El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza expone desde junto a una serie de obras de su colección permanente, una selección de 10 piezas procedentes del Museo Nacional de Escultura en la muestra ‘Realidad y devoción. 10 obras del Museo Nacional de Escultura’. La exposición, que estará abierta al público hasta el 16 de junio, relaciona las piezas del Museo Nacional de Escultura con obras de la colección permanente del museo madrileño en función de coincidencias temáticas o temporales.
La subdirectora general de Museos Estatales del Ministerio de Cultura y Deporte, Carmen Jiménez Sanz; la directora del Museo Nacional de Escultura (Valladolid), María Bolaños; y el director artístico del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, han presentado la muestra.
Comisariada por María Eugenia Alonso, la muestra arranca en la sala 2 con un San Marcos atribuido a Felipe Bigarny cuyo tema, a pesar del salto cronológico, admite comparación con la tabla del mismo asunto del pintor alemán Gabriel Mälesskircher.
En la sala 3, entre las obras neerlandesas, se expone una talla anónima de San Adrián procedente de un taller de los Países Bajos meridionales donde ya se aprecian características del Renacimiento.
Una imagen exenta de Santa Catalina de Alejandría, del círculo de Aniello Perrone, se dispone en la sala 6. Es una pieza de gran presencia y buen ejemplo de escultura religiosa barroca en la que cada detalle desprende dinamismo y movimiento.
En la siguiente sala, frente al tondo de Beccafumi, se encuentra la obra atribuida a Gabriel Joly titulada ‘Sagrada Familia con san Juanito. Santa Ana, la Virgen y el Niño’. La obra de un artista vinculado a la ciudad de Limburgo, se exhibe en la sala 8, donde el mismo tema aparece en el tríptico de Hans Süss von Kulmbach.
En la sala 9 se halla el único retrato de esta muestra, un busto en piedra caliza del Emperador Carlos V de joven, que se mide con el retrato que Lucas Cranach el Viejo pintó en 1533. A pesar de que la obra sigue la tipología del busto florentino, el rostro está esculpido con un lenguaje realista cercano al arte flamenco.
El escultor Alonso Cano se encuentra representado a través de un Niño Jesús triunfante, ejecutado en peltre policromado, que enlaza con la propuesta pictórica de Joos van Cleve de la sala 10. Particularmente expresiva es la Cabeza de un apóstol del andaluz Pedro Roldán (expuesta en la sala 14), próxima a la obra de Zurbarán. Se trata de una pieza de bastidor, en las que se tallaban cabeza, manos y pies mientras que el cuerpo se cubría con ricos ropajes.
Juan de Juni y su San Antonio de Padua con el Niño comparte espacio con la única obra de Murillo que cuelga de los muros del Museo. El Niño Jesús se gira para mirar con ternura al santo, como ocurre entre los personajes de Murillo.
El recorrido finaliza en la sala 19 del museo madrileño con la talla de un Demonio, de autor anónimo del siglo XVIII, que hace de contrapunto a la obra del taller de Rubens, el arcángel san Miguel expulsando a Lucifer y a los ángeles rebeldes.