Una de las apuestas más “nacionales” del programa extraordinario de conmemoración del Bicentenario del Museo Nacional del Prado es el proyecto “De gira por España”, que llega a la Comunidad Autónoma de Cantabria con el préstamo de una de las obras del pintor más importante del siglo XVII francés y el maestro fundamental del clasicismo, Nicolas Poussin.

Esta obra permanecerá expuesta en el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira hasta el próximo 31 de marzo.

Cuando se cumple el Bicentenario del Museo Nacional del Prado, cuya apertura tuvo lugar el 19 de noviembre de 1819, el Museo conmemora su fundación “reflexionando sobre su historia pero con la vista puesta en el futuro”; y lo hace con un programa muy amplio y diverso.

Entre las múltiples actividades proyectadas se encuentra la exposición “De gira por España”: durante un mes algunas pinturas de especial relevancia de la colección del Museo del Prado dejarán su espacio habitual y podrán verse en diferentes museos del territorio español, uno por cada comunidad y ciudad autónoma (excepto Madrid).
Dentro de la Comunidad Autónoma de Cantabria, en el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira en Santillana del Mar se podrá contemplar, hasta el próximo 31 de marzo, La caza de Meleagro, una obra que narra la expedición organizada por el príncipe de los etolios de Calidón, Meleagro, para acabar con el jabalí salvaje que asolaba las tierras del país.

Este lienzo, que procede de las Colecciones Reales españolas y que fue pintado por Nicolas Poussin en Roma para el Palacio del Buen Retiro de Madrid, se caracteriza por la evocación del mundo grecorromano, la búsqueda del equilibrio en la composición y el estudio de las pasiones humanas.

La caza de Meleagro de Nicolas Poussin

Nicolas Poussin realizó este lienzo hacia 1634-39 como parte de una serie dedicada a la Historia de Roma antigua, concebida para decorar el desaparecido Palacio del Buen Retiro de Madrid y que los representantes diplomáticos del rey Felipe IV encargaron a diversos artistas en Nápoles y Roma, donde residía el pintor, a mediados de la década de 1630. Para esta misma serie, Poussin pintó otro lienzo – que formaría pareja con este- titulado La fiesta en honor de Príapo y actualmente conservado en el Museu de Arte de Sao Paulo, Brasil. Ambos lienzos aparecen citados en el inventario hecho a la muerte de Carlos II en 1701.

Su formato horizontal y alargado es extraño en la producción del artista francés, pero habitual entre los cuadros del Buen Retiro, por lo que se supone que el pintor recibió unas indicaciones precisas sobre cuáles debían ser sus dimensiones o su formato.

La escena representada está tomada de las Metamorfosis de Ovidio (VIII, 267-424). La diosa Ártemis, molesta con Eneo, rey de Calidón, había enviado un enorme jabalí que asolaba las tierras y atemorizaba a los habitantes del país. Para acabar con él, el joven Meleagro, hijo del rey Eneo y su esposa Altea, organizó una gran cacería a la que invitó a destacados héroes, entre los que se encontraban Castor y Pólux, Jasón, Peleo y la bella Atalanta, de la que Meleagro se enamoró nada más verla por vez primera.

Poussin opta por representar el inicio de la cacería, con los cazadores montados en sus caballos y preparados para seguir a los perros que ya han descubierto el rastro del salvaje animal. Dispuestos a modo de friso, el pintor pudo haberse inspirado en escenas de cacería que decoraban antiguos sarcófagos romanos. En el bosque del fondo se reconocen dos estatuas: a la derecha, Pan, dios de los jardines y bosques, con cabeza y torso de hombre y piernas y cuernos de cabra; a la izquierda, Ártemis, diosa de la caza y responsable última de este episodio que tendrá un trágico final.

Se reconoce fácilmente a Atalanta; vestida de azul y armada con arco y flechas, es la única que lleva casco, que cubre parcialmente su larga melena rubia. Más problemas plantea la identificación de Meleagro; reconocido en ocasiones como el jinete de cabello rizado que vuelve su cara hacia la bella princesa, o como el joven con túnica amarilla sobre un caballo blanco que centra la composición, probablemente sea el joven jinete situado en el extremo derecho de la composición, ligeramente retrasado con respecto a Atalanta, que apremia a su sirviente para que concluya su trabajo y pueda partir con el resto del grupo.

En el trascurso de la cacería, Atalanta y Meleagro, separados del resto de cazadores, encuentran al temible jabalí y le dan muerte. El joven príncipe reconoce el valor y la fuerza de Atalanta y decide regalarle la piel y la cabeza de la bestia, honor que enfurece a los tíos de Meleagro, que consideraban que eran ellos quienes merecían ese trofeo e intentan arrebatárselo.

Con motivo de la Exposición y en torno a la obra de Poussin, el Museo de Altamira ha organizado una serie de actividades que tendrán como eje central la obra de Nicolas Poussin.

Foto: La caza de Meleagro
Poussin
1634-1639
Madrid, Museo Nacional del Prado