Se trata de uno de los más interesantes fortines de la provincia de Guadalajara. No en vano, Layna Serrano afirmó que poseía “la más bella de todas las torres Aseñoriales que perduran en los desmochados castillos de la provincia”. Y ahora, tras las obras de rehabilitación y reforma llevadas a cabo por sus actuales propietarios, está recuperando su antiguo esplendor. Por este motivo, el Comité Científico de la asociación Hispania Nostra (www.hispanianostra.org) ha decidido de remover el castillo de Galve de Sorbe, en Guadalajara (www.castillodegalve.com), de la Lista Roja del Patrimonio (www.listarojapatrimonio.org) que elabora la institución, para pasar a la Lista Verde.

En agosto de 2018 comenzaron los trabajos de consolidación del castillo, en una primera fase de desescombro, limpieza y demolición de elementos puntuales no protegidos. Se han retirado los materiales de fibrocemento y uralita utilizados en la restauración de los años 70, y la cubierta de esta época, dejando al descubierto la construcción original y las marcas de cantero encontradas en los sillares. Actualmente continúan las obras.

HISTORIA

Una vez concluida la reconquista de la Transierra castellana, Galve pasó a formar parte del Común de Villa y Tierra de Atienza, siendo en el siglo XIII propiedad del infante Don Juan Manuel, quien levantó el primitivo castillo cristiano sobre el anterior de origen musulmán. En el siglo siguiente, el castillo pasó a pertenecer a la Corona, y en 1354 el rey Don Pedro I el Cruel dio Galve a Iñigo López de Orozco. Su hija Doña Mencía se casó con el señor de Beleña y a ellos compraron Galve, mancomunadamente, el almirante de Castilla Don Diego Hurtado de Mendoza, y el Justicia Mayor del Reino Don Diego López de Estúñiga, pasando definitivamente a esta última familia. Un descendiente de éste último levantó en 1468 el castillo actual, que permaneció en la familia hasta mediados del siglo XVI, cuando lo compró Doña Ana de la Cerda, viuda de Don Diego Hurtado de Mendoza. Ya en el siglo XVIII, por entronques familiares, pasó a la casa de los duques de Alba, que entre otros muchos ostentan hoy el título de condes de Galve. En 1971 el castillo pasó a propiedad del Estado y éste se deshizo de él mediante subasta pública en 1972, adjudicado por 1.400.000 pesetas a su anterior dueño.