Se trata de una carta de Goya a Martín Zapater fechada el 10 de noviembre de 1790 que contiene dos dibujos (un corazón ardiente y dos pequeñas figuras) y contribuye al enriquecimiento de las colecciones del Prado.
Escrita apresuradamente con la preocupación de la enfermedad de su hijo –viruela-, constituye un documento fundamental para el conocimiento de Goya como artista y ser humano en la década de los 90, ya que se conservan muy pocos ejemplos de estos años.
Ha sido adquirida con fondos de la Fundación Botín, la Fundación Amigos del Museo del Prado (Círculo Velázquez, comisión de dibujos y estampas) y del Museo Nacional del Prado por un importe de 85.000 euros.
El Museo del Prado, la Fundación Amigos del Museo del Prado (Círculo Velázquez, comisión de dibujos y estampas) y la Fundación Botín han adquirido una carta de Goya a Martín Zapater fechada el 10 de noviembre de 1790 que perteneció a José María Cervelló, bibliógrafo y miembro de la Fundación Amigos del Museo del Prado, cuya biblioteca y colección de estampas forman parte de los fondos del Prado desde 2003.
Esta carta es significativa de la primera parte de la carrera de Goya. A esta etapa pertenecen el Cuaderno italiano, los dibujos preparatorios para sus pinturas y cartones de tapices, los contenidos en las cartas a Martín Zapater y los relacionados con el grabado, que estos años culminan con los dibujos preparatorios para los aguafuertes basados en las pinturas de Velázquez, y se recogen en el volumen II del “Catálogo razonado de los dibujos de Goya” editado con la Fundación Botín.
Los comentarios sobre los dibujos de esta carta son escasos al no haberse localizado la misma hasta su reciente venta en Londres en 2007 y haber sido conocida solo por la transcripción de Canellas. No por ello, sin embargo, las interpretaciones que se han avanzado en los últimos años han sido menos divergentes que en otras ocasiones. La carta se fecha al regreso de Goya a Madrid después de un inesperado viaje a Zaragoza para visitar a Zapater el 12 de octubre de 1790 acompañado de otro amigo común, José Yoldi. Goya se hospedó en casa de Zapater, según dice este en su correspondencia con el hermano de Yoldi, Joaquín, que vivía en Buenos Aires, y regresó a Madrid el 4 de noviembre.
Contiene dos dibujos que se sitúan al inicio y al final de la carta. El primero es un corazón con la red de vasos sanguíneos en la superficie y en la parte superior la extremidad de dos arterias, tal y como aparecía en libros de medicina de la época, como la Anatomía completa del hombre de Martín Martínez, de la edición de 1728, ilustrado por Matías de Irala, con numerosas reediciones posteriores. La particularidad decisiva del dibujo es que el corazón está ardiendo o inflamado de amor.
El segundo dibujo cierra la carta incluido en la despedida y firma. El dibujo podría interpretarse tanto como una figura en pie, de la que se aprecian las dos pìernas, que lleva a otra a cuestas, la cual se abraza a su portor. Lo que en la actualidad es un agujero del papel, sería originalmente la cabeza del primero, que cubre una parte de la cabeza del que va cargando con él. Es similar al tema de Eneas y Anquises en la pintura, tema que pudo haber inspirado a Goya tanto como dos figuras del Incendio del Borgo de Rafael en los frescos de las Estancias del Vaticano, que utilizó para dos figuras de uno de sus Desastres de la guerra, el titulado Escapan entre las llamas (Desastres, 41). En este caso, el artista podría identificarse con una u otra figura, tanto la que necesita la ayuda de otro y supone un peso para él, como el que carga con este. En el contexto de la carta y su tono desesperado por la grave enfermedad de su hijo, es posible que Goya expresara la primera de las dos opciones y se sintiera como una carga para su amigo Zapater, por lo que su despedida habría sido “Tu pesada carga, Francisco de Goya”.
