El historiador Nicolás Sánchez-Albornoz, el primer director del Instituto Cervantes (1991-1996), depositó este mediodía en la Caja de las Letras como legado, entre otros objetos, la medalla de académico de la Historia que recibió su padre en 1926, y que dicha Real Academia no ha aceptado recuperar.

El Instituto Cervantes celebra este homenaje a quien puso los cimientos del organismo y capitaneó sus primeros años de andadura. «Me siento heredero de quienes abrieron camino», dijo García Montero en agradecimiento a Nicolás Sánchez-Albornoz, de 92 años de edad; «su herencia se convirtió en compromiso de futuro».

El legado que deja Sánchez-Albornoz (Madrid, 1926) tiene especial valor simbólico. Destaca la medalla que su padre, Claudio Sánchez-Albornoz, recibió de la Academia de la Historia cuando ocupó en 1926 el sillón 10. Fue dado de baja en 1941 por orden del régimen, y se reincorporó en 1975, unas semanas después de la muerte de Franco.

Dado que la institución no aceptó dicha medalla a la muerte de don Claudio, tal como les ofreció Nicolás, el exdirector del Cervantes la deja ahora depositada en la Caja de las Letras «a la espera de que se digne interesarse por su recuperación», explicó.

También depositó un vistoso collar con las insignias que le acreditan como miembro de la Academia Portuguesa de la Historia (tomó posesión en 1988 en Lisboa) y una pluma que ha utilizado con asiduidad. Todo ello reposará en la caja de seguridad número 1.467 de la antigua cámara acorazada de la sede central del Instituto hasta una fecha por determinar.

Es la primera vez que un exdirector del Cervantes deja un legado personal en esta peculiar cámara «donde se conserva la experiencia humana» frente a las prisas y «la idea del tiempo de usar y tirar», en palabras de García Montero. También asistió al acto el segundo director del Instituto, el Marqués de Tamarón.

Fernando Colomo llevó al cine un episodio que marcó la vida de Nicolás Sánchez-Albornoz, condenado (1947) a seis años de trabajos forzados en el Valle de los Caídos por su pertenencia a la ilegal Federación Universitaria Escolar. En 1948 consiguió escapar y se exilió primero en Argentina y después en Estados Unidos, hasta que pudo regresar a España tras la muerte de Franco. Aquel cautiverio y su huida hasta llegar a Francia quedaron inmortalizados en la película de Colomo Los años bárbaros (1998).

Foto: Sánchez-Albornoz entrega la caja de la medalla a Luis García Montero. que quedará custodiada en la caja 1.467.