Roteiro, “recorrido”, del escultor Francisco Leiro, establece un itinerario por siete tramos en los que se estructura esta exposición. A través de ellos, el artista llena los espacios de La Principal de Tabacalera con casi un centenar de obras entre esculturas y dibujos con varias piezas inéditas creadas específicamente para esta sala. Obras que abarcan un período que va desde inicios de los años 90 hasta hoy.
Entre la rotundidad de sus obras y las características industriales del espacio, surgen interesantes sinergias que convierten esta muestra, organizada por el Ministerio de Cultura y Deporte. Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes, en una ocasión excepcional para explorar la trayectoria de este escultor cuyo trabajo está presente en colecciones de todo el mundo.
La obra Leviatán (2012) con seis mil kilos de peso y un tamaño monumental (tuvo que instalarse de noche para que un camión pudiera hacer la maniobra de entrada a la sala) recibe al visitante de La Principal. Una pieza que evoca a la bestia marina del Antiguo Testamento y que sirve de introducción a las otras seis etapas en las que se estructura la exposición: Tránsito, Frontera, Nichos, Lugar, Modelos y Caracteres.
Sus trabajos hablan de un modo muy directo al espectador desde distintas perspectivas que aportan a su vez nuevos significados. No en vano, dice Leiro que sus esculturas no están concebidas para mirarlas a los ojos, sino para ser contempladas desde todos los ángulos. Con su manera de jugar con las dimensiones, el artista gallego refleja su claro dominio a la hora de proyectar sus ideas en el espacio. “De los griegos ha aprendido que al realizar esculturas por encima del tamaño natural, como en Cristóbal (2015), empodera la figura. Sabe también que al reducirlo, como hace por ejemplo en Fita (2017), nos lleva más hacia la intimidad. Conquista así el espacio con el juego de las dimensiones, hace que el espectador en algunos momentos se sienta intimidado ante la fuerza de sus creaciones y en otras ocasiones el visitante sea la figura poderosa ante la fragilidad de su arte.” Comenta la comisaria de la exposición, María Toral.
Sensaciones que se ven magnificadas al final de este recorrido, al llegar al tramo Caracteres, donde se exponen figuras de madera de gran formato, cinco de ellas terminadas especialmente para esta exposición, junto con algunos «modelos», como los denomina Leiro, que le sirven de estudio y que en sí mismos funcionan como obras individuales.
Un imaginario inagotable que como el artista reconoce, partió en sus orígenes del surrealismo, bebió de las fuentes del pop art para, finalmente, colocar a la figura humana como el epicentro de su obra. Todas sus esculturas son el resultado volumétrico de dibujos previos, indispensables en el proceso creativo de Leiro, dibujos que también están presentes en esta ruta.
Materiales
La libertad es un elemento indispensable para Francisco Leiro (Cambados, 1957) que empezó a crear muy joven adquiriendo a lo largo de su trayectoria un lenguaje único de estilo inconfundible. De padre ebanista, se decantó por la madera como uno de sus materiales preferidos, al que suma otros como el granito, el mármol y el vidrio.
La piedra, es otro de sus medios de expresión, principalmente el granito, una roca milenaria que posee de por sí una fuerza natural inerte como reflejan dos piezas de la exposición: Vulcano (2005) y Dos cabezas Entre las obras más sorprendentes de la exposición, realizada en mármol y bronce, está Maio Longo, de 2010. Una alegoría según Leiro, en la que una musa aparece escoltada por dos jóvenes que parecen estar descubriendo la belleza femenina en ese preciso instante.
El cristal es otro de los materiales con los que Leiro trabaja. Y precisamente una de las novedades que pueden verse en esta exposición son las piezas de cristal, los «duendes», que el artista ha creado recientemente en La Granja. Un material delicado y frágil que se convierte en el medio idóneo para transmitir ideas acerca de la delicadeza, lo efímero y la transparencia.
Trayectoria e influencias
Al principio de su andadura, mediados de los años 70, Leiro formó parte del grupo Foga (Fato Onirista Galego). Con tan solo dieciocho años ya había celebrado su primera exposición individual pero pronto optó por desarrollar su carrera en Nueva York donde vivió 20 años. Una ciudad que sigue siendo para él una gran fuente de inspiración.
En sus obras se entremezcla el manierismo gallego con el surrealismo, la escultura románica con el arte precolombino, la ironía con la mirada mordaz. Un tótum revolútum con un resultado solemne. Lo onírico de su obra está presente en muchas de sus piezas, como por ejemplo en Nubes, de principios de los años noventa, donde juega con la metáfora de lo líquido convertido en vapor y suspendido en la atmósfera Leiro despliega un estilo propio que unas veces se nutre de fuentes clásicas y otras se llena de contemporaneidad. Algo que ocurre también en su temática, donde temas de hoy, como Mudis (2013) o Frontera (1995), dialogan con un imaginario proveniente del arte popular o, incluso, de la mitología. Sus orígenes gallegos también ocupan un lugar destacado en los temas que aborda, como en Entrehortas (1993) que hace referencia a una calle de Santiago de Compostela.
Datos de interés:
Leiro. Roteiro
Tabacalera. La Principal (Embajadores 51. Madrid)
Días, del 20 de septiembre al 10 de noviembre 2019
Horario: de martes a viernes de 12 a 20h; sábados, domingos y festivos de 11 a 20h; lunes cerrado.
Entrada gratuita
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