Importancia de las cartas de Goya a Zapater para el conocimiento de su obra y personalidad
Estas obras tienen un papel esencial en el conjunto de las colecciones de Goya en el Museo del Prado y para el conocimiento de Goya como artista y ser humano. La investigación futura sobre el pintor pasa desde luego por el estudio riguroso y sistemático de toda su obra, que incluya pinturas, estampas y dibujos, así como todos los documentos con él relacionados. Para el estudio de los dibujos, esenciales en el conocimiento total de Goya, por ser en su caso las obras más directas y claras de su estilo y de su modo de hacer, es esencial asimismo el conocimiento total de su grafía, y ésta se expresa mejor que en ninguna otra de sus obras en sus cartas. El modo de hacer del artista aparece en los rasgos, los trazos, las letras y hasta la forma única y particular de impostación del texto en la página. El interés por un conjunto documental de este calibre no se basa en un sentido “fetichista” del documento, sino en el análisis riguroso de unas obras del artista que se extienden a lo largo de un número considerable de años de su vida, escritas en muy diferentes estados de ánimo y que constituyen un documento fehaciente y objetivo de su personalidad.
Hay que señalar cómo Goya es uno de los primeros artistas modernos, en el cual el documento escrito y el artístico se funden sin solución de continuidad, como queda claramente de manifiesto en sus dibujos o en el reciente hallazgo del cuaderno italiano, preferente adquisición del Prado en los últimos años.
No es necesario señalar la importancia que para la historia tiene el documento original. Sólo el documento original es testigo de sí mismo y sólo él trasciende al tiempo, ya que de otro modo, sin la consulta del original por los futuros historiadores, no será posible tener la certeza de su existencia histórica. La figura de Goya reviste para España una significación especial, pero no debe olvidarse la importancia que su figura de artista único, verdadero e irrepetible tiene para el resto del mundo. La historia ha determinado que el Museo del Prado sea en la actualidad el centro que guarda un mayor número de obras capitales del pintor, y que sea aquí, en el Prado y en España donde haya que acudir para conocerlo y estudiarlo de verdad. Es asimismo una cuestión de protección y valoración de nuestro patrimonio histórico, artístico y cultural el que la mayor parte de las obras del artista, aún dispersas, sigan engrosando los ricos fondos del Prado. El carácter universal de Goya, por encima del de otros artistas españoles, algunos ya definitivamente perdidos para España, hacen necesario, e incluso me atrevería a decir que obligatorio, el ir enriqueciendo las colecciones que el Estado posee ya de obras del pintor. El prestigio acumulado del Prado en este sentido ha de irse potenciando aún más si cabe con un mayor patrimonio que permita desarrollar y depurar en el futuro los estudios sobre el pintor.
Antecedentes de adquisición de las cartas de Goya por el Museo del Prado
El primer conjunto de 61 cartas fue adquirido en 1976 a la marquesa de Casa Riera. En mayo del 2000 fueron adquiridas en la sala Finarte de Madrid otro lote de 40 cartas de Goya a Martín Zapater propiedad de los herederos de doña María Brey, viuda del Sr. Rodríguez Moñino. En Mayo de 2004 se adquirió un lote de 19 cartas en Subastas Salamanca S.L. procedentes de la antigua colección del Marqués de Casa Torres. En septiembre de 2008 se adquirió por venta directa a Carlos de la Herrán, una de las cartas más antiguas conocidas, la 3ª.
Finalmente en 2009 se adquirió a la heredera de José María Cervelló la carta de Goya a Joaquín Ferrer. Aunque no forma parte del grupo de cartas a Martín Zapater, se trata de una de las cartas más interesantes escritas por Goya. No solo por los asuntos de los que habla, directamente relacionados con los Toros de Burdeos, los Caprichos y las miniaturas sobre marfil, sino también por expresar su estado físico y emocional en estos últimos años de vida en Burdeos.
La carta que ahora se presenta fue adquirida por José María Cervelló en la subasta de Christie’s, Londres, en 3 de julio de 2007. Tras su muerte, la carta pasó a sus herederos a quienes el Museo Nacional del Prado, la Fundación Amigos del Museo del Prado (Círculo Velázquez, comisión de dibujos y estampas) y la Fundación Botín han adquirido.
Imágenes
Carta a Martín Zapater con dibujos de una corazón ardiente y dos pequeñas figuras (anverso) Francisco de Goya 10 de noviembre de (1790) Pluma, tinta ferrogálica sobre papel verjurado, 220 x 150 mm Madrid, Museo Nacional del Prado.
De izquierda a derecha: Íñigo Sáenz de Miera, Director General de la Fundación Botín; Miguel Falomir, Director del Museo Nacional del Prado; Nuria de Miguel, Secretaria General de la Fundación de Amigos del Museo y José Manuel Matilla, Jefe de Conservación de Dibujos y Estampas; durante la presentación a los medios. Foto © Museo Nacional del Prado.
Catálogo razonado de Goya con la carta recién adquirida. Foto © Museo Nacional del Prado.