El sepulcro del Infante se ha abierto debido a los trabajos de restauración que se están realizando sobre esta estructura de piedra caliza situada en el centro de la Sala de Santa Catalina. El lunes 18 de noviembre a las 10:00 fue la hora elegida para abrir el cofre forrado con terciopelo que guardaba los restos del Infante Don Pedro, hijo de Enrique II de Castilla, 461 años después de su traslado desde la antigua catedral. Debido a los trabajos de restauración que se están realizando en el sepulcro, era necesario abrir la tapa de la efigie del niño para restaurarla, momento en el que se encontró este cofre de pequeño tamaño encajado en un hueco abierto en la base.
En presencia del Deán de la Catedral, Ángel García Rivilla, el Secretario del Cabildo, Miguel Ángel Barbado Esteban, y el canónigo encargado de turismo, José Antonio García Ramírez, se abría tras siglos la cerradura del cofre que contenía, según lo recogido en las crónicas históricas, los restos del Infante. También, asistieron el Arqueólogo Territorial de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio, la Jefa del Servicio Territorial de Cultura de Segovia, Ruth Llorente, la restauradora del Museo Provincial de Segovia, Cristina Gómez, y los restauradores encargados de la recuperación del sepulcro, Paloma Sánchez y Graziano Panzieri.
Dentro del mismo se ha descubierto en su interior enrollados de forma individual una blusa presumiblemente de seda con botones de tela, un faldón de mayor tamaño y un cinturón de tela del mismo color, que hecho un rulo, guardaba tres huesos aún por identificar la parte del cuerpo a la que pertenecen. Lo que sí se puede asegurar es que este hallazgo corresponde a la figura histórica del Infante Don Pedro que falleció trágicamente, según cuenta la leyenda, tras precipitarse al vacío desde una de las ventanas del Alcázar de Segovia.
Con este descubrimiento se deduce que por el tamaño de las telas y huesos el Infante debía de ser un niño muy pequeño por lo que la edad que se le atribuye en diversos textos en torno a 10-12 años quedaría descartada. Sobre este aspecto y con el objetivo de analizar los restos biológicos hallados se ha encargado su estudio a una profesional antropóloga para conseguir recopilar el máximo de datos posibles sobre el hijo de Enrique II: edad exacta de defunción, patologías que pudiera tener, entre otros aspectos.
En cuanto a las telas encontradas serán trasladas al Centro de Restauración de la Junta de Castilla y León en Simancas para su restauración. Una vez recuperadas, el Cabildo quiere que estas vestiduras se expongan junto al sepulcro y formen parte de la nueva musealización de esta sala de exposiciones que se espera reabrir antes de la Semana Santa del próximo año como espacio para mostrar la rica orfebrería que atesora la Catedral.
Posibles cambios respecto a la historia del Infante
La apertura del sepulcro del Infante Don Pedro, hijo del rey Enrique II, ha supuesto dar un giro en la historia de este niño, muy popular en Segovia y entre las personas que visitan la ciudad. Conocido es que murió tras precipitarse al vacío desde una de las ventana del Alcázar mientras una criada cuidaba de él, quién acto seguido, siempre según cuenta la leyenda, se lanzaba al precipicio y falleció.
Seguramente, debido a que la efigie del niño yacente que se esculpe sobre la tapa representa visualmente a un niño en torno a los 12 años, se ha mantenido que esta edad era la que tenía el Infante en el momento de su muerte. Los restos descubiertos, en una primera aproximación, apuntarían a que se trataría más bien de un “niño muy pequeño”. Una vez que se conozcan todos los resultados y tras realizar los informes pertinentes el Cabildo informará detalladamente.
Cronología del traslado de los restos del Infante hasta su lugar actual
La muerte del Infante se fecha el 22 de julio del 1366. Para contextualizar, Enrique II hizo del Alcázar de Segovia su residencia aunque permanecía habitualmente fuera de la fortaleza debido a la guerra que desde hacía años le enfrentaba a su hermano Pedro I por el poder en Castilla. Tras la muerte del Infante, Enrique II, muy ligado a su hijo, expide un privilegio real desde Burgos para levantar un sepulcro en su honor. La guerra finaliza en 1369 con la victoria de Enrique II, apodado “el Fraticida”, que instaura la dinastía de los Trastámara.
El sepulcro se levanta por expreso deseo suyo en el centro del coro de la antigua catedral dejando escrito en este privilegio que debería estar iluminado por dos hacheros día y noche y custodiado por “dos porteros de confianza del cabildo para siempre”.
Tras la Guerra de las Comunidades que acontece entre el 1520-1522 y que enfrenta a comuneros contra realistas liderados por el rey Carlos I, la antigua catedral que se situaba frente al Alcázar queda dañada y se decide construir una nueva en el lugar actual.
El jueves 25 de agosto de 1558 con los trabajos de construcción de la nueva catedral ya avanzados se realiza en solemne procesión desde el lugar que ocupaba la antigua catedral el traslado de los restos del infante Don Pedro guardados en el cofre descubierto y, en otras cajas, los restos de María del Salto, canónigos y obispos. Todo esto se recoge en el libro “Historia de la Insigne Ciudad de Segovia y Compendio de las Historias de Castilla” del sacerdote e historiador segoviano, Diego de Colmenares.
El cofre con los restos del Infante son sepultados en la capilla de Santa Catalina, en el cuerpo bajo de la torre en un nuevo sepulcro, de estilo renacentista, más acorde a la época, rodeado de una reja en cuyo friso se puede leer: “AQVÍ IAZE EL INFANTE DON PEDRO FIJO DEL SEÑOR REI DON ENRIQUE SEGUNDO -ERA-1404- AN 1366”.
461 años después los restos del Infante han vuelto a abrirse aprovechando la restauración de su sepulcro en una nueva oportunidad de conocer con mayor profundidad la historia sobre su muerte que tanto llama la atención de segovianos y visitantes.