En apenas un mes las trescientas esculturas y objetos artísticos que integran la exposición temporal «Almacén. El lugar de los invisibles» iniciarán, tras el laborioso proceso de desmontaje de las salas en que actualmente se exhiben, su camino de vuelta a las reservas del museo. Una muestra (comisariada por María Bolaños y diseño expositivo de Anna Alcubierre) que se ha alejado de todo orden convencional para dejar ver el lado más secreto de la colección, sus rarezas y bellezas, sus excesos y desvaríos.
El aplauso de la crítica y del público ha sido unánime. A fecha de hoy, casi 40.000 personas se han paseado por sus salas, lo que la convierte en la exposición temporal más visitada del Museo desde su reapertura en 2009.
El museo no puede (ni debe) vivir de espaldas a los retos que el siglo XXI le plantea. De su pasada consideración como templo del saber, como institución cerrada y elitista, en cierto modo autoritaria, hoy se ha convertido en un lugar para la experimentación y la innovación. Un espacio donde indagar, como ocurre con «Almacén», en los márgenes y desarrollar enfoques alternativos a las exposiciones históricas al uso.
Con esta exposición, el museo ha deseado transmitir la idea de que más allá de los grandes maestros, como Berruguete, Juni o Mena, la escultura española es un fenómeno cultural de espectacular alcance. En este sentido puede considerarse un gran acontecimiento en la fortuna de la escultura española, a la que la inteligencia del público ha respondido con creces.
Para corresponder a la entusiasta generosidad mostrada por los miles de visitantes (40.000 hasta la fecha), y a su demanda expresada todos los días de conservar visible la parte almacenada, el museo responde con este gesto simbólico, en agradecimiento a la implicación emocional de los visitantes y como una forma de mostrar su alianza con la sociedad, de fomentar su participación en la toma de decisiones promoviendo, así, el sentimiento de pertenencia. En suma, una invitación a construir conjuntamente el museo.
Bajo el lema «Libera una escultura», se invita al espectador a «rescatar» una de las obras que integran la exposición para su posterior traslado a la colección permanente. Y para que éste pueda ejercer su «derecho al voto», el museo propone dos vías: bien a través de sus plataformas en RR.SS. (Facebook, Twitter e Instagram, indicando nombre o imagen de la pieza seleccionada seguido del hashtag #LiberaUnaEscultura), bien a través de un panel colaborativo en salas (la pieza elegida debe ser escrita en un post-it que se pegará a la pared).
Por razones de infraestructura, el museo se ha visto obligado a privar de esta suerte de «resurrección» a la figura de la agustina italiana Santa Clara de Montefalco, una imponente escultura que alcanza los casi tres metros de altura, lo que imposibilita su correcta instalación en la colección permanente, en su sede del Colegio de San Gregorio.
Los interesados en participar tienen hasta el 19 de enero, fecha de clausura de la muestra. Antes de Semana Santa la obra estará ubicada en la sala más idónea para que el público pueda tener un recuerdo de su paso por Almacén.
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