Art Madrid’19 centra su programa paralelo sobre una disciplina que despierta tanta fascinación como curiosidad: el videoarte. Aunque el adjetivo “innovador” se avenga mal con una trayectoria de evolución y crecimiento creativo de algo más de medio siglo, lo cierto es que esta rama artística aún plantea numerosos retos para los amantes del arte, y dista mucho de ser un medio habitual y común en los principales circuitos expositivos.
A pesar de ello, la imagen en movimiento cuenta con verdaderos devotos que se han volcado en conocer a los artistas y entender un lenguaje que puede resultar al mismo tiempo cercano y complejo. El mundo del vídeo ofrece infinidad de posibilidades y gana adeptos de manera paulatina, y a esta misión se encomienda con fervor la plataforma de videoarte PROYECTOR, que organiza desde hace más de una década un festival dedicado en exclusiva a esta disciplina.
Para contribuir a esta labor y dar a conocer este medio al gran público, el programa de actividades de Art Madrid incluye tres excelentes ciclos de proyecciones comisariados por PROYECTOR, con obras de los principales artistas de videoarte de nuestro tiempo, incluyendo la excepcional colección de Teresa Sapey. Así, el jueves 21, el viernes 22 y el sábado 23 de febrero, el auditorio de la Sala Alcalá 31 se convierte en cita obligada para adentrarse en esta esfera adictiva y vibrante con tres propuestas seleccionadas tituladas “Mujer como sujeto del videoarte”, “Del cuerpo presente al cuerpo performativo” y “Ciudades”. Estos ciclos son una oportunidad para conocer la obra de Candice Breitz, Hussein Chalayan, Paula Lafuente, Carlos Llavata, Francesca Fini, Gianluca Abbate, Márcia Beatriz Granero, Daniel Lo Iacono, Mehdi-Georges Lahlou o Katherinne Fiedler, por mencionar solo algunos de ellos.
El programa Art Madrid-PROYECTOR’19 acoge también encuentros con profesionales y con artistas en los que, desde distintas perspectivas, se expondrá una aproximación muy particular sobre el panorama internacional del videoarte. Estas jornadas de debate y reflexión son el contexto idóneo para tratar algunas de las grandes cuestiones que esta disciplina plantea, empezando por el propio coleccionismo de piezas audiovisuales, que podremos debatir con la célebre coleccionista especializada en videoarte Teresa Sapey.
En efecto, el propio hecho de coleccionar es una actitud humana que esconde emociones, sentimientos y pasiones que revelan mucho de quién está detrás. Al visitar una colección suelen asaltarnos preguntas como por qué o cuándo, una búsqueda de razones y referentes que nos facilite el entendimiento. Con el videoarte, esta curiosidad es más acusada si cabe, porque este medio no se comprende a simple vista, requiere atención y tiempo y revela, posiblemente con mayor precisión, las intimidades del poseedor, los claroscuros de su personalidad. Pero ¿qué nos lleva a coleccionar y qué puede ofrecernos el videoarte?
¿Hasta qué punto se fusionan vida y colección? ¿Qué es para ti una colección?
En teoría se puede usar la palabra «colección» a partir de cinco elementos de una misma familia. Yo preferiría no definirme coleccionista porque hay gente que tiene centenares de piezas, así que prefiero definirme como una amante del arte que de vez en cuando, y cuando tiene algo de presupuesto, compra una pieza. Compro más por un tema personal y hedonista que para el show off o razones sociales.
Las piezas de videoarte que tenemos, en un principio iban a ser una parte fundamental del estudio de arquitectura. Siempre he soñado con tener un estudio con una sala donde el cliente llegaba y antes de conocernos a nosotros como estudio, veía una mesa muy blanca y minimal con la proyección de una pieza clave de Marina Abramovic: ella con un esqueleto encima. Esta imagen tenía que haber sido el primer contacto entre vida y muerte, entre vestido y desnudo, muy metafórico como nuestro trabajo, lleno y vacio, proyecto y no proyecto. Las cosas no han ido así, pero bueno en parte el estudio sí está decorado con piezas de videoarte.
Fotograma de «Sweet Dreams Are Made of This», de Carlos Aires, 2016