La obra de Joaquín Sorolla ¡Triste Herencia!, que pertenece a los fondos de la Colección Fundación Bancaja, se traslada desde Valencia hasta Londres para formar parte de la exposición Sorolla: Spanish Master of Light, que se inaugurará en la National Gallery el próximo 18 de marzo y que estará abierta al público hasta el 7 de julio.

Es la primera exposición británica del impresionista español en más de un siglo, y repasa la historia del reconocimiento internacional de Sorolla desde el primer viaje del artista a París, con tan solo veintitrés años, hasta su consagración definitiva como gran pintor. La pieza ¡Triste Herencia!, que Sorolla pintó en 1899 en la playa de la Malvarrosa, es la única obra que viaja desde la ciudad de Valencia a esta exposición.

Sorolla incluyó esta obra en la cuidada selección de obras que envió a la Exposición Universal de París de 1900, donde causó una gran sensación, tanto entre el público como entre la crítica. El jurado de la Exposición le concedió por mayoría el Grand Prix por la totalidad de su obra, pero en especial por ¡Triste herencia!

Joaquín Sorolla pintó ¡Triste herencia! durante el verano de 1899 en la playa de la Malvarrosa de Valencia. Abordó la obra influido por las ideas de su gran amigo, el escritor Vicente Blasco Ibañez, quien le convenció de que la pieza era una de las contribuciones más importantes de contenido social que se habían realizado hasta el momento. Finalmente, la obra supuso la culminación del reconocimiento internacional de Sorolla y es uno de sus trabajos más importantes. La escena refleja el drama social de niños enfermos acogidos por el hospital valenciano San Juan de Dios, retratados en la escena del baño que Sorolla había presenciado en numerosas ocasiones. La elaboración del cuadro no fue fácil y el artista estuvo a punto de abandonarlo, pero sus amigos más cercanos le animaron a continuar. En un primer momento, Sorolla quiso titular la pieza como Los hijos del placer, pero Vicente Blasco Ibáñez le sugirió ¡Triste herencia!, haciendo alusión a las teorías degeneracionistas de finales del siglo XIX, según las cuales, los vicios de los padres degeneraban en graves problemas para los hijos.

Queriendo dar a la escena un dramatismo intenso, el pintor prefirió el sol de la tarde y distribuyó el grupo infantil (casi una veintena de niños) en torno al hábito negro del monje. El trabajo se inició con varios apuntes, pero finalmente Sorolla afrontó la composición directamente sobre el lienzo, donde cobra especial protagonismo el mar, muy oscurecido, que ocupa prácticamente toda la composición. Las figuras de los niños aparecen iluminadas por el intenso sol de la tarde de verano y por la introducción en la composición de las muletas. En algunas de esas figuras de niños se manifiestan, incluso, las grandes dificultades que tenían para caminar. Las sombras de los niños acentúan más el dramatismo de la escena, que junto con la extrema palidez de los cuerpos, resaltados por la penetrante oscuridad del mar, confieren a la composición una impactante emotividad.

A pesar de sus dudas iniciales, Sorolla incluyó ¡Triste herencia! en la cuidada selección de obras que envió a la Exposición Universal de París de 1900, donde la obra causó una gran sensación, tanto entre el público como entre la crítica. El jurado de la Exposición le concedió por mayoría el Grand Prix por la totalidad de su obra, pero en especial por ¡Triste herencia! Al finalizar esta exposición, Sorolla propuso al Estado español adquirir la obra por 40.000 pesetas, pero, pese al entusiasmo unánime que la obra había despertado en París, los críticos españoles más tradicionales la censuraron.

Así, cuando los liberales llevaron la propuesta de compra de la obra al Parlamento, los conservadores la rechazaron frontalmente. Deseoso de que la obra permaneciera en España, Sorolla depositó su pintura en el madrileño Museo de Arte Moderno, a la espera de que las Cortes Españolas votaran el crédito necesario para su adquisición. Esperó casi dos años hasta que en febrero de 1902 la vendió a Jesús Vidal, un coleccionista español residente en Nueva York. Vidal vendió el cuadro en 1904 a un magnate del carbón americano, John E. Berwind, quien, a su vez, lo donó al Colegio Dominical de la Iglesia de la Ascensión en Nueva York cuatro años después. Después, la obra quedó depositada en la famosa iglesia de la Fifth Avenue durante más de setenta años.

En 1981, Bancaja adquirió la obra en una subasta por una cantidad nunca alcanzada hasta ese momento por un Sorolla: 240.000 dólares, recuperando así la pieza para el patrimonio cultural valenciano.

Conservación de la obra ¡Triste herencia!

• Fue adquirida por Bancaja en 1981 en Nueva York y a su llegada a Valencia fue intervenida en el Museo de Bellas Artes de Valencia.
• A propósito de la exposición que tuvo lugar en el Museo Nacional del Prado “Joaquín Sorolla 1863-1923” en el año 2009, se realizó una puesta a punto por parte de su taller de restauración.
• El lienzo se encuentra enmarcado con una moldura de gran formato con abundante decoración, siguiendo la corriente estilística del siglo XIX. Este marco fue diseñado en 1900 por Fernando Miranda Caselles (1842 – 1925) y, por formato y peso, se elaboró de forma que pudieran separarse sus cuatro largueros para facilitar su transporte.
• Cada vez que la obra se traslada de su emplazamiento original tiene que ser desenmarcada y desmembrado el marco en cuatro partes, siendo trasladados por separado.