El Museo Reina Sofía presenta la primera retrospectiva de la obra cinematográfica realizada por Josep Renau en el exilio. Inédita hasta hoy en su mayor parte, ha sido recuperada por Luis E. Parés tras su investigación en archivos audiovisuales alemanes y mexicanos.

Pocas personalidades han sido más relevantes para las vanguardias históricas y las derivas de la cultura española del siglo XX que Josep Renau (1907-1982), autor clave en todos los campos en que desarrolló su acción, como artista, teórico y gestor. Sin embargo, es prácticamente desconocida su producción cinematográfica, que llega a ser paradigmática durante su exilio. Si bien es indudable su vinculación con el cine como cartelista e importador del fotomontaje en España, su relación va más allá.

Renau vio en el cine soviético, que introdujo en España durante la Guerra Civil, un auténtico modelo ético y estético para el arte; se inspiró en los ensayos de teóricos como Vsévolod Pudovkin para sus montajes; y escribió artículos sobre todo ello en los que incluyó sus opiniones. Nunca vio la realización cinematográfica como algo ajeno al resto de su obra plástica y, de hecho, dirigir películas fue esencial para él en algunos momentos de su vida, hasta el punto de que prácticamente constituyó su única ocupación durante los cuatro primeros años de su estancia en Berlín.

Ya durante el exilio mexicano había realizado al menos cinco cortometrajes para el productor Manuel Barbachano Ponce quien, por amistad, había dado trabajo en su productora a varios artistas refugiados de la Guerra Civil, como Jomi García Ascot (1927-1986), Carlos Velo (1909-1988) o Walter Reuter (1906-2005). Renau, que experimentó en esas películas con la imagen en movimiento, acuñó en México el concepto de “film gráfico” para describir su aproximación personal a un cine de animación con el que daba vida a sus viñetas políticas.

En 1958 se instala en Berlín y comienza a trabajar en la industria audiovisual de Alemania del Este. Sus primeras obras eran comentarios caricaturescos sobre temas de actualidad, en los que utilizaba dibujos sobre cristal para crear un interesante híbrido entre el cine de animación y el registro cinematográfico, siguiendo los pasos del filme El misterio Picasso, de Henri-Georges Clouzot (1956). Posteriormente realizó algunas películas más personales que lamentablemente no consiguió concluir y que nos han llegado en distintos estados. El más importante de estos “films gráficos” es Lenin Poem, de 1959, también el más acabado al ser el proyecto cinematográfico en el que puso más ilusión y empeño.

La producción cinematográfica de Josep Renau ha aparecido siempre como una curiosa nota al pie en los estudios que se le han dedicado. Por ello, y porque no terminó algunas obras y otras desaparecieron, en la actualidad sigue siendo difícil establecer una filmografía razonada de este autor. Pero las pocas películas suyas que nos han llegado constituyen, al igual que su obra gráfica, un crisol de sus preocupaciones políticas, éticas y estéticas, al que conviene prestar atención.

Desde la perspectiva actual, estos filmes se revelan coherentes con su pensamiento artístico y político: por una parte, entroncan con el imaginario revolucionario de mediados de siglo y funcionan como denuncia social y contrapeso estético; por otra, el uso de un medio de comunicación de masas, como el cine dibujado, facilitó la difusión de los ideales políticos, a la vez que se alejaba de la idea de obra única, adquirida y coleccionada, que Renau rechazó siempre. Asimismo, la interpretación sobre el momento político que aportan estos “films gráficos” propone una revisión de la sensibilidad cosmopolita y comprometida de los artistas españoles en el exilio.

Foto: Josep Renau. Zeitgezeichnet 4 [Dibujos de actualidad 4]. Película, 1958. Fuente: fotograma de la película Josep Renau. El arte en peligro, Eva Vizcarra y Rafael Casañ, 2018

Renau, cineasta
19, 20, 21 y 26, 27 y 28 de junio, 2019 – 19:00 h / Edificio Sabatini, Auditorio