La muestra itinerante de Renfe “La obra más cara”, la puerta grafiteada de un tren de Cercanías que estuvo expuesta en la pasada Feria de Arte Contemporáneo ARCO 2019, ha terminado su recorrido y, a su fin, la puerta ha quedado instalada, protegida por una urna transparente, en el Museo del Ferrocarril de Madrid.
Ha obtenido distintos premios publicitarios por su alta efectividad en la concienciación de las consecuencias de los actos vandálicos de los grafiteros en los trenes. Esta muestra forma parte del compromiso de Renfe de sensibilizar y trasladar la relevancia social y económica que suponen estas actuaciones, ya que además de poner en riesgo la propia seguridad de los grafiteros, la de los viajeros y la de los trabajadores de la compañía, entrañan anualmente un considerable coste económico.
“La obra más cara” representa el coste que, según cálculos de Renfe, supuso la limpieza de grafitis en trenes durante 2018: un total de 15 millones de euros, sin contar los gastos de aumento de vigilancia y seguridad en estaciones para evitar estos actos vandálicos. Estos últimos costes aumentarían la factura hasta los 25 millones de euros anuales, con los que se podrían comprar tres trenes nuevos de Cercanías todos los años, o un nuevo Ave cada dos años.
Tras mostrarse en Barcelona, Zaragoza, Bilbao, Santander, Madrid y Sevilla, “La obra más cara” recala ahora en el Museo del Ferrocarril de Madrid, gestionado por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles.
«La obra más cara», expuesta al público en el Museo del Ferrocarril de Madrid.
El Museo está ubicado en la antigua estación de las Delicias, uno de los ejemplos más significativos de la llamada “arquitectura del hierro” del siglo XIX. Reúne una de las colecciones de material histórico ferroviario más completas de Europa y conserva un rico patrimonio documental.
Gravedad para el patrimonio histórico
La exposición de “La obra más cara” en el Museo junto a la valiosa colección del material histórico ferroviario conservado, ilustra la gravedad que tiene la vandalización para el patrimonio histórico.
En los últimos años se ha producido un aumento de los grafitis en vehículos históricos; los agresores acceden a las instalaciones de los talleres, los depósitos e incluso a los propios museos ferroviarios, donde este patrimonio se encuentra estacionado o en preservación, y producen daños de gran magnitud, pues el material histórico dispone de diseños y características únicas, frecuentemente no recuperables. Y son daños sobre bienes de naturaleza pública, que deben disponer de una protección especial a fin de conservarlos y mantenerlos para las próximas generaciones.