shakespeare, a quien más tarde adaptará y que tendrá un evidente influjo en su poesía.
Tras licenciarse y de vuelta a Santander abre dos farmacias, pero poco diestro en los negocios, pronto se encuentra endeudado. Decide unirse a una compañía de cómicos en la que pasa dos años como mal actor, aunque el conocimiento del arte dramático más tarde se mostrará en su obra poética, donde abundan los diálogos de aire teatral. Acabará en la cárcel debido a un fraude en el alquiler de su farmacia. Allí lee el Quijote, otra de sus grandes influencias. También en prisión escribe sus primeros poemas, nacidos de una radical inconformidad, de la lucha entre realidad y esperanza.
En 1918 regresa a Madrid, donde con 35 años se encuentra sin trabajo y sin dinero, viviendo en la miseria de la bohemia. Se instala en Almonacid de Zorita para regentar una farmacia. Allí se encierra y escribe Versos y oraciones del caminante, donde confluyen tres de sus grandes temas: la soledad, el camino y Dios. Son poemas en los que queda patente la huella de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado o Francis Jammes, una poesía pura, a contracorriente de lo que se estilaba en estos años, los de la pugna entre poesía social y de vanguardia. El libro, que leerá en el Ateneo, será bien acogido, gracias al respaldo del crítico Enrique Díez Canedo.
Tras pasar dos años en Guinea ocupando un puesto administrativo en el que mantiene una honradez poco habitual en el entorno, regresa a España. Después, gracias a Alfonso Reyes, consigue viajar a México en lo que él considera una primera escala hacia Estados Unidos. Allí conoce a Berta Gamboa, su futura mujer, profesora de español en Nueva York.
En 1923 da clases en la Universidad de Cornell y reanuda su obra estimulado por el conocimiento de Walt Whitman, de quien traducirá su Canto a mí mismo. Tras un viaje a España, que coincide con la proclamación de la República regresa a México y escribe Drop a star, de técnica vanguardista. En 1934 vuelve a España, donde ejerce como traductor y aparece en la segunda edición de la Antología de Gerardo Diego.
Tras un breve paso por Panamá, retorna a una España en plena Guerra Civil. Aquí escribe La insignia, donde critica la división republicana y afirma que en un poema no hay bandos. La obra es mal recibida y debe huir a América. En el trayecto compone El payaso de las bofetadas, donde muestra su dolor por la injusticia. En Español del éxodo retrata un mundo que se desvanece. En 1942 funda Cuadernos Americanos, que tendrá una gran resonancia. Un año después aparece Ganarás la luz, una confesión existencialista. En 1946 inicia una gran gira de gran éxito por numerosos países hispanoamericanos que le llevará a la publicación de su Antología Rota.
Tras instalarse definitivamente en México, inicia la década de los 50 con su introspectivo Llamadme publicano. Su interés por el cine le lleva a escribir el guión La manzana, mientras que El juglarón es su particular adaptación de cuentos populares. Pero su gran obra de este periodo es El Ciervo, en la que expresa su lucha por alcanzar la verdad. Tras la muerte de su mujer en 1957 abandona la poesía, a la que regresará ya cumplidos los 80 con Oh, ese viejo y roto violín, expresión de su profunda angustia y de su rechazo a la crueldad de la vida.