Los reposteros, las alfombras y tapices de la Real Fábrica de Tapices

La Real Fábrica de Tapices lleva en funcionamiento desde el siglo XVIII. En la actualidad se siguen fabricando alfombras, tapices y reposteros de forma totalmente manual y cumple una función fundamental en la conservación del patrimonio textil español.

Los reposteros están realizados con bordados de aplicación, técnica que consiste en coser piezas de tejido sobre otra tela de base para conformar, a modo de collage, un dibujo predeterminado.

Los reposteros han constituido históricamente una de las especialidades de la Real Fábrica de Tapices, y todavía hoy se pueden encontrar adornando importantes instituciones españolas y domicilios particulares de todo el mundo.

La naturaleza de los tejidos que componen el repostero puede ser muy diversa: pañete, terciopelo, raso de seda, damasco, lampás, tisúes de oro y plata, etc. El proceso de costura y bordado de las aplicaciones es totalmente manual.

La Real Fábrica de Tapices conserva la milenaria técnica del tejido de nudo para la elaboración de sus célebres alfombras.

La técnica consiste en anudar hebras de lana de distintos colores sobre las urdimbres de algodón, componiendo un dibujo de manera similar a las teselas de un mosaico. Primero se realiza la cuidadosa selección de los materiales y los tintes que darán color a las fibras. Ambos factores resultan determinantes para la estética y la durabilidad de la alfombra, y por ello están sometidos a unos rigurosos controles de calidad. Para la fabricación de las alfombras los tejedores utilizan la técnica del nudo en su variante simétrica (nudo turco) y asimétrica (nudo español). Finalmente el dibujo de la alfombra se realza mediante la exclusiva técnica del recorteado, que matiza el volumen de las figuras y convierte a las alfombras de la Real Fábrica en piezas únicas de artesanía.

La Real Fábrica de Tapices mantiene su actividad como fabricante de tapices siguiendo la tradición artesanal del siglo XVIII.

La fabricación manual de un tapiz es un delicado proceso que conlleva entre 6 y 12 meses de dedicación por cada metro cuadrado. Los trabajos comienzan con la elaboración del “cartón”, un modelo a escala real que guía al tejedor durante la fabricación del tapiz. Una vez aprobado el diseño, las madejas de lana y seda son teñidas de forma individualizada para cada proyecto. Se trabaja con densidades de tejido muy elevadas para lograr el máximo nivel de calidad y detalle. El tejedor utiliza “canillas” cargadas con finas hebras de lana y seda para traducir los matices pictóricos del cartón al lenguaje del tapiz.

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Redacción

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