La playa de Laredo, la Ría de Pontevedra, las casas a la orilla del Mediterráneo en Denia, las barcas del bou en Valencia, el perfil costero de San Sebastián o los puertos de Luanco, Cádiz y Cartagena son algunas de las estampas que aparecen en los casi 2.000 dibujos que conserva la Biblioteca Nacional de España de Rafael Monléon y Torres, un pintor singular del panorama artístico español del siglo XIX.
Vigo, Pontevedra, Vilagarcía, Avilés, Gijón, San Vicente de la Barquera, Suances, Santander, Santoña, Alicante, Peñíscola también fueron capturadas por Monleón y Torres (Valencia, 1843 – Madrid, 1900), cuya doble vocación de marino y pintor marca su obra, repleta de escenas de mar.
La BNE cuenta en su colección con numerosos manuscritos, dibujos, estampas y fotografías del artista, legados por sus albaceas testamentarios y conservados en el Departamento de Bellas Artes y Cartografía. Abarcan temas muy variados, desde paisajes, bodegones y figuras a pintura de historia, marinas y arquitectura naval.
Además de dibujar algunas de las ciudades más emblemáticas de la costa española, el artista plasmó un gran número de lugares del norte de Europa, como Rotterdam (Holanda), Biarritz (Francia), las orillas del Támesis (Inglaterra) o la costa belga. También dedicó especial atención a los diferentes tipos de embarcaciones y entre sus obras encontramos una gran cantidad de representaciones de corbetas, galeones, fragatas, veleros, goletas o acorazados.
La figura de este pintor de marinas, piloto y arqueólogo naval constituye un caso singular en el panorama artístico español del siglo XIX, explica Carlos Saguar Quer en Dibujos de arquitectura y ornamentación de la BNE. Siglo XIX. Hijo del afamado arquitecto neoclásico Sebastián Monleón Estellés (1815-1878), se formó como marino y pintor. En su ciudad natal, Valencia, cursó estudios en la Escuela Náutica y en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, junto a Rafael Montesinos. Más tarde, entre 1863 y 1865, estuvo en la Real Academia de San Fernando, en Madrid, con Carlos de Haes.
A partir de 1864, participó asiduamente en las exposiciones nacionales de Bellas Artes, consolidando su fama de pintor de marinas, género poco frecuentado en España y en el que alcanzó notable pericia, tal y como se aprecia en los fondos que custodia la BNE. Fue impresionado por la obra de Theodor Alexander Weber (1838-1907) y especialmente por la de Paul-Jean Clays (1819-1900), de quien fue discípulo. No obstante, lastrado por su erudición arqueológica, apunta Saguar Quer, nunca llegó a igualar la maestría pictórica del gran marinista belga.
Practicó la técnica del grabado, aprendida con Haes y perfeccionada con Edgar Alfred Baes (1837-1909) y Louis-Hector Allemand (1809-1886) e intervino asiduamente como ilustrador en publicaciones periódicas de la época como Nuevo Mundo, La Ilustración Española y Americana o El Mundo Naval Ilustrado.
En 1870, nombrado «pintor honorario del Museo Naval», inició una intensa labor de investigación en el campo de la arqueología y la historia navales que culminó en dos magnas obras: el manuscrito custodiado en la BNE, Construcciones navales bajo su aspecto artístico: historia gráfica de la navegación y de la construcción naval en todos los pueblos, desde la más remota antigüedad y el Catálogo descriptivo de los principales tipos de embarcaciones…, que dejó inconcluso a su muerte.
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