El diputado general de Bizkaia y presidente de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao, Unai Rementeria, junto a Bibiñe Belausteguigoitia, viuda de José María Solano Gil-Delgado; Miguel Zugaza, director del museo; y los especialistas José Luis Merino Gorospe, Juliet Wilson-Bareau y Xavier Bray, a la presentación de los tres retratos de la familia Adán de Yarza de Francisco de Goya, que tras un laborioso proceso de estudio y restauración en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, se muestran por primera vez ante el público y la comunidad científica. Con este acto tan emotivo, culmina la recuperación de estas tres obras maestras del patrimonio de Bizkaia, después de que durante la Guerra Civil salieran de su ubicación original, en el Palacio de Zubieta, en Ispaster, hace más de 80 años.
Se trata de los retratos de Francisco de Goya de tres miembros de la ilustre familia vizcaína Adán de Yarza, originaria de Lekeitio y cuyo linaje se remonta al siglo X. Representan a Bernarda Tavira, viuda y madre de Antonio Adán de Yarza, quien contraería matrimonio en 1787 con María Ramona de Barbachano. La historia de esta importante casa está ampliamente documentada en el estudio “Antonio Adán de Yarza Tavira (1761-1835)”, que han llevado a cabo Susana Serrano Abad, investigadora y profesora titular de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, y Mikel Urizar, jefe del Archivo del Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Pintados en Madrid seguramente en torno a la fecha del enlace, son ejemplo supremo de la intensa actividad retratística de Goya hacia 1790, cuando era pintor de cámara del rey. Las pinturas fueron recogidas por el Gobierno Vasco para su salvaguarda durante los primeros meses de la guerra y trasladadas a Francia en 1937. Desde entonces, y sin cambiar de propiedad, han permanecido seguras, pero en el más absoluto anonimato, fuera de España. Hoy, gracias a la generosidad de sus descendientes, los tres retratos y la caja original en la que fueron evacuados han vuelto a Euskadi y se presentan por primera vez al público, junto a documentación sobre su singular historia, en la sala W del Alfabeto del Museo de Bilbao, dedicada, significativamente, a la guerra (War).
Las primeras menciones conocidas de los retratos se remontan a 1916 y 1917, cuando el historiador del arte y futuro director del Museo del Prado Aureliano de Beruete y Moret los citó en sus dos primeros volúmenes monográficos dedicados a la obra de Goya. La acertada descripción de Beruete después de conocerlos en directo como “típico(s) de la época grísea… del año 1790 o poco posterior” se replicó en diversas publicaciones posteriores. Las primeras fotografías de las obras se las debemos a la revista Blanco y Negro que las publicó en 1930 como ilustración del artículo “Mansiones hidalgas: Zubieta en Vizcaya”. A los cuadros también se refirió en 1927 el historiador Fernando de la Quadra Salcedo en una colaboración en El Noticiero Bilbaíno, y más tarde, en 1936, en “Los Goyas inéditos de Vizcaya” en un texto publicado como folleto suelto y como artículo de la revista Vida Vasca.
En 1936 y ante la dramática evolución de la Guerra Civil, la Dirección General de Bellas Artes del Gobierno Vasco tomó la iniciativa de recoger para su protección las colecciones artísticas tanto públicas como privadas dispersas en el territorio. El 13 de noviembre se retiraron del Palacio de Zubieta varias obras de arte, incluidas las tres pinturas de Goya, para su traslado y custodia en el depósito franco de los muelles de Uribitarte en Bilbao. Posteriormente, el propio Gobierno decidió su evacuación a territorio francés junto a un grupo de obras del Museo de Arte Moderno y otras colecciones para formar parte de una muestra en el Pabellón de la República en la Exposición Internacional de París de 1937.
Los tres retratos fueron embalados en la caja nº 10, que aún se conserva y ahora también se expone, y entregados finalmente por el Gobierno Vasco a su legítima propietaria, María Adán de Yarza que por entonces se encontraba refugiada en Francia, donde falleció en 1947 sin volver a su tierra y con ella tampoco hasta hoy los Goyas de Zubieta. El ensayo “María Adán de Yarza: una historia de guerra, arte y exilio”, a cargo del investigador Francisco Javier Muñoz Fernández, profundiza en estos avatares del patrimonio artístico vasco durante la Guerra Civil.
No será hasta 1989 cuando el historiador Kosme de Barañano vuelva a citar en un ensayo los tres retratos de Goya “en paradero desconocido”, poco antes de que el experto norteamericano William Jordan y la especialista inglesa Juliet Wilson-Bareau tuvieran la ocasión de localizar y estudiar los cuadros directamente en una investigación realizada entre 1990 y 1992, a la que se sumó también el profesor Nigel Glendinning.
