La Comunidad de Madrid ha puesto este fin de semana punto final a la tercera edición del programa ‘Arqueólogos por un día’, una iniciativa en la que han participado un total de 3.408 personas -adultos y niños de entre 8 y 14 años- que han podido conocer in situ las técnicas de actuación en un yacimiento arqueológico.
‘Arqueólogos por un día’ se ha desarrollado en dos fases: una primera en colaboración con el Ayuntamiento de Alcalá de Henares y que ha tenido lugar en la ciudad romana de Complutum; y, posteriormente, debido a la gran acogida del programa, se desarrolló una segunda fase en colaboración con el Ayuntamiento de Hoyo de Manzanares, en el yacimiento de La Cabilda.
Con esta actividad, que se ha desarrollado durante los meses de julio, agosto, septiembre y octubre, las tres administraciones participantes han pretendido dar a conocer entre todos los madrileños y visitantes el trabajo de los arqueólogos y la importancia de conservar el patrimonio histórico.
La directora general de Patrimonio Cultural, Paloma Sobrini, ha expresado su satisfacción por el éxito de esta iniciativa porque “creemos que es muy importante que los ciudadanos sientan como suyo el patrimonio arqueológico y aprendan a cuidarlo y disfrutarlo”, ha afirmado. “Sin duda, programas como ‘Arqueólogos por un día’ contribuyen a poner en valor tanto el patrimonio en sí como el trabajo de los profesionales que día a día trabajan en su conservación”, ha concluido Sobrini.
Este año, ‘Arqueólogos por un día’ -que ya tuvo lugar en 2014 y 2017- se ha desarrollado en el marco del Año Europeo del Patrimonio Cultural, que coincide además con el XX aniversario de la declaración de la Universidad y el Recinto Histórico de Alcalá de Henares como Patrimonio de la Humanidad.
A lo largo de los 60 turnos de talleres que han tenido lugar es estos cuatro meses, los participantes han conocido de primera mano las tareas y las técnicas arqueológicas, las herramientas que se emplean y cómo trabajan los distintos equipos multidisciplinares en una excavación. Y, también, en la parte final del aprendizaje han procesando los materiales y restos extraídos, datándolos y clasificándolos, identificando los restos vegetales y de fauna. Además, han simulado el proceso de restauración de cerámicas, preparando las muestras para su análisis en laboratorio, y, finalmente, se ha realizado una interpretación del yacimiento en el que se hallaban.
COMPLUTUM: LA CIUDAD ROMANA
Ubicada en la fértil vega del río Henares, Complutum, origen de la actual Alcalá de Henares, fue una de las principales ciudades romanas del interior de España. Con cerca de 50 hectáreas de extensión, el foro ocupaba el centro, siguiendo la ordenación tradicional de las ciudades romanas. Alrededor del foro, que era el corazón de Complutum, se ubicaban los edificios con funciones administrativas, judiciales, comerciales y religiosas.
Entre ellas se encontraba la Casa de los Grifos, una de las edificaciones más destacadas de la ciudad, se destruyó como consecuencia de un incendio hacia el año 215 d.C., lo que permitió preservar tesoros intactos y no expoliados. En las instancias interiores se han conservado casi la totalidad de las pinturas decorativas, en las que aparecen representaciones arquitectónicas, cacerías, divinidades y seres mitológicos, como la pareja de grifos que dan nombre a la vivienda.
LA CABILDA: UNA NECRÓPOLIS EN LA SIERRA MADRILEÑA
El yacimiento arqueológico de La Cabilda se sitúa junto el Área Recreativa del mismo nombre, un espacio natural junto al núcleo urbano de Hoyo de Manzanares. Se encuentra a solo 37 kilómetros de Madrid, forma parte del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y no dista mucho del que encontraron los primeros habitantes de municipio en el siglo VII.
La Cabilda está inventariado en el Catálogo Geográfico de Bienes Inmuebles del Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Yacimiento Arqueológico Documentado, como necrópolis y hábitat de tipo aldeano cuya cronología se sitúa entre los siglo VII y IX d.C. Se trata de un asentamiento rural y una necrópolis de sepulturas talladas en roca, así como una zona de culto ligada a la ermita de Santa Ana, en torno a la cual se instaló el cementerio municipal en el siglo XIX.