Cada 2 de noviembre, Quito celebra el Día de los Difuntos, una de las celebraciones más especiales y sentimentales de los quiteños, que une rituales indígenas ancestrales con tradiciones cristianas. Las calles están llenas de colores vibrantes y aromas para honrar a los seres queridos que han abandonado este mundo.
Los rituales de esta fiesta popular se han transmitido de generación en generación y al igual que sucede en otros países de Latinoamérica, se fusionan antiguos ritos indígenas con tradiciones católicas. En ciertas comunidades indígenas sus habitantes van al cementerio a visitar a sus muertos, familiares y seres queridos, con los que simbólicamente comparten los alimentos que llevan, comiendo en el mismo lugar de las tumbas, ritual que se realiza con la creencia de que la muerte es un mero paso a otra vida similar a esta.
En las afueras se instalan pequeños puestos de venta de flores sueltas, arreglos y coronas. Antes de ingresar la gente compra alguno de estos ornamentos que llevan hasta la sepulcro de su ser querido y aprovechan para limpiar y dar mantenimiento al nicho. De esta manera perfuman y alegran el triste paisaje habitual del lugar.
Gastronomía
La celebración tiene su origen en el siglo XVI cuando los nativos empezaron a reunirse para conmemorar y realizar un homenaje a los fallecidos. La ceremonia consistía en llevar ofrendas materiales y comestibles hasta las tumbas. Con la llegada de los españoles las costumbres locales se fusionaron con las extranjeras que venían reguladas por la religión católica.
Las Guaguas de Pan cuyo origen se remonta al siglo XIX, son coloridas figuras de pan, en esa época, los indígenas preparaban figuras de masa para recordar a sus muertos, en especial a los niños. Es de allí de donde viene el nombre de guagua que significa niño en quechua. La elaboración de guaguas de pan sobresale por el tamaño, la decoración multicolor y sobre todo porque los panes están rellenos con los exquisitos sabores de los dulces de guayaba, higo, chocolate, zambo, tomate de árbol, zapallo, pasas con crema pastelera, que reflejan la iniciativa de quienes las elaboran.
Cementerios
En la capital existen alrededor de 22 cementerios. Entre los más representativos están San Diego, El Batán, Parque de los Recuerdos, Memorial Necrópoli, Tejar, Metropolitano del Sur y Santa Rosa.
Uno de los panteones más visitados es el de San Diego. Este es parte de la historia de la capital, pues fue abierto en 1872, en la zona en donde fueron sepultados los caídos en la Batalla de Pichincha. Además, reposan los restos del ex presidente José María Velasco Ibarra, del poeta Jorge Carrera Andrade, del periodista José Peralta y otros personajes de la historia.
Pasar el Día de las almas en Quito es una oportunidad única de experimentar los sabores, las tradiciones y una de las festividades populares más auténticas de la ciudad, donde pasado y presente se encuentran.
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