El interés de los expertos en las obras se mantuvo desde entonces, hasta que en noviembre de 2017 el deseo compartido de la familia, los expertos, y el Museo de Bellas Artes de Bilbao de dar a conocer las obras en el lugar al que la familia pertenece, fructificó definitivamente, accediendo, tras la realización de la documentación técnica básica en el Museo del Prado, al traslado de las obras al Museo de Bellas Artes de Bilbao, para su estudio y restauración bajo la dirección de José Luis Merino Gorospe, que ya restauró el Retrato del poeta Moratín (1824) de Goya de la colección del museo. La paciente labor de limpieza ha concluido recientemente y su proceso se describe en el artículo “Estudio técnico y restauración de las obras”. Éstas se encontraban muy sucias y nunca habían sido restauradas, pero, tras la limpieza de las capas de suciedad acumulada, se pudo comprobar que estaban en un estado de conservación admirable, siendo muy excepcional el hecho de que se conserven en su primera tela y clavadas aún sobre los bastidores originales del siglo XVIII. Su condición de obras intactas permitió también que el retrato de Bernarda Tavira conservara hasta hoy un papel autógrafo de Goya con el nombre de la retratada pegado en la parte posterior del lienzo.
En paralelo a su documentación técnica y restauración, el estudio histórico-artístico de los retratos, prácticamente inéditos, ha correspondido a Juliet Wilson-Bareau, a quien debemos su hallazgo contemporáneo, y a Xavier Bray, actual director de la Wallace Collection y comisario de la gran exposición Goya. The Portraits en la National Gallery de Londres (2015). En su ensayo “Tres retratos recuperados de Francisco de Goya y Lucientes” podemos entender la originalidad de estas obras dentro de la intensa primera etapa de su, a partir de entonces, extraordinaria carrera como retratista, así como la estrecha relación con obras contemporáneas tan relevantes como fueron los encargos para el Banco de San Carlos y, muy en especialmente, con el pintado por Goya por esas mismas fechas a su fundador, el vascofrancés Francisco de Cabarrús (1788).
Las conclusiones del ambicioso proyecto de investigación llevado a cabo por el Museo de Bellas Artes de Bilbao reunidas en la publicación digital Los Goyas de Zubieta. Retratos de la familia Adán de Yarza son accesibles desde la web del museo (www.museobilbao.com/pdf/los-Goyas-de-Zubieta.pdf) Así mismo, está prevista la celebración de unas jornadas de estudio abiertas a todos los investigadores antes de que finalice el periodo de exposición acordado con los propietarios.
María Ramona de Barbachano
c. 1787-1788. Óleo sobre lienzo
Colección particular
El rostro, maquillado a la moda española del momento, con rubor y color en los labios, está enmarcado por una peluca empolvada que realza el aire aún joven de la modelo. el vestido de muselina de estilo anglo-francés, los guantes largos de seda y el sombrero con plumas y gasa –tejido plasmado por Francisco de Goya de idéntica forma en el tocado de una de las muchachas de La gallina ciega (1788)– sugieren, al igual que en la pintura del esposo, un paseo al aire libre. las joyas que penden del fajín a modo de llaveros contienen lo que podrían ser dos relojes, uno real y otro simulado, y contribuyen a acrecentar la patente simbiosis de este retrato con el de Francisco Cabarrús, pintado por Goya en 1788. El abanico, rematado con plumas, es semejante al que porta una de las hijas de los duques de Osuna en el bellísimo retrato familiar realizado también por el genio aragonés ese mismo año.
Bernarda Tavira
c. 1787-1788. Óleo sobre lienzo
Colección particular
Antonio Adán de Yarza
c. 1787-1788. óleo sobre lienzo
Colección particular
El señor Adán de Yarza viste aquí un frac con botones de peltre o de acero y forro de seda, chaleco de doble botonadura forrada con la misma tela y camisa con chorrera. el pelo al natural, puesto de moda por los jóvenes ingleses, y la fusta que porta en su mano derecha sugieren que viene de montar a caballo o que se dispone a ello. A propósito de este elemento, hay que señalar que los exámenes técnicos efectuados al cuadro han revelado que Goya pintó en un primer momento una vara o bastón más grueso, que sustituyó posteriormente por la fusta. con la mano izquierda sujeta un tricornio, un tipo de sombrero algo en desuso en la época. otro detalle significativo es el adorno plateado que pende de su cintura, bajo el chaleco, muy similar al de uno de los personajes de otra pintura de Goya, La gallina ciega, de 1788. la pose, el colorido y el tratamiento del rostro acercan asombrosamente este retrato al de Francisco Cabarrús, primer director del Banco de San Carlos, pintado por Goya también en 1788.
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